La Voz de Galicia

El Lagares se blinda para no inundar Vigo

Vigo ciudad

Antón lois Amigos da terra vigo@tierra.org
Un tramo del paseo junto al río Lagares que se vino abajo por la crecida del caudal en época de lluvias.Un tramo del paseo junto al río Lagares que se vino abajo por la crecida del caudal en época de lluvias.

El río, en Sárdoma, tendrá una laguna temporal para minimizar las crecidas

22 Dec 2024. Actualizado a las 16:35 h.

El proceso fue largo pero finalmente, el 17 de junio de este año, se aprobó en Europa la Ley de Restauración de la Naturaleza. A pesar de las muchas dificultades y conflictos de intereses —permitan señalar la paradoja de lo poco que les gusta conservar a los conservadores cuando de la naturaleza se trata—, finalmente tenemos el primer instrumento legal para conseguir el reto de restaurar ecológicamente al menos el 20% de las zonas terrestres y marítimas de la UE para 2030 y todos los ecosistemas degradados para 2050.

 

El fundamento de esta trascendental normativa tiene un sencillo fundamento: actualmente entendemos (más o menos) la necesidad y los beneficios que nos brinda la protección de aquellos espacios naturales que todavía conservan en buen estado su biodiversidad, pero ¿quién dice que los espacios degradados no se puedan recuperar? La respuesta a esta pregunta es la Ley Europea de Restauración de la Naturaleza. En general, estas leyes de la UE nos parecen algo etéreo y distante con poca aplicación práctica en nuestra vida cotidiana, pero quizás se entienda mejor su trascendencia con un ejemplo de caso de plena actualidad y su aplicación en nuestro entorno.

 

A punto de cumplirse dos meses, la terrible dana de Valencia puso sobre la mesa, además de la evidencia de la emergencia climática, la necesidad de actuar en los espacios naturales para mitigar los efectos de unos fenómenos extremos que, como se había advertido, serán cada vez más frecuentes e intensos (permitan señalar otra paradoja: lo absurdo de pretender que cambien los efectos si no se actúa sobre las causas). Automáticamente, todas las comunidades, Galicia incluida, se apresuraron a revisar los planes de protección en sus cuencas hidrográficas.

 

En nuestro caso tenemos recién actualizada, a 28 de octubre, la tercera revisión del Plan de Protección Civil ante el riesgo de inundaciones en Galicia. Este plan establece un análisis de riesgos en el que se incluyen las áreas con un potencial significativo de inundación y las obligaciones de los concellos. Vigo, con zonas de riesgo alto de inundación y peligrosidad media, debería obligatoriamente haber elaborado su propio plan de actuación ante el riesgo de inundaciones, pero no lo tiene (en realidad, como la inmensa mayoría de concellos del área metropolitana).

 

Entre esos lugares inundables, que previsible e inevitablemente se inundan, figura un punto en Vigo con un riesgo alto asociado al Lagares y el Barxa en Sárdoma. Hasta ahora las soluciones a las inundaciones recurrentes en esa zona, que con razón se llamó siempre «planicie de inundación», consistieron en luchar contra la naturaleza e intentar domesticarla mientras se ocupaban esos espacios inundables y se destrozaba el ecosistema que garantizaba la mitigación de esas inundaciones. Salió mal, pero algo ha cambiado.

 

Tras tantos años descalificando e ignorando las propuestas científicas —y, si nos permiten, también las ecologistas—, la administración ha comprendido por fin que tenemos que volver a las soluciones con base en la naturaleza y restaurar los ecosistemas. Recientemente, la Xunta anunció que en el margen derecho del río Lagares, en Sárdoma, se va a crear una «zona de inundación controlada» de 73.000 metros cuadrados que actuará como una laguna temporal durante las crecidas. Almacenará hasta 110.000 metros cúbicos de agua, que devolverán gradualmente al cauce del Lagares. O lo que es lo mismo: para mitigar el problema de las inundaciones, reconstruir el ecosistema que en su día destrozamos. Mejor tarde que nunca. Ese es el camino.

 


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