La Voz de Galicia

¿Por qué les hablan en inglés?

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Ana Abelenda, Noelia Silvosa, Sandra Faginas

ELLOS EDUCAN EN INGLÉS No son nativos, pero este es el idioma en el que están criando a sus hijos, que nacen con un «bread» bajo el brazo. ¿Moda o el mejor método para aprenderlo? Here we go!

08 Feb 2018. Actualizado a las 17:32 h.

Seguro que lo han visto ya. English is over here, en los columpios de los parques, en el trayecto de casa al cole y en los pasillos del súper. El idioma, en el top de los más prestigiados del mundo, es el que usan cada vez más padres no nativos para criar a sus hijos, como una lengua madre aprendida que se siente cómoda en casa y se vincula a la vida cotidiana desde el principio.

ANGEL MANSO

Carla y Jaime: «Papá es daddy, los abuelos son abus, y las abuelas, grandma»

Uno de los mejores métodos para aprender inglés es vivir en él, convertirlo más que en una materia de nota, en la lengua del desayuno, en la de ponerse el abrigo, en la del juego y en la del cuento para dormir, asegura Carla Moncada, coruñesa, profesora de idiomas, y madre de Jaime, que, a sus dos años y medio, suele arrancar el día al grito de «¡Maaami, breakfast, quiero breakfast!».

Ella a Jaime (que mezcla lenguas siguiendo una tendencia en boga entre los jóvenes) lo quiere «madly», locamente en inglés. «¡Pero también lo quiero en castellano o en gallego, eh! Lo quiero madly y como la trucha al trucho. Una cosa no quita la otra. Las lenguas suman, no excluyen. Yo soy una friki de los idiomas [habla también francés, italiano, algo de hindú y hace sus pinitos en chino] y el inglés abre muchas puertas en el mundo y el mercado laboral. ¿Cuánta gente tiene que irse hoy al extranjero a trabajar? Y cuando tienes un hijo debes prepararlo para el mundo», comparte Carla, que estudió en la Escuela de Idiomas, y al acabar, con 23-24 años, se fue a vivir a Londres. «Trabajando de cosas varias fui soltándome más y adquiriendo otro vocabulario», cuenta quien tenía que vivir el contacto in situ «sí o sí». «Había que pasar por eso, y es una experiencia que te da otro contacto, más natural e incluso afectivo, con el idioma. Aunque yo iba con un bagaje, con una buena base de la Escuela de Idiomas».

«Ready» desde que nacen

Ahora que vive en A Coruña, Carla piensa y sueña en español; pero en su etapa en Londres soñaba en inglés, recuerda, la lengua en la que con constancia, a través de la experiencia y el juego, y con el aval de los postulados de Skinner, se comunica con su hijo. «Es absurdo tratar de enseñarle algo a un niño diciéndole: ‘Siéntate y escucha’. Hay que vivir los idiomas. Yo a Jaime lo lavo, lo peino y lo visto en inglés. Él juega en inglés. Es la lengua que le hablo en casa desde que nació, y que él ya oía de su madre desde que estaba en la barriga. Algunas veces los cuentos son en francés, y él se va haciendo también a esa fonética», dice Carla, que sintió el flechazo por la lengua de Shakespeare en los 90 ¡con Take That! «Un fin de semana y otro y otro, quedaba con mis amigas para escuchar las canciones y ver los vídeos». ¿Inmersión lingüística súper pop? «De ese grupo de amigas salimos tres dedicadas a los idiomas...», revela.

¿Cuál es el momento idóneo para empezar a enseñarles un idioma? «Desde el nacimiento, aunque los médicos te dicen que los niños expuestos a muchos idiomas desde el principio pueden sufrir bloqueo. Yo, como profesora de idiomas, sabiendo cómo se adquiere la fonética, diría que, para aprender inglés, cuanto antes mejor porque tienen mayor facilidad cuanto más pequeños son. Los niños están preparados para aprender cualquier idioma desde que nacen. Y cuanta más exposición a las lenguas tengan más las van a absorber. Su boca se hace con mayor facilidad a sonidos de otras lenguas que de adultos se nos resisten», afirma.

