Álvaro Morte: «Tengo claro cuál sería el golpe perfecto»
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No fue un robo, pero a una amiga le pidió prestado su apellido, Morte, y desde entonces su carrera es imparable. Ahora triunfa con «La casa de papel», pero en «El embarcadero» nos dejó buen sabor de boca: «Sí creo que se puede querer a dos mujeres a la vez»
25 Sep 2019. Actualizado a las 19:48 h.
Con El Profesor de La casa de papel no se puede hacer la entrevista más que por teléfono. Así son las reglas y con él hay que seguir siempre las instrucciones, por eso cuando Álvaro Morte (Algeciras, 23 de febrero de 1975), el actor que le da vida en la serie, suena al otro lado con su voz misteriosa, una pega un respingo de la silla porque su tono im-pre-siona. «¡Qué va, mi voz es normal y corriente!», relaja el actor, que ha conseguido en estos últimos años ser una de las caras más conocidas en todo el mundo. «Todo lo que me ha pasado ha sido una brutalidad, nos ha cambiado por completo la perspectiva a todo el equipo», explica, mientras asegura que siente que está en racha. «Interpretar a Óscar en El embarcadero ha sido otro de los retos que más me han interesado, querer a dos chicas a la vez y que las mujeres no te odien ya es mucho», bromea.
-Esto es casi un atraco. Te voy a robar tiempo, ¿dirías que es lo que más valoras?
-Sí, sí, sin ninguna duda. Es lo que más valoro, estoy trabajando muchísimo, muy contento por la cantidad de trabajo que en estos momentos poseo, pero echo en falta no tener algo más de tiempo para mí y sobre todo para mi familia. Yo acabo de grabar La casa de papel y justo al día siguiente me incorporo a otro rodaje. No tengo ni dos horas de vacaciones.
-Muchas veces los actores decís: «Llevo bien la fama, tengo una vida normal».
-No, no, no. Llevas una vida de trabajo, sobre todo. Yo intento estar al cien por cien en cada momento: cuando estoy con mi familia quiero estar al cien por cien y no hacer demasiado caso al teléfono. Y si estoy en el teatro, grabando, son muchos frentes abiertos. Es muy difícil.
-¿Antes ya eras un hombre de hacer muchas cosas a la vez o te ha sobrevenido?
-Sí, yo cuando tenía las vacaciones de 3 o 4 semanas, a los dos días estaba pensando qué podíamos hacer. Necesito vidilla, por eso monté la compañía de teatro. Yo no aguanto esto de estar esperando a que te llamen, sí creo que tienes que tener el teléfono operativo por si te llaman, pero si no, hay que reaccionar. Yo tengo mucha suerte, pero me acuerdo de mis compañeros que llevan mucho tiempo sin trabajar.
-Nos queda claro que eres un hombre inquieto, pero últimamente muy misterioso. Tanto El Profesor como Óscar, en «El embarcadero», son así.
-Sí, hombres con más de una cara. Es verdad que cuando Álex Pina me llamó para hacer de Óscar me avisó: es una cosa complicada, es un tipo que es infiel a su mujer y eso es muy condenable. Nosotros tenemos que hacer un ejercicio para blanquear al personaje, no solo no condenarlo, sino llegar a entenderlo.
-Y lo has conseguido.
-Sí, parece ser que sí, yo pensaba que el público femenino se iba a echar encima, pero no. Han entendido perfectamente las situaciones por las que atraviesa el personaje y él también es honesto en la ejecución. No se lo dice a su mujer, pero no es una amante al uso: de sexo y volver a tu casa. Sino que de repente su vida se divide en dos completamente y está muy enamorado.
-Nos has demostrado que se puede querer a dos personas a la vez.
-[Risas] Al menos Óscar lo hace. Yo la baza que jugué es que las quiere al mismo nivel, pero de manera totalmente distinta.
-¿Tú crees que es posible?
-Claro, no solamente se enamora de Verónica, sino que se enamora de la Albufera, de otro ritmo de vida, no es meramente de una mujer. Eso también lo ha entendido la gente. Yo creo que es posible querer a dos personas, no sé si a mí eso me pasará, estoy desde luego muy enamorado de mi mujer y no tengo problema en eso, no tengo a nadie más en mi vida, pero desde luego sí creo que es posible. Esa estética, esa fotografía, también influye en las pasiones de los personajes.
-¿Tú te has echado muchos faroles? Lo pienso por las dos series, que tienen mucho alrededor del engaño. ¿La mentira es necesaria para sobrevivir?
-Yo creo que no. Yo tengo una máxima que me enseñó mi padre de pequeño y es que yo no miento. Una vez con 18 años engañé a mi padre, cogí el coche, me metí en un follón, y al final él por la mañana me dijo: ‘Sabe más el diablo por viejo que por diablo’. Y efectivamente me pilló en aquello, me sentí avergonzado a un nivel brutal y lo que decidí es que no mentiría jamás en mi vida. Yo no miento. La única que me permito es sobre el escenario o delante de la cámara. La interpretación es el arte de mentir de tal manera que el espectador se crea que es de verdad.
-¿El Profesor asumirá el amor por encima de cualquier otro riesgo?
-No lo sé, esto igual había que preguntárselo al creador, a Álex Pina, pero a mí me gustaría pensar que no, por hacer un personaje más oscuro. Sí se enamora de la inspectora, pero si no tuviera esa otra parte oscura, tampoco funcionaría. La baza de El Profesor que nos engancha tanto es que no sabemos nunca qué se le pasa por la cabeza, lo que está pensando. Intento darle esa ambigüedad.
-¿Tú cuál es el último riesgo que has asumido?
