A estas cafeterías se viene a comer
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Que no te engañe el toldo. Porque en estos locales, además del café, te dan un buen menú. Recorremos esos bares en los que la cocina es de restaurante. De plato y hasta con recetas internacionales, saldrás de aquí con ganas de repetir
15 Sep 2018. Actualizado a las 05:00 h.
Que no te lleven al huerto. Estos locales serán cafeterías, pero dentro se come igual que en un restaurante. Apúntate a esta ruta en la que la cocina cobra protagonismo y el pocillo pasa a formar parte del postre.
De italiano en A Coruña
Raúl Vázquez iba en busca de un establecimiento antiguo a la vez que conocido para montar una cafetería. Tras mucho esfuerzo, consiguió el sitio que tanto tiempo llevaba buscando, el Gran Cru Café La Cantera. «Nos costó mucho conseguir este local, nos lo quitaron porque otros dieron una oferta mejor que la nuestra. Pero luego Pepín, el dueño, vio cómo trabajábamos y decidió que nos lo debíamos quedar», defiende. Este lugar tiene mucha historia, ya que desde el año 1953 estuvo regentado por Adolfo y Pepín, padre e hijo que cuidaron siempre la atención del local y lo convirtieron en un referente coruñés. Raúl hace solo tres años que empezó su andadura en él. «En este tiempo he hecho mogollón de amigos nuevos, lo que más me gusta de trabajar aquí es que me divierto mucho con la gente», relata. Los primeros clientes llegan a las 8 de la mañana, «algunos están aquí antes que yo, me ayudan hasta a montar la terraza», asegura riéndose. Los últimos abandonan la cafetería a las doce de la noche, es un no parar.
Este mágico lugar empezó como una cafetería, pero su socia, de familia uruguaya, tenía en el país gaucho un restaurante italiano. «Fue así como empezamos también a incorporar la comida en nuestra carta», sostiene. La gente viene a esta cafetería para comer unos platos específicos. Los canelones con espinacas y langostinos y la pasta con tuco se llevan la palma. «Este tipo de recetas solo las encuentran aquí», señala. Aparte de la comida, el desayuno es para probarlo. Su secreto del éxito es tostar el café cada mañana, y acompañar esa bebida con un buen cruasán no tiene precio. Las tartas también son su especialidad. Si con todo esto todavía no te han convencido, cuentan que también realizan catas de vino y exponen las obras de artistas emergentes. El sitio lo vale.
Wok en Vilagarcía
Con apenas un mes de vida, ubicado el nuevo triángulo cool de Vilagarcía (rúa Valentín Viqueira), ya ha tenido El Trastero que redefinir en parte su propuesta. Concibieron David Jiménez y Jesús Lindner -dos hosteleros curtidos en la escena noctámbula local- El Trastero como un espacio de largo recorrido en el que tuviera cabida el desayuno, el café, las cervezas y la primera copa, con la cocina como complemento. Hoy reconocen que lo que ellos presumían complemento se ha convertido en el eje central de su oferta. «Es la carta la que nos está marcando el camino del local», admiten, no sin cierta satisfacción. Y lo de la satisfacción está justificado, porque su propuesta culinaria, sin llegar a ser rompedora, sí que toma el riesgo de alejarse del tan recurrente sota, caballo y rey.
Sustentada siempre que puede en el producto fresco y de proximidad, la carta hace alarde de concreción y tino. Muy presentes las verduras -siempre del día-, que se consagran en el wok o en reconfortantes ensaladas. Los huevos estrellados merecen sección propia. Al igual que las papas, el producto más demandado en estas primeras semanas junto a las crepes de marisco y de pulpo y las tres variedades de hamburguesas, pura delicatesen. Añádanle la croca a la brasa, el tartar de aguacate con salmón o la fondue de parmesano y ya se pueden ir haciendo a la idea. Para completarla, en un par de semanas arrancan también con un menú del día semanal convertible en plato único.
