La Voz de Galicia

La emoción de Riazor en el día que llevaba soñando cuatro años

Torre de Marathón

P. Barreiros /  A. S. Aguado

Los que no dejaron al Dépor en el barro: búscate en la grada de Riazor

Lágrimas, alegría y bailes llenaron la fiesta del Deportivo en el césped del estadio nada más acabar el partido decisivo

13 May 2024. Actualizado a las 00:41 h.

El pitido final dio rienda suelta a la fiesta en el césped. Fueron momentos de emoción, con muchas lágrimas y abrazos en el césped, pero sobre todo un descorche de alegría y fiesta como hacía muchos años que no se disfrutaba en el estadio. La plantilla capitaneada por Lucas dio la vuelta de honor al campo en medio del fervor deportivista. Casi 32.000 aficionados se emocionaron, cantaron, bailaron y, sobre todo, agitaron sus bufandas al ritmo de un grupo de futbolistas que ha hecho realidad su sueño: devolver al Deportivo a la élite del fútbol español. Aquí comienza otra historia, rezaban los videomarcadores del estadio mientras por la megafonía atronaba el ¡que bote Riazor! y el cemento del estadio no dejaba lugar a dudas: ¡botaba!

Cada uno celebraba el ascenso a su manera: desde la euforia de José Ángel, a las lágrimas de Germán y los pasos de baile de Idiakez. La afición, que como se había pedido siguió desde las gradas justo aquello por el que llevaba soñando desde hacía cuatro años, asistió feliz a la borrachera de felicidad de sus ídolos. La plantilla manteó arrebatada al entrenador y a Lucas Pérez, artífices de un ascenso que ya es matemático cuando aún faltan dos jornadas para el final. «Gracias a todos y forza Dépor», acertó a decir el entrenador con el micrófono en la mano, antes de que el 7 blanquiazul se acordase de algunos que no estaban en el césped, como Álex Bergantiños o el doctor Lariño.

La Segunda División ya espera a un Deportivo que hizo realidad el sueño de su afición, el de volver a la élite por la puerta grande. Mayores y adultos, pero sobre todo muchos niños, entre ellos los recogepelotas del partido, disfrutaron del cierre de una etapa nefasta en la historia del centenario club, pero que ha renacido en una temporada de incondicional amor por el Deportivo.

Una pirotecnia de humo blanquiazul dio continuidad a la fiesta en el césped, donde los jugadores no dudaron en correr agarrados de la mano para lanzarse en el césped en medio del alborozo de la hinchada. La celebración acabó en el círculo central con un gran corro común en que participaron jugadores, niños y hasta Mella a la pata coja. Luego el canterano aún tuvo fuerzas para agarrar el micrófono y cantar arrebatado su amor al Deportivo. Fue la fiesta que cuatro años debía durar.

Todos los caminos se tiñeron de blanquiazul

Miles de aficionados acompañaron el camino del autobús que transportaba a los futbolistas del Deportivo hasta el estadio. La hinchada, que llevaba cuatro años preparándose para un partido como este en que sus colores tenían al alcance de la mano dar el salto a la tercera categoría, arropó a su equipo desde el principio de una jornada histórica. Ya las calles de la ciudad eran un hervidero de camisetas blanquiazules en la jornada del sábado y lo fueron durante todo el domingo, cuando la calle San Juan y la fan zone instalada por el club en la explanada del estadio se poblaron de seguidores con sed de apoyar a su equipo. Todo desembocó en esa marcha de miles de aficionados hasta el estadio y, ya en Riazor, en un recibimiento de época. Las gargantas blanquiazules estallaron cuando el autobús embocó la calle Manuel Murguía y, sobre todo, en el momento en que Lucas Pérez y compañía pisaron el asfalto camino del interior de las instalaciones. Pese a la concentración propia de un partido como ninguno de los otros 34 que habían jugado esta temporada, la plantilla dispuso del calentamiento ideal para un partido en que el equipo entrenado por Idiakez disfrutó de sus mejores minutos de juego precisamente en ese arranque de encuentro en que Riazor rugió como nunca.

En imágenes: A Coruña se vuelca con el ascenso del Deportivo

La segunda parte otra vez todas las gargantas del estadio dieron aliento a su equipo, y esta vez Lucas Pérez acertó con la red. Fue el gol de toda una vida. El sueño cumplido. La hinchada no se conformó. Tras el festejo arrebatado por la emoción de la grada, todo el estadio botó al compás de un gol que devolvía al Deportivo a la élite del fútbol español.


Comentar