El capitán abandona el barco
Vigo
José Manuel Pinto se va después de más de diez años en el Celta, donde su mayor éxito fue lograr el «Zamora»
18 Jan 2008. Actualizado a las 03:20 h.
En los tiempos que corren resulta misión imposible encontrar a futbolistas que permanezcan más de una década en el mismo club. Raúl es una excepción. José Manuel Pinto otra.
El portero nacido el El Puerto de Santa María (Cádiz) en 1975 abandona el Celta después de más de diez años dentro de la plantilla. Desde otro meta, Pachi Villanueva, ningún jugador ha permanecido tanto tiempo en el equipo vigués. Por eso llama la atención que el andaluz despegase ayer con destino a Barcelona negándose a despedirse de la afición celeste.
Aterrizó en Vigo en el verano de 1998 después de haber debutado dos partidos en Primera División con el Betis, club al que había llegado de la mano de José Ramón Esnaola, el mítico portero verdiblanco. Durante una temporada y media fue suplente de Richard Dutruel que, como él, realizó el camino de Vigo a Barcelona en el 2000.
La última media temporada de Dutruel en el Celta fue relegado al banquillo por Víctor Fernández y Pinto tuvo su chance de tener continuidad por primera vez. Pero el entrenador maño con confiaba plenamente en él, por lo que el Celta fichó a Pablo Cavallero, que pronto le arrebató la titularidad.
Fue necesario que el celta descendiese a Segunda División para que llegase la gran oportunidad y la consolidación de José Manuel Pinto. Fue de la mano de Fernando Vázquez, que le convirtió en su portero indiscutible y en su hombre de confianza dentro del vestuario justo cuando cogió los galones de capitán. Hizo una gran temporada el año del ascenso, pero el mayor éxito de su carrera lo alcanzó a la edad de 30 años, cuando conquistó el Trofeo Zamora como guardameta menos goleado de Primera División. Había superado en un gol al sempiterno Santiago Cañizares y al meta al que hará sombra en el banquillo azulgrana, Víctor Valdés.
Ocurrió en la temporada 2005-06, en la que encajó 28 goles en 36 partidos y se convirtió en una pieza clave para que el equipo celeste adquiriese el pasaporte para la Copa de la UEFA.
Su seguridad bajo palos, en el mano a mano con los delanteros y sus reflejos le encumbraron. Pero nunca acabó de dar muestras de una gran seguridad en las salidas, y así como había ascendido a los cielos, dicen que más dura es la caída, y Pinto se fue desmoronando.
La pasada campaña no se pareció en nada al portero que había ganado el Zamora. Estuvo muy inseguro, tuvo cantidad de errores, y el Celta acabó como el segundo equipo más goleado, una de las claves de la condena al descenso.
Su mala racha ha tenido continuidad esta temporada y el pasado mes de diciembre López Caro decidió relegarle al banquillo.
Ahora el capitán abandona el barco y se va con la música (tiene su propio grupo) y con sus rarezas, como no hablar los días antes de los partidos, a otra parte.