Un cuarto de siglo de la gran aventura del Deportivo en Maracaná
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El Deportivo, en Río
Un 24 de marzo de 1993, el equipo de Arsenio conquistaba Río de Janeiro en el partido homenaje a Roberto Dinamite, después de todo un viaje
24 Mar 2018. Actualizado a las 18:29 h.
Tal día como hoy, pero en 1993, el Deportivo escribía varias de sus páginas más pintorescas, que le permitían dejar una pica nada más y nada menos que en Maracaná. En plena temporada de Liga y con la erupción del fenómeno SuperDépor, el equipo entrenado por Arsenio Iglesias pasaba de golear 5-0 al Burgos en Riazor a montarse en un avión con rumbo transoceánico. El Deportivo era el invitado de lujo al homenaje que Vasco de Gama rendía a su gran goleador, Roberto Dinamite (como reza aún hoy su apodo en portugués), que ya entrado en la cuarentena decidía colgar las botas. El conjunto coruñés disputó y ganó ese partido, completando la gran aventura blanquiazul en Río de Janeiro. Ésta es la historia de un largo viaje, algo de turismo, una pachanga intrascendente y una fiesta posterior para el recuerdo.
Salió la expedición coruñesa hacia Río el lunes 22 de marzo, pocas horas después de una tunda al Burgos que permitía al sorprendente Dépor seguir en la pelea por el título. En el vuelo del equipo volaron apenas una docena de aficionados, y la expedición la completaban las familias de Bebeto y Mauro Silva, que aprovechaban la ocasión para pasar unos días en su país natal. No faltaron las típicas anécdotas: «El búlgaron Kirov -una especie de eterno invitado en la plantilla- y Djukic olvidaron solicitar los visados reglamentarios para acudir a Brasil», rememoran los dos enviados especiales que La Voz tuvo en el histórico viaje.
Cuando el Dépor tomó tierra en Río, se encontró con una muchedumbre aguardando. Pero en realidad era por la selección brasileña sub-20, que venía de proclamarse campeona del mundo. Los jugadores coruñeses pasaron desapercibidos excepto Maruo Silva y, sobre todo, Bebeto, con tratamiento de estrella. Los medios locales tenían curiosidad por ver a dos nombres habituales de su selección con un equipo relativamente desconocido. «¿Cuánto cobras allí?», llegaron a preguntarle a Mauro en plena terminal, según las crónicas de la época.
Unos 200 aficionados del Dépor hicieron la travesía con el equipo pero no pudieron alojarse en el lujoso hotel Intercontinental de la capital carioca. A pesar de lo exótico del viaje y la poca exigencia deportiva, el equipo entrenó poco después de aterrizar en el estadio de São Januario, propiedad del Vasco de Gama. Los choques culturales se produjeron hasta entrenando. «El equipo empezó a pelotear y para pasmo de los foráneos, un sujeto sacó un teléfono inbalámbrico y procedió a radiar a grito pelado cuanto allí acontecía. La contrariedad asomó en las muecas faciales de Arsenio. Sin embargo, lo mejor estaba por venir. El dinámico locutor saltó al campo. Teléfono en mano, el periodista correteaba a la altura de Bebeto, en un intento de interviú atlético surrealista», se pudo leer en La Voz del 24 de marzo.
Después de ejercitarse, la plantilla deportivista tuvo su primer contacto con Copacabana. «Adoptaron el uniforme reglamentario del turista: bermudas y bañadores chillones, camisetas variopintas, gafas de sal, mariconera y cámaras de fotos. Arsenio [...] conservó el pantalón de franela», precisó el cronista de La Voz. Sin embargo, a los jugadores les quedó una pena: no poder probar el agua. «El código de conducta del entrenador dice que los jugadores no pueden bañarse -en playas o piscinas- antes de los partidos», precisó La Voz. Así que muchos jugadores aprovecharon para hacer compras por los barrios cercanos al hotel: «El capitán Fran y Kirov celebraron el bajo precio de los nikis con marca de lagarto».
Día y medio después, el partido. Arsenio andaba mosqueado porque la RFEF hizo que Aldana y Claudio se tuvieran que volver de Río para sumarse a la selección. Además, a los jugadores no les gustaba Maracaná: «Aquí no sabes por donde te va a salir el balón», decía Liaño, quejoso por la altura de la hierba. Las bajas y la naturaleza del partido dieron oportunidad a un joven de 17 años que venía de debutar en Primera: Marcos Vales. Al coruñés tampoco le impresionaba el templo del fútbol brasileño: «Un poco de decepción sí que nos hemos llevado. Esperábamos algo impresionante y, la verdad, está todo un poco viejo».
