Yo aprendí gallego por amor
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Pasión por la lengua la de Carlos, que se fijó en Leticia antes de verla, al oír que se había plantado ante su jefa para defender a súa lingua nai. Hoy tienen una hija, Lea, que medra no idioma máis feitiño
23 Jun 2019. Actualizado a las 07:53 h.
Carlos Vélez, catalán de Barcelona, se fijó en Leticia, gallega de Fene, por la lengua. Antes de verla por primera vez, llegó a sus oídos una anécdota. «Unos meses antes de conocernos, oí hablar de una chica que hablaba siempre en gallego. La jefa era madrileña. Y me llegó la cosa de que había en la empresa una gallega que se había enfrentado a ella por el idioma», empieza a contar Carlos. «Eu traballaba nunha empresa que tiña tenda na Coruña e falaba galego no meu día a día, salvo que alguén fose de fóra, que entón cambiaba. Á xefa díxenlle que falaba galego cos compañeiros porque me entendían e porque este é un idioma oficial. En plan guerreira, ha, ha, ha», explica Leticia. «Y yo dije: ‘¡No sé quién es, pero tengo que conocerla!’», asegura Carlos.
«Aprendí gallego por amor». Carlos sostiene la frase entre risas, como la mirada de Leticia y la atención de su pequeña hija, Lea, y se remonta a un primer encuentro en Lisboa, cuando la hoy feliz pareja eran aún un par de singles destinados por razones laborales en Portugal. «Os dous estabamos traballando... ía dicir para unha firma sueca. Para Ikea! A min mandáronme dende A Coruña para Lisboa, e a el dende Barcelona. E coñecémonos montando a tenda de Loures. Chamoume a atención», confiesa Leticia. «Lo primero que me dijiste es: ‘Te vi entrar en la cafetería por la mañana’. Ella me preguntó: ‘¿Dónde está el café?’. Y le dije: ‘Ahí en las máquinas’. Creo que lo primero que pensó fue que era un borde», sonríe Carlos. «A min el gustoume xa o primeiro día», declara Leticia. ¿Te gustó antes de oírlo hablar? «Gustoume antes de escoitalo falar», admite.
Aquí hay madera
En Lisboa coincidieron poco más de una semana, pero prendió una llama, el deseo de volver a coincidir. Tras la apertura de tienda en Portugal, surgió la apertura de otra en A Coruña, así que volvieron a encontrarse en la que hoy es su ciudad. Empezaron a salir y él debió viajar unos meses nuevamente por trabajo a Bilbao. «Fue mi último destino, porque ahí lo dejé todo. Pedí una excedencia y me vine a A Coruña a lo loco», cuenta Carlos. Cunha man diante e outra detrás? «Si. Lo dejé todo. Todo», asegura. ¿Por amor? «Todo por amor», concede.
Leticia lleva desde el 2001 viviendo en A Coruña. Carlos «é catalán, pero agora é raro que o saiban, porque xa non ten acento catalán, senón máis ben galego», dice ella. Celebran juntos ocho años y una hija, Lea, que está empezando a hablar, y pica unas palabras en gallego y otras en castellano, y algunas otras también en catalán. «A ela sempre lle falo en catalán», expresa Carlos pasándose al gallego de manera natural.
Lea diferencia entre avó y yayo. «Os avós son os de aquí. E os yayos, os de Barcelona. E á barriga Lea chámalle pancha, que é como se di en catalán. Pero tamén di xa nomes de animais en galego, polos contos, como xoaniña...», cuenta Leticia, que a Carlos le habla siempre en gallego. «Por teléfono sempre, e ás veces cando estamos xuntos sós falamos en castelán, porque ao principio a el custáballe entenderme...», sigue ella. «Cuando se enfada, ella me habla en gallego, así que tuve que aprender y ponerme las pilas rápido», suelta él. «Cando te anoxas sae a túa lingua nai!», remata ella, que creció bilingüe, con gallego en casa, más castellano en el cole y pasándose del todo á lingua nai a partir de los años de Universidad. «Agora pasa iso, ti educas á nena en galego, pero no cole fala e convive sobre todo en castelán. É a lingua na que na Coruña habitualmente máis se socializa cos demais», comenta Leticia.
«Non hai madeira» es una de las expresiones gallegas que más utiliza Carlos, que es «o carpinteiro» en el programa Galicia bonita, de TVG. «É que nos primeiros episodios non había madeira! Sempre quedabamos curtos...», cuenta este catalán que conecta, afirma, «moi ben» con Galicia. Él dice que retranca siempre la tuvo. «Si. Ten retranca, ten», afirma Leticia.
Hay quien dice que la gente ya no se quiere en gallego, que este non é idioma para facer o amor. Pero el «quérote» se impone sobre las otras lenguas de la casa para esta pareja. «Ata temos un xogo co quérote. Eu regaleille unha bolsiña de té na que pon ‘quero té’», confiesa Leticia con humor.
En Galicia tienen sus recunchos favoritos. Pero, puestos a elegir, se quedan con Coruña. «Aquí estoy en casa. Tengo morriña -dice Carlos-, pero no de Barcelona, no del lugar, sino de mi familia. Ahora, si pienso en casa, pienso en A Coruña, en sus calles y en la gente que he conocido, y sé que aquí voy a pasar tiempo...». «Nós somos coruñeses por decisión, por elección. Somos freelances, así que poderiamos traballar noutra cidade, pero queremos ser coruñeses!», dice Leticia, que tiene un estudio de arquitectura en el coworking Eléctrica.
Esta pareja es un choio. Hoy son tándem para hacer diseño de mobiliario, y viajan regularmente á terriña catalá. Allí tienen una sobrina, de 9 años, que es profe de catalán de Leticia. «Fun aprendendo naturalmente con ela! As partes do corpo, cancións infantís, todo o que ía aprendendo ela ao medrar. Agora, Leire [nombre vasco para completar el combinado] é dobre mestra, mestra de Lea e mestra miña».
A Lea le pusieron Lea por corto y por gallego. «Se fose neno, a el gustáballe Lois», cuenta Leticia, que dice que barajarán el catalán para un segundo hijo... se lle cadra.
«Es bonito lo de aprender algo gracias al amor. Para mí, el gallego no es una imposición. Es parte de una cultura y lo abrazo como tal. El gallego es parte de ella, de Leti -la declaración de Carlos es formal-. Me gustó pasear por las calles de Ferrol donde ella había crecido cuando la conocí. O galego gústame por ela».