Celia Villalobos: «Por desgracia, no soy amiga de Aznar»
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Desde hace un año solo es militante del PP, pero la que fue una de sus voces más espontáneas y genuinas no está por la labor de retirarse sin más. Concursante de «Master Chef», estrena colaboración en otro programa de TVE. Ahora está en la promoción de su biografía. De nuevo, no se corta
01 Oct 2020. Actualizado a las 19:13 h.
Aunque ya no ejerce ningún cargo desde febrero del 2019, Celia Villalobos (Málaga, 1949) es un animal político en todas las dimensiones de la expresión. Siempre con un dardo en la palabra. Alcaldesa, diputada, eurodiputada, ministra, vicepresidenta del Congreso y ahora autora de su biografía, La política apasionada (Península). «Creo que en la vida siempre hay que estar expectante, si no, acabas muriéndote», dice, mientras afirma, en plena polémica por las palabras de Isabel Díaz Ayuso, que «en este país hay una tendencia a que España es Madrid, como si el resto no existiéramos». Tiene cuerda para rato, ahora también en la tele.
—¿Quiso dejar huella o ajustar cuentas en estas memorias?
—No tengo que ajustarle las cuentas a nadie ni nadie me las tiene por qué ajustar a mí. Simplemente, me lo propusieron, y me apeteció. Son mis recuerdos personales de la política y de algunas de las personas que conocí. No tengo rencor, me parece terrible esa visión de la vida. ¿Dejar huella? Tampoco, a mi trabajo asisto, con mi dinero pago, que diría Antonio Machado. No tengo mucha voluntad de que me recuerden. Estamos obligados a hacer las cosas bien. Si estás pendiente de que te recuerden, es que tienes una soberbia... cosa que no tengo. Puse toda mi capacidad y alma en todo lo que hice y me siento muy orgullosa, con mis aciertos y errores.
—¿Fue un verso suelto del PP?
—El padre de un compañero muy amigo mío me decía: «Hija mía, Celia, recuerda: todo el mundo aplaude tus piruetas, pero tú sola te curas las agujetas». Y es muy cierto. Ser políticamente correcta tiene sus servidumbres, claro que hubo momentos complicados, y los pagas. Pero soy como soy y no lo quiero evitar. ¿Soy sincera? Sí. ¿Lo cuento todo? No. No se me ocurre contar conversaciones privadas ni lo que se habla en un Consejo de Ministros, como otros.
—Entre las personas que cita, están desde Tita Cervera a la reina Letizia.
—La gente que se pone el mundo por montera, como hizo Tita, me gusta muchísimo. Y gracias a la reina hoy la española es una monarquía moderna. Ha aportado muchísimo sentido común a esa institución. Lo que me tiene un poquito harta es esa manía de destrozar a las mujeres por cómo visten.
—También están Pedro Sánchez, Santiago Abascal o Manuel Fraga.
—Pedro Sánchez no me gusta absolutamente nada. No me gusta ni su forma de andar. Es un político que solo mira por su culo. Abascal es un radical, como Pablo Iglesias, pero del lado contrario. Y sobre Fraga, era un hombre mucho más abierto de lo que la gente piensa.
—¿Sigue siendo amiga de Aznar?
—Por desgracia, no. Yo recuerdo y quiero al Aznar de la unión del centro derecha, el que gobernó este país y escribió el libro titulado El camino al centro.
—¿A qué políticos echa de menos?
—A muchos. A Pérez Rubalcaba, a Mariano Rajoy, a Soraya o a Fátima Báñez, por encima de todo. Echo de menos a Rita Barberá, echo de menos a tantos, fíjese que echo de menos hasta a Bono.
—¿Echa de menos la política?
—La verdad es que no y no tengo ninguna intención de volver. No me gusta la política actual, absolutamente nada. Esa política líquida, de mirar de reojo a las redes sociales, poniendo por delante el interés particular. A los jóvenes los llamo la generación copito de nieve. Viven en una burbuja, creen en las verdades absolutas y quienes piensan diferente, ya no existen.
—Fue una política de derechas que despertaba simpatías en la izquierda.
—He tenido mucho respaldo de la gente normal, sencilla. De la que entendió mi forma de ser. Muchos de izquierdas y muchos que no lo eran. Lo que ocurre es que yo he defendido cuestiones de las que la izquierda siempre ha tomado posesión. Si alguien cree que entre los votantes del PP no hay homosexuales, que no hay personas que no han abortado, no están en la realidad de la vida.
