Tú también las cantabas mal

A veces el mejor principio es una despedida. Que en esta vida hay mucho jetas que da el cante. Porque aquí todo empezó por el Porque te vas de Jeanette, ese éxito compuesto por Perales en el 74. Xa choveu, pero no escampa el acento del por qué. Por qué, pero por qué nos empeñamos en hacerle la pregunta al que se va. Pues anda y que te ondulen, vete y pega la vuelta, que me tienes ¡cantá! La clave del Porque te vas nos la da una compañera: esa conjunción causal no encierra una pregunta, sino una asunción. Vamos, ella, la dejada, lo tiene asumido, así que la rayita de la tilde supondría en la historia un paso atrás. Y ¡no! Con el trabajo que da el desamor. Que se lo digan si no a Mecano, que ha tenido que ver su Cruz de navajas echando a perder la plata de Lorca en esa versión tan... tan... ¡neoliberal!: «Tú que trabajas por una mujer...». Hablando de Mecanazos, para romántico-práctico ese tema que dice: «¡Amor, sal ya de este probador... se está asando de calor!». El amor, la verdad, trastorna la sintaxis. Y acalora tanto que qué mejor que meterse al probador a cambiarse para que no cante el ala. Hay que cuidar la higiene de los grandes sentimientos, digo yo. A veces hasta les pondrías cucaraerosol, ¡anda que no!, para fliss fliss al «arácnido en tu pelo» que sobrevuela el clásico de Gardel. De ahí a los Labios de fresa de Danza Invisible hay toooda una revolución tecnológica: «Radio sorpresa, sabor de amor, culpa de la fruta de la pasión». ¿Te suena, estás en onda, a que sí? Pero qué bien que se nos da cantar mal. Ayss. Aunque a veces el mal viene hecho. Acuérdate de La fuerza del destino que llevó a Mecano al siniestro oral ante un desplante: «Te dije ?nena, dame un beso?, tú contestastesss que no». Empezamos mal, pero lo bueno de lo malo es que puede ir a mejor. ¡Que nos quiten lo canta´o!