-Yo más que de asumir riesgos creo que no soy cobarde. La cobardía y la pereza son de las cosas que más condeno y creo que puedo decir que, hoy por hoy, no me da miedo nada, con lo cual no veo riesgos. Procuro evitarlos porque al ser valiente no los veo como tales. Cuanto más riesgo hay en un proyecto más me entusiasma. A nivel personal procuro tomarme la vida con muchísima tranquilidad.
-¿A quién esconderías detrás de esa careta? ¿No te ha apetecido que de repente estuviera una determinada persona?
-Guau. Vaya pregunta más interesante. No sé, no sé. Me gustaría trabajar con muchísimos compañeros. Mi actor favorito, que desgraciadamente falleció hace unos años es Alan Rickman, con el cual no he podido compartir escenario ni pantalla. Y me entusiasmaría que en una de estas se quitara la careta y apareciera él.
-Tú has dicho que te molesta que Jorge Javier estuviera reventando los teatros y muchos actores que se lo curran no. ¿Quieres reivindicar el oficio?
-Me da mucha rabia sobre todo que haya tantos escenarios públicos que le hayan abierto sus puertas. Los privados por supuesto pueden programar lo que quieran. Un teatro público tiene la responsabilidad de hacer llegar a esos espectadores un teatro de fiar. Hay obras buenísimas en un cajón, con compañeros que lo hacen genial, con espectáculos maravillosos que no pueden llegar a fin de mes, que a lo mejor se han pagado de su bolsillo para generar cultura. Y de repente aparece un personaje que no se ha subido al teatro nunca y aprovecha esas masas que mueve en programas de televisión, desde mi punto de vista de dudosa calidad, y le abren las puertas. Llámese Jorge Javier o cualquier otro. No hablo personalmente. Hablo de un tipo de espectáculo que se programa, nos merecemos algo de más calidad.
-El Profesor tiene una mujer preferida que es Tokio [Úrsula Corberó], ¿no?
-Bueno, es desde luego una de sus preferidas. Hay una relación en la que El Profesor es como su ángel de la guarda, hay una relación ahí como de mejores amigos. Berlín es el hermano de El Profesor, pero Tokio, si El Profesor tuviera que hablar un tema con alguien, lo haría con Tokio. Es una cosa que me gusta mucho porque se rompen las barreras de eso que se ha dicho siempre: ¿puedes tener una mejor amiga sin acostarte con ella? ¿Sin estar enamorado de ella? Pues yo siempre he pensado que sí y aquí se pone de manifiesto. Y me gusta que el brazo armado de El Profesor sea una chica, no un chico. Que sea ella la única que le entra en la habitación y le mira a la cara. Tiene todo ese carácter que me parece estupendo.
-Tú le robaste el apellido a una amiga, ¿no?
-Sí, sí. Yo en realidad me apellido García, y como existía un actor también que se llamaba Álvaro García, pues busqué otra cosa. Es una amiga que se apellida Morte y bueno me gustó porque suena en italiano, portugués, en gallego... Al principio sé que suena tétrico, pero cuando ya lo escuchas cuatro veces te acostumbras. A mí desde que me cambié el nombre, la vida me ha ido mucho mejor. He tenido más suerte laboral. Seré Morte para los restos.
-Cuando tu chica te dijo que a tu edad no ibas a dar un pelotazo, te hirió el orgullo y pensaste: ‘Te vas a enterar’.
-[Risas]. Bueno, aquello fue una conversación muertos de risa los dos con un vino delante. Y asumiendo que el éxito en la vida no es que te llegue una serie, sino que lo importante ya lo habíamos conseguido: tenemos dos hijos maravillosos, hemos formado una compañía que se sostiene por sí sola y todo lo demás pasa a un segundo plano. Y en ese contexto está sacada la frase de: ‘Tú no vas a dar un pelotazo nunca más, con la edad que tienes, eso queda para los chavales de veintitantos’. Y yo dije: ‘Pues por supuesto’. Y fíjate lo que son las cosas, hemos dado un pelotazo planetario [risas].
-Ha sido brutal.
-Sí, me da hasta reparo verbalizar esto, pero los que componemos el elenco de La casa de papel somos estrellas internacionales. Es así.
-¿Cómo está el chat?
-Ahora un poco parado, pero cuando de repente empezamos a ver que la gente hacía locuras con nuestras caras. Ha sido una cosa tremenda lo que se ha generado con La casa de papel.
-Hay personas que se han tatuado tu cara. Te llevan a flor de piel.
-Sí, pero eso no es lo más impresionante, no deja de ser anecdótico. A mí lo que más me ha impresionado es que uno de los barcos de la ONG que recoge refugiados de repente empezaran todos a cantar el Bella Ciao. Fue emocionante y agradable, para presumir.
-¿Cuál es el golpe perfecto para ti?
-Sería equilibrar este mundo, ni tanto rico ni tantos pobres. Que haya tanta gente nadando en oro y otra gente muriéndose de hambre. La riqueza está muy mal repartida y el golpe perfecto sería equilibrarlo, regular esa bonanza.
-¿Lo harías con tanta minuciosidad como en tu papel? Creo que eres muy meticuloso.
-Me gusta echar horas, horas y horas cuando preparo un personaje o una función, me gusta mucho trabajar. No me cuesta, lo disfruto muchísimo, me gusta cuando echo horas ver que la cosa va mucho mejor. Me gusta ser riguroso.
-«La casa de papel» ha conseguido que se hable español en muchas partes del mundo, se ve en versión original.
-Sí, hay gente que se ha puesto a estudiarlo por eso, me parece brutal, hemos conseguido tantas cosas buenas que todo esto me parece increíble.