Jaime oye el gallego de su bisabuelo, mientras que su padre y los abuelos suelen hablarle en castellano. «Para Jaime, Papá es daddy, los abuelos son abus, y las abuelas, grandma», dice Carla. Y les dejamos ya. Antes de que Jaime pida «fish» para cenar. 

MARCOS MÍGUEZ

Mariña, Jose y sus niños: «Yo les hablo en inglés y su padre en gallego»

En casa de Mariña Varela no se habla español. Ella es la encargada de transmitirles a sus dos hijos, de 3 años y 10 meses, el inglés. Ese es el idioma en el que se comunica con ambos. Y su marido, Jose, no lo hace en castellano, pero tampoco en ninguna lengua extranjera. Su idioma es el gallego. «Lo habla siempre, así que con los niños también», confirma Mariña. ¿Y el español, de dónde lo incorporan? «Del entorno. De hecho la primera palabra que pronunciaron los dos fue ‘papá’, en español», asegura esta madre que decidió muy pronto que su casa iba a ser bilingüe y ahora cuenta su experiencia en el blog Spanglishpeque. «Cuando nació el mayor, tenía claro que queríamos que empezase con el inglés desde pequeño». Y dicho y hecho. Lo incorporaró con flexibilidad, «empecé a los 5 o 6 meses, poco a poco, en algunos momentos como a la hora del baño. Cada vez fuimos a más y a los 9 ya le hablaba casi siempre en inglés», dice Mariña, que leyó que lo óptimo era que cada padre le hablase en un idioma, y así lo hicieron. No le preocupa que mezclen lenguas, y menos después de la experiencia con el mayor: «Él mezclaba antes, y de más pequeñito elegía las palabras en función del idioma en que le resultasen más fáciles, como por ejemplo cuando decía ‘car’ en vez de ‘coche’. Pero empezó a hablar muy pronto, con 18 meses, y hacia el verano pasado comenzó a distinguirlos. Ahora apenas mezcla». Eso sí, a pesar de que su padre le habla en gallego, él le responde en castellano. ¿Y eso? «El gallego no lo interiorizó igual. Supongo que siempre van optando por el idioma mayoritario, y con sus amigos del cole habla en español», indica. El inglés sí lo incorporó, y en todas las situaciones. «Hasta sueña en inglés», dice Mariña. ¿Y cuando crezcan, sabrás mantener el nivel? «No me preocupa, aquí vamos día a día y paso a paso. Las dudas y los miedos son de bebés. Cuando crecen un poco y empiezan a hablar en inglés es cuando se disipan todas las dudas». A las pruebas se remite.  

BENITO ORDOÑEZ

Vanesa, Taha y Mariam: «Mariam habla inglés, persa y aprende chino»

A sus tres años, Mariam habla español, inglés, persa y está aprendiendo chino. Vanesa, su madre, le habla en inglés. Su padre Taha le habla en persa, su idioma nativo. Ella habla en español, tanto en la calle como en el cole o con sus abuelos. Y ahora aprende chino con amigos nativos. «Yo siempre había tenido la intención de que Mariam aprendiese inglés, pero no era consciente de lo importante que es empezar cuanto antes. Eso cambió cuando vi un discurso de una ponente de la Universidad de Washington, en la que se decía que a partir de los 10 meses los niños empezaban a tener problemas para distinguir algunos fonemas. Mariam tenía 8 meses y pensé: ‘Uuuf, estoy en el límite!’», dice Vanesa, que es traductora y pensó que esto iba a resultarle fácil, pero no. «Yo soy muy buena en lenguajes especializados, pero me faltaba la jerga infantil porque no nos criamos así», reconoce volviendo al origen de su determinación: «Yo sufrí un golpe cuando llegué a la Universidad, y dije: ‘Esto no le va a pasar a mi hija’», así que se puso las pilas. Hoy cuenta su experiencia en el blog Badanamu para ayudar a otros padres con la iniciativa.

«Funcionó enseguida»

Al principio intentaba decir cosas muy cortitas, «utilizar la misma palabra en diferentes frases para que asimilase el concepto y la gramática, y «funcionó, funcionó enseguida», afirma. ¿Y su marido? «En inglés tiene un nivel normalito, pero es persa y es el idioma en el que le habla a Mariam». «Pero entonces para los abuelos tiene que ser un show», le digo. «La niña con ellos habla español y, si no sabe una palabra, se comunica con un gesto. Mis padres son los que están ahora aprendiendo inglés», responde Vanesa divertida, a quien no le preocupa para nada que Mariam pueda quedarse atrás en el castellano: «Ahora en el cole el aprendizaje en español está siendo estratosférico».

