Sábado de fútbol en Riazor y cielo gris
Torre de Marathón
14 Nov 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Tuve un entrenador que siempre decía lo mismo: prefiero mejorar entre semana los errores del pasado con tres puntos en la mano. Así veo la victoria del Dépor, que nos ofreció una cara bastante gris el sábado en Riazor, pero sin duda fue suficiente para llevarse los tres puntos en un partido en el que brilló de nuevo la defensa local y un Lucas Pérez mostrando su mejor versión de lo que va de temporada. Este último se veía diferente que otros días que se planta de 9 estático, con mucha más chispa ya desde el inicio, atacando el espacio con desmarques, muchos sin lectura del pasador y otros entorpecidos por un errático Davo; errático, porque decidió mal casi siempre, y solo estuvo acertado en dos acciones, una significó un gol, que ojalá le sirva de Red Bull para coger confianza.
Para mí el partido comenzó a las 15.00 horas en el Asador Gonzaba, comida con muchos debates pero pocos de ellos sobre fútbol, ninguno sobre el Dépor, lo cual significa que, a pesar de todo, vivimos con la tranquilidad de que, aun demostrando un pobre nivel, va a ser suficiente para conseguir el objetivo, el ansiado ascenso.
Lluvia, pipas y Tribuna con Agulló. La SD Logroñés ofreció muy poco. En ataque quería jugarla desde el portero, pero con una pequeña amenaza de presión de la segunda línea deportivista ya jugaba directo sobre punta o extremos. Esto facilitó tener el balón siempre, ya que los Pablos, Balenziaga, Adot y Parreño viven muy tranquilos cuando tienen que defender el fútbol de cara, y no tanto cuando el peligro contrario está en el espacio. No recuerdo una línea de cuatro defensiva tan sobrada en Riazor, y, cuando se recupere Ximo, más y mejor.
Lucas asumió la responsabilidad en ataque y con un destello y una jugada encadenando grandes movimientos sentenció el encuentro. Por otro lado, el míster se fumó a Hugo Rama y confió en Salva Sevilla, que sí tiene la experiencia sin balón para leer y moverse poco pero bien. Bien con balón, aunque, cuando el rival aprieta y no flota, le cuesta llegar bien orientado a situaciones con ventaja. Poco a poco irá llegando su mejor nivel. Lo que no me gustó fue su lenguaje expresivo y gestual: nunca un guiño de ánimo, y siempre reprochando situaciones que incluso más de una vez fueron malas ejecuciones suyas.
Tarazona para sumar y a ver si, al fin, mejorar.