Una investigadora de la UVigo estudia la adaptación de la pesca al cambio climático en Japón
Vigo
Xochitl Édua Elías y sus colaboradores publican el resultado de su trabajo en zonas marineras de la cuarta isla del país
24 Oct 2024. Actualizado a las 05:00 h.
La doctora Xochitl Édua Elías Ilosvay, del grupo de investigación CIM-Future Oceans Lab de la Universidade de Vigo, acaba de publicar un estudio que muestra la compleja relación entre los impactos del cambio climático y las respuestas adaptativas de los pescadores costeros en una de las zonas más afectadas por estos cambios ambientales: las costas del sur de Japón. El calentamiento de las aguas y las fuertes corrientes que fluyen hacia el norte están «tropicalizando» el mar, lo que amenaza los ecosistemas templados de todo el mundo, desde los bosques de algas marinas en Japón y Australia hasta los prados de pastos marinos en el Golfo de México y el Mediterráneo.
Las investigadoras e investigadores implicados en este proyecto entrevistaron en persona a más de cien pescadores de 25 comunidades pesqueras a lo largo de toda la costa oeste de Shikoku, la cuarta isla más grande de Japón. Estas comunidades están situadas en tres regiones que varían en su exposición a la tropicalización, desde ecosistemas completamente dominados por corales tropicales en el sur, pasando por ecosistemas mixtos en la región central, hasta los últimos bosques de algas tempranas que aún persisten en el norte. “Estas comunidades pesqueras ofrecieron un laboratorio natural para comprender hasta qué punto las respuestas de adaptación reflejan el gradiente natural de exposición a los cambios ecológicos”, explica Xochitl Y. Elías, a lo que añade que el objetivo del estudio era evaluar si las respuestas de adaptación de los pescadores estaban más influenciadas por la intensidad del cambio ecológico (llamado continuo de adaptación) o por su contexto socioeconómico.
Los resultados mostraron que, mientras que los pescadores en la región central, donde la tropicalización es más dinámica, adoptaron mayormente estrategias de adaptación (como reducir los gastos de pesca o buscar nuevas especies, tal y como explican los autores en el artículo), en las otras dos regiones predominaron las respuestas de no actuar. La prevalencia de esta inactividad en la región sur, donde los cambios tropicales estuvieron presentes por más tiempo, contradice la idea de un continuo de adaptación, que sugiere que, la medida que los impactos aumentan, los pescadores deberían pasar de estrategias de adaptación a transformaciones más profundas cuando estas estrategias no son suficientes.
Los autores atribuyen este resultado a que las respuestas transformadoras en el sur, como el abandono de la pesca, pudieron ocurrir antes (solo se entrevistó a pescadores activos), lo cual está apoyado por la merma de la población pesquera en la región. Con todo, el nivel de exposición no influyó claramente en la disposición de los pescadores para implementar cambios transformadores. Esa disposición estaba más relacionada con sus circunstancias sociales y económicas. En particular, los hogares que dependían principalmente de la pesca para obtener ingresos y alimentos eran más propensos a adaptarse, pero menos propensos a transformarse, mientras que los pescadores involucrados en la acuicultura costera mostraron más disposición a realizar cambios profundos que los dedicados a la pesca extractiva. Este hallazgo resalta la necesidad de abordar simultáneamente la mitigación del cambio climático y la adaptación social.
El estudio fue parte de un doctorado internacional realizado por la autora principal, la doctora Xochitl *Édua Elías Ilosvay, en el grupo de investigación CIM-Future Oceans Lab de la Universidad de Vigo bajo la supervisión de los investigadores Elena Ojea, responsable de este equipo de investigación del Centro de Investigación Marina de la UVigo, y Jorge García Molinos, de la Universidad de Hokkaido, en el Japón. También contó con la colaboración de Naoki H. Kumagai, del Instituto Nacional de Estudios Ambientales de Japón, la participación del investigador japonés Yuji Ise (Fundación de Investigación Biológica Kuroshio) y el apoyo de los miembros de la comunidad local, Kameyuki Seike y Kazuki Seike, durante los estudios de campo.