¿Y el chino, de dónde viene? «Intentamos establecer relaciones con vecinos y amigos que va haciendo. Ya canta en chino y dice frases cortas», afirma. Pero lo más importante de todo, recuerda, es que los padres motiven a sus hijos: «Que no sea una clase de inglés, sino algo que están disfrutando».  

XOAN A. SOLER

Luján y Emma: «Emma no me dice te quiero, me dice I love you»

Cuando Luján pensó en adentrarse en este mundo de inmersión lingüística con su hija Emma, lo primero que le asaltaron fueron las dudas. «Pensé: ‘Cómo me gustaría transmitirle el idioma, pero qué difícil en un país no angloparlante’». Y de ahí, saltó a la siguiente cuestión: «¿Y si yo empiezo a comunicarme con ella? Me parecía una locura, no sabía que otros padres lo estaban haciendo, pero cuando a sus 12 meses descubrí que otra gente lo hacía, me motivó», relata. Uno de ellos fue Álex, un sevillano que en su web crecereningles.com no solo narra su experiencia, sino que ofrece cursos de bilingüismo en casa a través de videotutoriales. Luján también se lanzó a compartir su método en su blog (crianzabilingue.com) y en su propio canal de YouTube. Pero volvamos al mundo analógico.

Arrancó diciéndole a Emma algunas palabras, algo que compaginaba poniéndole canciones y comprándole libros para bebés. Ahora la niña ya habla casi siempre en inglés, tanto en casa como fuera. «Va a la guardería, y antes de apuntarla se lo comenté a lo profesora. Hace poco pregunté, y me dijo que ellas mismas les hablan en inglés y que Emma también les habla en español cuando quiere», afirma Luján, que se divierte con las mezclas de la pequeña: «A mí me mezcla, me dice: ‘I want to eat algo’ o ‘quiero comer something’». De la misma manera, la niña la quiere en inglés, pero en español la ama. «Me suele decir ‘I love you so much’ en inglés o ‘te amo’ en español», comenta. Su padre, Santiago, es quien le habla en español. «Decidimos aplicar el método OPOL (One Person One Language, Una Persona Una Lengua en español), así que yo le hablo en inglés y su padre en español. Pero es algo mixto, flexible», afirma. Con tanto batiburrillo, ¿le cuesta más aprender el español que a otros niños? Luján asegura que los profesores le dicen que no. «No hay ningún estudio que diga que puede haber retraso en el habla», afirma. De momento, Emma elige. «Va cambiando ella sola de idioma», indica, y yo lo compruebo cuando escucho a voz en grito al otro lado del teléfono: «¡Aguaaaa! ¡Quiero máááááás!». 

Estudiar continuamente

A pesar de que de momento no ve inconveniente en que su hija reciba información por partida doble, Luján no oculta sus dudas. «Me surgen dudas de si la estaré confundiendo. Pero de cara al futuro, creo que es un aprendizaje que vamos a hacer las dos. Lo que tiene es que hay que estudiar siempre, aunque es enriquecedor. Mi oído ahora es mucho más agudo en inglés. Además, yo veo el presente y se me quitan todos los miedos al mirarla a ella», reconoce. Destaca que no es estricta, porque ante todo quiere que Emma disfrute con esto. «Justamente lo que no quiero es que sea un problema», añade. Ante todo, ella busca la naturalidad, no un inglés memorizado. «Más que enseñar, lo que hago es hablarlo. Para enseñar ya están los profesores en la escuela», zanja. ¿Y el acento? «Mi acento es obvio que no es inglés, pero hay padres que dicen: ¿Qué más da el acento? Si en español también hay acentos diferentes. Lo más importante es la comunicación, no el acento», insiste. Lo que quiere con todo esto, además de que su hija domine el inglés sin sufrimiento, es que el bilingüismo le ayude a ver el mundo desde otra perspectiva. «Te hace de mente más abierta, y me gusta que sepa que hay otras culturas», señala. Y a sus 29 meses, Emma ya es más internacional que muchos adultos.  


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