El 24 de marzo de 1993, unos 50.000 se dieron cita en Maracaná, a una media de 500 pesetas la entrada (el Vasco anunciaría después que sólo la mitad pasaron por taquilla). Roberto Dinamite decía adiós al club de toda su vida con el apoyo de Zico, el gran mito del Flamengo, que por primera y única vez vestía la camisa del eterno rival carioca. Miles de fotos, entrevistas televisivas a pie de campo y 25 minutos de retraso después, el partido arrancaba tras el saque de honor del piloto de fórmula 1 Nelson Piquet, sumado a la jarana. El fútbol, sin embargo, no fue para el recuerdo. Ganó el Dépor, eso sí, 0-2, con goles de Bebeto y de Nando. El Vasco venía de 32 partidos seguidos sin perder, y no pudo con el conjunto coruñés. Fran asistió a Bebeto en el 0-1 y una contra iniciada por Djukic acabó en un improbable gol de Nando de cabeza.
«Una vez en la vida»
Jugaron por el Dépor Liaño (Yosu, min 46), Albístegui (Sabin Bilbao, min 81), Nando, Ribera, Mariano, Djukic, Mauro Silva, José Ramón, Marcos Vales (Ramón, min 72), Fran y Bebeto (Antonio, min 46). «Para mí marcar un gol en Maracaná es muy importante, porque es una cosa que seguramente sólo puedes hacer una vez en la vida», dijo con tino Nando. «Se jugó bastante bien. Queríamos quedar bien, representábamos a España, a Galicia. No se puede tirar el prestigio así como así», resumió Arsenio. «El Deportivo jugó al contraataque, fue feliz. Se trata de un gran equipo. Sabe jugar muy bien atrás y agrupa perfectamente a sus jugadores. Al Vasco le costó mucho», concedió el técnico local João Santana.
La presencia del Deportivo en el homenaje a Roberto Dinamite (autor de 750 goles en su carrera) fue, según el delantero brasileño, iniciativa de Bebeto, quien antes de llegar a A Coruña y por más que fuera producto de la fábrica del Flamengo, fue gran ídolo de Vasco. «Le tengo que agradecer a Bebeto todo el esfuerzo que hizo para que su equipo estuviese aquí», dijo el homenajeado tras el partido. El goleador del Dépor recibió tratamiento de VIP en todo el viaje. Fue en preferente en el avión junto a su familia, y apenas participó de la concentración del equipo en Río salvo cuando tenía que entrenar. La prensa de su país le señalaba y posó con Zico y Dinamite reclamando su sitio en la iconografía carioca.
Dos precedentes y la gran fiesta
No era la primera vez que el Dépor jugaba en Maracaná. Aunque sí su primera victoria. En 1954, en plena gira coruñesa por América, el equipo blanquiazul disputó dos encuentros en el gigantesco estadio, en el mes de julio. Entonces Arsenio también estuvo, pero como entrenador. Perdió el Dépor 4-1 y 3-0 ante el Fluminense. La victoria, sin embargo, no fue la única novedad respecto a lo acontecido medio siglo antes.
Después de agasajar a Dinamite en el campo, al Dépor le tocó la pista de baile. Tras el partido, la expedición coruñesa fue invitada a la sala de fiestas Scala, propiedad del gran empresario de la noche de Río de Janeiro, el gallego Chico Recarei. La ocasión requería elegancia y el Dépor estrenó nuevo traje oficial. Bebeto, que se quiso saltar el protocolo, fue obligado a cambiarse. «Roberto Dinamite saludó mesa a mesa a los comensales y regaló un reloj de recuerdo a cada jugador del Deportivo. En la esfera, el lema del homenaje, 'Valeu, Roberto!», recogieron los enviados especiales de La Voz.
Sin embargo, para los deportivistas la cena fue la gran ocasión para fotografiarse con Zico, el gran ídolo del Brasil del 82. Varios jugadores blanquiazules aprovecharon para retratarse con el Pelé blanco. Además de la cena, hubo espectáculo musical y alguno hasta tuvo que marcarse un baile. «El primer artista que tomó la escena fue un joven gallego de onde OTI. El muchacho se definió como un emigrante de la música y recordó sus orígenes en Palmeira-Ribeira. Así, el juglar resultó ser casi vecino de Fran y José Ramón», apuntaba el cronista de La Voz.
La polémica final
Todo parecía haber salido a pedir de boca. El Dépor vivió una experiencia inolvidable, conasiguió un triunfo de prestigio y disfrutño de una noche por todo lo alto en Río de Janeiro. Pero la cosa no terminó bien del todo. «Los directivos del Deportivo denunciaron que la organización del homenaje a Dinamite intentó 'escamotear parte de la taquilla», rezaba la información cuando la expedición ya iba camino de Alvedro. El Dépor tenía apalabrado el 50 % de la recaudación, y recibió 26.000 dólares, que a la directiva blanquiazul le parecieron pocos.
Con más o menos dinero, el Deportivo emprendió regreso a A Coruña. Aprovechó el parón por las selecciones para recuperarse de Río de Janeiro, y al siguiente fin de semana, siguió como si tal cosa: 0-1 en Gijón, gol de Albístegui. En el recuerdo, la gran aventura brasileña del SuperDépor.