Detenido un joven de 20 años por el homicidio a cuchilladas de su madre
As Neves
El arrestado tiene una enfermedad psiquiátrica y, al parecer, discutieron porque no quería tomar la medicación
27 Sep 2024. Actualizado a las 02:39 h.
Tragedia en el municipio de As Neves (4.000 habitantes), donde María Irene Rodríguez Gil, de 60 años, falleció acuchillada en la entrada de su casa, presumiblemente a manos de su hijo menor, de 20 años y con una enfermedad psiquiátrica grave. Ocurrió en el domicilio familiar, ubicado en la parroquia de Rubiós, el miércoles sobre las nueve y veinte de la noche. A esa hora, alertados por los gritos de la víctima, unos vecinos acudieron a socorrer a la mujer. Al parecer, también escucharon una discusión previa porque el joven no quería tomar la medicación prescrita y la investigación apunta a ese enfrentamiento como el desencuentro que provocó el ataque.
La Guardia Civil halló a la víctima ensangrentada y tendida en el suelo del exterior de la vivienda con varias heridas por arma blanca y siendo atendida por una vecina. El joven permanecía dentro de la vivienda, donde también estaba su abuela materna, de 81 años, con un alzhéimer avanzado. Los agentes entraron de inmediato en la casa.
Los sanitarios del 061 trataron sin éxito de reanimar a la víctima, herida de muerte. La Guardia Civil localizó a la vez al joven dentro de la vivienda. Aún no eran las diez de la noche. Abel Casal R. no opuso resistencia, estaba también ensangrentado y presentaban varios cortes en los dedos de la mano derecha. El joven detenido como presunto autor de un delito de homicidio en el ámbito de la violencia doméstica fue trasladado al centro de salud de Ponteareas, desde donde se le derivó al Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo.
El levantamiento del cadáver se produjo a las doce y media en presencia de personal del juzgado de guardia de Ponteareas y la investigación está a cargo del Equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Tui, que esa misma noche inspeccionó el domicilio con el Equipo de Criminalística del Laboratorio de Pontevedra. El arrestado, tras abandonar el hospital, fue conducido a los calabozos de la Guardia Civil de Ponteareas. Con la víctima y el presunto homicida, vivía también el otro hijo de Irene, que en ese momento no se hallaba en el domicilio porque estaba entrenando con su equipo de fútbol, indicaron allegados a la familia.
La investigación considera que la discusión se inició porque Abel, que al parecer también tuvo algún problema de drogas, no quería tomarse la medicación.
Irene le contó el lunes a unas amigas con las que estuvo vendimiando que iba a pedir que le adelantasen la cita que tenía su hijo con el psiquiatra en Ponteareas «porque lo encontraba peor». «Nos decía que su hijo escuchaba voces y que al psicólogo le había dicho que la odiaba a ella y a su hermano, pero jamás dijo que tuviera miedo», explicaron tras el minuto de silencio convocado por el Concello que reunió a un pueblo conmocionado. Irene había intentado que Abel las acompañara a la vendimia, pero tampoco quiso.
Le adelantaron la cita al martes e Irene llevó a su hijo al médico. «Nos dijo que le habían cambiado la medicación y el martes por la tarde la recogió en la farmacia», explican sus amigas incapaces de asumir lo sucedido y visiblemente agotadas tras una noche en vela. Su relato, entrecortado por las lágrimas y la emoción, evidencia su frustración y dolor. Dicen que Abel «ya había estado ingresado dos veces en el hospital por sus problemas psiquiátricos» y cuestionan el abordaje médico. «El martes le cambiaron la medicación, pero cómo no lo volvieron a ingresar con lo mal que se le veía», se pregunta una de las amigas de toda la vida de Irene —«nos conocemos desde los 7 años y siempre estábamos juntas», dice—. Insisten en que «nunca había temido que su hijo le hiciera nada». «Esto ya se veía venir hace mucho tiempo», sostiene otra de las amigas. «Hay que ser muy cuidadoso y poner el foco en el problema de las enfermedades mentales» defendió el alcalde José Manuel Alfonso.