«Por mucho peso que tenga la cocina no somos ni vamos a ser un restaurante», puntualiza David Jiménez. Ni falta que hace. Exquisitamente decorado, El Trastero nació con otra vocación a la que no tiene intención de renunciar. Quizá ahí radica uno de sus grandes atractivos. El de lucir con elegante discreción a cualquier hora del día y adornarse al mediodía y por la noche con la fantasía de su cocina. Fantasía que puede culminar, por supuesto, con un exquisito café.
En Ourense, al tribunal
Tribunal es mucho más que una cafetería. El establecimiento, que se puso en marcha en el 2017, poco después de que a pocos metros se inaugurasen los nuevos juzgados de la capital de As Burgas -eso explica su nombre- arrancó con la intención de ser una bocatería, pero con el tiempo se han convertido en un referente para cenas y comidas. Materias primas de calidad, precios públicos y mucha flexibilidad son las tres claves para el éxito que tiene el local, que abre de lunes a domingo. A diario, los clientes pueden elegir entre un menú del día por 9,5 euros, en el que abundan los pescados del día y los postres caseros. Para los que son de comer menos, el medio menú es su apuesta, por 7 euros. «Por poco dinero aquí puedes comer bien, con productos frescos bien preparados», asegura el encargado, Gonzalo Carballeda.
Eso de lunes a viernes, porque los fines de semana el equipo de cocina diseña una propuesta más sofisticada, en la que se incluyen algunas de las especialidades de la casa, como el cordero asado, el bacalao a la portuguesa o el churrasco. En estos casos, el menú, que incluye un primer plato, además de postre y bebida, cuesta 15 euros. Hacen además propuestas para los más pequeños, por un coste máximo de siete. Para quienes prefieran probar estas delicias en su casa, ofrecen la posibilidad de llevarse la comida, aunque no tienen servicio a domicilio. «Hacemos mucha comida para llevar. Este verano hemos potenciado mucho las ensaladas, preparándolas en envases especiales que la gente podía venir a recoger para luego llevárselas a la playa o la piscina», cuenta Gonzalo, que asegura que en el local se preparan menús para celíacos y se adaptan a las necesidades particulares que puedan tener los clientes. Y aunque los menús cambian cada día, de cara al invierno ya piensan en recuperar, para los sábados, su popular cocido. «Es un plato que tiene mucho éxito», anuncia Gonzalo.
Con historia en Santiago
La cafetería Paradiso hay que buscarla a pesar de que está en la Rúa do Vilar compostelana. Es una puerta con un pasillo sin demasiada luz que anuncia un coqueto local que intentaría imitar cualquier diseñador que busque un efecto vintage. Solo que es auténtico. Aparece en las guías de toda la vida y también está muy bien situado en las páginas de reputación de restaurantes, donde los clientes valoran poder tomar un café o comer algo sencillo rodeados por una decoración singular y siempre con la amabilidad de Agustín Ares, su dueño, que lleva el local junto a su mujer, Socorro, y su hijo Pablo. Son hosteleros desde siempre, y nunca renunciaron a ofrecer una carta amplísima con platos combinados, raciones y tortillas. Su especialidad es la tarta de Santiago, que hacen en casa, pero el matrimonio tiene buena mano hasta para las hamburguesas y los bocadillos, para los que cuentan con una extensa carta que hace dudar a los peregrinos, que llegan de casualidad o recomendados.
Los caminantes han sustituido en buena medida a los estudiantes universitarios, que por cientos tomaron este local fundado en 1976 como lugar de referencia para hacer una parada, a veces para comer o cenar, y otras para desayunar, ya que el Paradiso es de los que sigue poniendo chocolate con churros de buena mañana. En sus 42 años de historia las reformas han sido mínimas. Agustín decidió cambiar unos sofás que ocupaban mucho por las mesas con sillas para ofrecer más comodidad, y tal es la preocupación por mantener el espíritu del local que cuando se enteró de que cerraba la tienda en la que había comprado las lámparas se hizo con todos los modelos que restaban por si había que sustituirlas en el futuro. Tiene luz para rato.