Vuelve Lucas Pérez, ¿quién da la vez?
Torre de Marathón
Tras cumplir castigo ante el Castellón, el de Monelos ofrece un relevo de alto nivel frente al Mirandés, pero el último recital colectivo en Riazor ha encarecido la rotación
21 Dec 2024. Actualizado a las 21:07 h.
Todo habría resultado más sencillo si el viento del sur no hubiera circulado a tanta velocidad sobre Tenerife. El Deportivo habría disputado sin contratiempos el duelo del Heliodoro y Lucas Pérez habría cumplido ante el colista su sanción por agotar ciclo de amonestaciones. Pero la alerta máxima decretada por el cabildo insular obligó a suspender el partido y aplazó varios días el castigo al de Monelos, impidiéndole intervenir en el encuentro con el Castellón.
Siguió la cita desde la grada, testigo de alto nivel de una de las actuaciones más redondas ofrecidas por su equipo en lo que va de campaña. La cuarta exhibición del curso; la primera en la que el 7 no participó.
Su ausencia tiene un efecto secundario especialmente beneficioso para el conjunto blanquiazul, que podrá contar con un Lucas descansado de cara al choque de mañana con el Mirandés (21 horas, LaLiga Hypermotion). Sin embargo, el retorno de uno de los imprescindibles para los entrenadores del Dépor forzará al técnico actual a tomar la decisión más complicada desde que asumió el banquillo: ¿A quién sentar? La elección traerá cola, seguro. Por lo significativo del duelo (último del año) y por el gran momento que atraviesan todos los candidatos a actuar de inicio en él.
Como los coruñeses llevaban cuatro dianas de ventaja en el minuto 53, el míster pudo sacar del campo al héroe del día diez después. David Mella repetirá seguro en el once; porque su costado es el menos codiciado y porque el veloz extremo apenas acumula fatiga; llevaba ya dos semanas sin intervenir tras haber visto la roja en el Nuevo Mirandilla. «Me vino muy bien el descanso por la expulsión», admitió en la zona mixta de Riazor.
Por allí pasó también Barbero, todo sonrisas. «Ha sido bastante divertido», concedió el autor de una asistencia y un gol. Doble aval para su continuidad en pleno debate acerca de la necesidad de reclutar un nuevo ariete. Mohamed Bouldini, el otro especialista en la plaza, no ha jugado ni un cuarto de hora con Óscar Gilsanz. El betanceiro ha preferido la alternativa de Cristian Herrera, sin caer de momento en la tentación de confiar a Lucas la punta del ataque, donde parece fuera de lugar. El Mirandés y su zaga blindada (es, junto al Elche, el conjunto menos batido del campeonato) no invita a extravagancias ofensivas, haciendo más probable que el de Monelos regrese en su puesto natural.
A espaldas del ariete se movió el jueves Mario Soriano y, sin necesidad de ver puerta o dar el último pase, estuvo muy fino en su posición. Lanzó contras, ayudó a salvar la asfixiante presión orellut, fue preciso al asociarse y no se achicó. Participó en varios duelos a ras de césped, saliendo con frecuencia vencedor. Si con Imanol Idiakez fue suplente tres veces seguidas, para el nuevo entrenador siempre ha sido titular. Más de seiscientos minutos sin apenas pausa (reemplazado en el último tramo ante el Cádiz y el Zaragoza) que dan mayor pábulo a su rotación.
De no caerse del once, es muy probable que deba buscar un nuevo punto de partida. En la izquierda competiría con Yeremay, y el canario va sobrado de argumentos para sostenerse. Es el máximo anotador del plantel (le endosó el octavo de la campaña al Castellón), cuenta por recitales la mayoría de sus encuentros en casa, y ya se tomó un respiro (por lesión) en las jornadas 15 y 16. Quizá habría que buscar más atrás.
Dirigir la vista a la medular, desde donde Soriano ha organizado al grupo otras veces. La última, en el Mirandilla, relegando a Diego Villares. Sin embargo, nada indica que el de Samarugo necesite poner los pulmones en barbecho. Tras marcar, liderar, y completar todo tipo de acciones defensivas, cerró la noche del jueves con una galopada que encendió Riazor. Ni con 5-1 levantó el pie. Como el resto, a su alrededor. Ningún punto débil en los blanquiazules. Nadie quiso hacer más fácil el trabajo de Gilsanz.