El ostracismo de Sergio Ortega
Vigo
El ex futbolista del Numancia, tras superar una grave lesión la pasada temporada, pasó de debutar como titular ante el Barça B a no entrar en las últimas convocatorias
22 Sep 2010. Actualizado a las 02:00 h.
Sergio Ortega llegó hace poco más de un año al Celta como una de las apuestas más ilusionantes para apuntalar la línea defensiva, la más débil en las últimas campañas. Fichó por tres temporadas y sus números con el Numancia lo debían convertir en uno de los fijos en el once celeste. Sin embargo, su aventura en Vigo va camino de convertirse en una pesadilla para el central cántabro. «El inicio de estos dos últimos años han sido el peor de toda mi carrera deportiva», explica Ortega.
La temporada 2009-10 se la pasó prácticamente en blanco por culpa de una grave lesión de rodilla que sufrió en el primer encuentro de liga, precisamente ante su ex equipo: «Esa lesión se alargó demasiado y fue un palo», recalca.
Y esta, tras una dura pero ilusionante pretemporada, tampoco ha empezado nada bien para él. El futbolista ha pasado en menos de un mes de jugar titular contra el filial del Barcelona en el debut liguero a ver los siguientes tres partidos de liga, más el de Copa contra el Alcorcón, desde la grada: «Es muy duro pero hay que llevarlo lo mejor posible. Tengo que seguir trabajando para que cuando aparezca otra oportunidad demostrarle al míster que puede contar conmigo».
Pero su futuro parece bastante oscuro. Aunque él no se siente señalado por el técnico, la realidad es que para Paco Herrera ahora mismo es el quinto central de la plantilla por detrás de David Catalá, Andrés Túñez, Ander Murillo y el mediocentro reconvertido a central Jonathan Vila. El golpe de salir del equipo le afectó anímicamente: «Ahora me encuentro mejor, aunque sí es verdad que la primera semana fue muy dura y anímicamente bajé bastante». El paso de las semanas ha calmado tímidamente ese dolor: «Tenía que recuperarme porque si estoy mal y me toca jugar podía influir en mi rendimiento».
La grada quema
Cuatro partidos seguidos en la grada son muchos para un futbolista acostumbrado a ser importante en los equipos en los que ha militado antes de recalar en el Celta. «Siempre que estás en el banquillo tienes una opción de jugar. Sin embargo, estando en la grada todo se te hace mucho más duro porque no puedes ayudar al equipo, sobre todo ahora que la cosa está marchando bien».
Este nuevo rol le duele, pero lo acepta: «El equipo ahora está respondiendo muy bien, aunque ojalá tenga pronto otra oportunidad».