Tres días de luto oficial por el suceso
«Prudencia y cautela». El alcalde José Manuel Alfonso González, acompañado por toda la corporación, pidió ayer «comprensión, apoyo y solidaridad» para toda la familia. Su intervención fue un alegato contra el estigma de las enfermedades mentales, «que, a raíz de la pandemia aún se han agudizado más, sobre todo en los jóvenes», pero desde la acción e involucrando a todos. «Las administraciones debemos trabajar más y seguir poniendo los medios para profundizar en estos casos y poner las herramientas necesarias», defendió. Habló ante un nutrido grupo de vecinos que se reunió ante el Concello para compartir un minuto de silencio en recuerdo a Irene y pidió una involucración activa. «Si somos conocedores de alguna situación de vulnerabilidad, de enfermedad mental o de malos tratos, tenemos que hacérselo saber a las autoridades para ponernos a trabajar y ayudar», insistió.
Sobre el caso concreto de Ire, presunta víctima de violencia doméstica, el regidor indicó que «no existía ninguna denuncia previa» y que el Concello ha declarado tres días de luto que rematarán en la medianoche del sábado. «Es un día terrible. Todos estamos tristes, incrédulos e impactados, especialmente los jóvenes y hay que trasladar todo nuestro cariño a la familia», reiteró.
Irene Rodríguez y Abel Casal
Abel Casal (20 años) siempre había sido un niño «tímido» e Irene Rodríguez Gil (60) «una mujer estupenda, solidaria, dispuesta para ayudar a los demás y a la que le encantaba bailar». Era una familia más de un pequeño municipio de vida tranquila sacudido de la noche a la mañana por un homicidio que ha dejado al presunto autor y a su hermano huérfanos de su madre. «Irene siempre estaba pendiente de todos y nos hablaba con tranquilidad de la enfermedad de su hijo, pero sin miedo por que pudiera llegar a hacer algo», insisten. «Hoy no está bien, dame unos filetes para hacerle un bocadillo, que no quiere salir de casa», les dijo Irene a las amigas con las que estuvo el lunes vendimiando.
Irene era una mujer conocida porque, además de ser «muy sociable», trabajó como cartera durante mucho tiempo. «Pidió una excedencia para cuidar a su madre, enferma de alzhéimer», indicaban algunas amigas, y hace tres años perdió a su padre. Por entonces, apuntan, se endureció el carácter de su hijo menor. Abel nunca había tenido problemas en el colegio y estuvo en la EFA de As Neves, que es un centro concertado de Formación Profesional, pero lo había dejado. «Llevaba tres años que no era él. No sé cómo empezó el cambio, pero sí cómo ha acabado», lamenta una de las amigas de la familia. Estaba con ella el lunes en las uvas cuando se tropezó y cayó. «Irene me ayudó a levantar y ayer [por el martes] me vino a recoger a Soutelo», recuerda. Volvían de ver a un popular componedor de huesos. «Mientras me trajo a casa me contó que por la mañana habían ido al psiquiatra a Ponteareas, que le habían cambiado la medicación a Abel y que confiaba en que así mejoraría», dice.
Irene Rodríguez estaba preocupada por el bajón en el estado de ánimo de su hijo que, al parecer, todos notaban. «Ni siquiera quiso ir a sacar el perro, que era lo único que hacía que saliera a diario de casa para dar un paseo», indican sus compañeras intentando darse ánimos unas a otras para sobrellevar el dolor. En su mente y en su boca, palabras de amor y cariño tanto para su amiga como para toda una familia destrozada. «Era tan servicial y amiga de todos que también me vino a ver ayer. ¿Cómo iba a pensar que iba a pasar algo así poco después?», dice una de sus amigas.
Y es que Irene, que había acudido con una de ellas a una cita médica al hospital por la mañana, pasó de nuevo por casa de la amiga que se había caído el lunes. «Fíjate cómo era que, con lo que ella tenía encima, aún vino a casa para ver si quería ayuda con los animales o la comida. Así era de buena», concluyen.