Si alguien cree que entre los votantes del PP no hay homosexuales o personas que han abortado, es que no está en la realidad de la vida
—El PP se opuso al matrimonio entre personas del mismo sexo, al aborto...
—Pero cuando gobernó no las cambió. ¿José María Aznar cambió la ley del aborto? No. ¿Mariano Rajoy echó atrás la ley del matrimonio gay? No.
—Pero lo intentó.
—Lo intentó, bueno, pero no lo hizo. El resultado es: ¿Llegó alguna ley al Congreso? No, pues ya está. ¿Por qué? En primer lugar, porque en el PP hay muchas sensibilidades, y en segundo, porque cuando eres presidente del Gobierno lo eres del conjunto, no de los tuyos.
—¿Le gusta el Partido Popular de hoy?
—Lo que espero del PP actual es que se dé cuenta de que la única forma que tiene el centro derecha de gobernar este país es desde la unidad, cosa que hizo Aznar en el 90. Con tres siglas diferentes no vamos a ningún lado. Espero que se amplíe, hay muchísima gente que me gusta, como su presidente, el señor Feijoo, o el mío, Juanma Moreno.
—¿Pablo Casado es el mejor líder?
—Vamos a ver, yo no lo voté en el congreso de mi partido. Lo que espero es que busque el centro como solución para gobernar este país. Y, si en ese camino Pablo tiene que convencer a alguno de los que lo apoyaron, pues que lo haga. El voto de Vox fue siempre un voto del Partido Popular. Espero que los votantes de Vox se den cuenta de que la ruptura solo favorece a la izquierda.
—¿Su mejor y peor momento?
—El mejor, el tiempo que fui alcaldesa de Málaga, mi ciudad, y creo que en el Ministerio de Sanidad trabajamos mucho y bien. ¿Los peores? Esos ya los han escrito ustedes en el periódico miles de veces.
—¿Se refiere al momento Candy Crush?
—La pregunta que yo me haría es, ¿y si hubiera sido un hombre, le hubieran dado tanta resonancia? Porque yo recuerdo hombres importantísimos cogidos con el móvil y haciendo cosas y ha durado eso exactamente 15 segundos.
—¿Es feminista?
—Mucho. Yo soy del feminismo real, del déjame que trabaje, déjame espacio y no me toques las narices. Si la ministra actual, Irene Montero, se cree que está haciendo mucho por el feminismo, se está equivocando. Está defendiendo a la mujer como víctima. Las mujeres tenemos que confiar más en las mujeres. Los hombres aprovechan que nos matemos vivas para pasarnos por encima y colocarse ellos. Lo he visto en mi partido, con Soraya y Cospedal, y fuera. Yo digo: si hay la posibilidad de colocar a una mujer, colócala, aunque sea un poco peor, hazlo, porque ellos se apoyan.
—¿Le dijeron que estaba ahí por su marido, Pedro Arriola, asesor de PP?
—Hay casos más evidentes. Cuando Ana Botella fue alcaldesa, la putearon de qué forma. No se lo merecía. Hoy tenemos un vicepresidente segundo y a una ministra de Igualdad que son matrimonio, pero es perfecto, porque son de izquierdas. En este país la derecha, el centro derecha, siempre es cuestionado y la izquierda, perdonada. ¿Por qué? Es una buena re?exión y un buen libro que alguien deberá escribir.
—Y ahora, estrella de la tele. De «Master Chef» a colaboradora de «Como Sapiens», en TVE.
—Master Chef me pareció un reto interesante y no me arrepiento para nada. Creo que los políticos deben abandonar el corsé de solo la política, no vaya a ser que me critiquen. Invito a que lo hagan, es muy grati?cante. Lo que estoy haciendo en la tele lo hago con la misma pasión y ganas que tuve en la política. Si convenzo a más gente de que tome más verduras y menos perritos, estupendo.
—¿No se imagina de ama de casa?
—Pienso que uno no se debe parar. Hay que huir de la zona de confort. No me imagino para nada en casa. Estaría en una asociación haciendo cosas, en mi barrio dándole la lata a la concejala del distrito. ¿Por qué diablos voy a estar en casa?