Mandan copas... ¡Las primeras pero con sentidiño!
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Con un ojo en la pandemia, pero por fin podemos disfrutar de las noches de verano en una terraza o un bar de copas. Hacemos un recorrido por los mejores lugares para tomar combinados y que tanto hemos echado de menos. Toca brindar
10 Jul 2021. Actualizado a las 18:17 h.
Sí, ya casi no recordamos cuando fue la última vez. Terminar de cenar e ir a tomarse algo hasta que nos entren ganas de volver a casa y sin que nadie te eche del garito de moda a las once. Y aunque ahora tenemos que tener un ojo en los malos datos de la evolución de la pandemia y otro en el sentido común, sí podemos permitirnos salir de noche, pero siguiendo de forma estricta los protocolos. Así que mientras no digan lo contrario, ¡mandan copas! y son las primeras. Toca disfrutarlas, con sentidiño.
No podíamos iniciar esta ruta copera por Galicia en otra localidad que no fuera Sanxenxo. Ahí las noches de verano tienen un color y un calor especial. Y aunque no estamos en Sevilla, en cuanto se pone el sol, la zona del puerto deportivo se convierte en una auténtica bulería social. En esa explanada se encuentra con luces de neón uno de los locales de referencia de las noches de veraneo, el Dux que, si bien hace unos años era un local más de última hora, de un tiempo a esta parte las primeras copas triunfan en este local de 240 metros de terraza. Culpa de este éxito la tiene una nueva modalidad de copeteo que se oferta en este local. A través de la plataforma digital woutick.es puedes elegir la mesa en la que sentarte y la franja horaria por la que harás la reserva. Allí, a partir de las nueve de la noche el servicio es de botella. Es decir, si la reserva es para dos o cuatro personas se ofrece una botella de licor con diez refrescos. Si es para seis u ocho personas -recuerda que si sois más de seis no convivientes solo podéis estar juntos en terraza- serían dos botellas y 20 refrescos. Y hasta diez personas, tres botellas y 30 refrescos. Con la reserva tienes que abonar 55 euros, 5 se corresponden con los gastos de gestión de la plataforma y el resto se descontará de lo que consumas cuando estés allí.
«Depende de lo que pida la gente, pero lo que más se vende son botellas de licor: ginebra, whisky, ron... ahora mismo lo que más está saliendo es la ginebra. También hay quien quiere beber champán o cava», comentan desde este local que en circunstancias normales tiene licencia de apertura hasta las 5 de la mañana: «Por eso hemos adelantado un poquito el horario de las reservas de las mesas. Porque solo podemos estar ahora hasta las tres».
Y aunque el momento más fuerte en Sanxenxo, turísticamente hablando, se espera para agosto, es cierto que a estas alturas ya se nota mucho ambiente en la localidad pontevedresa. La gente quiere desconectar y aunque, la evolución de la pandemia marcará el verano, hay muchas ganas de disfrutar.
Merienda, cena o copa
Cuando el Garoa irrumpió como referente de la coctelería en Santiago, hace 13 años, una copa de primera hora todavía significaba adentrarse más allá de la medianoche. El local, que fue de los primeros en darle vida al ocio de tarde, tenía claro cuáles eran los picos y valles de actividad, abriendo todos los días del año con la excepción de Nochebuena. Dos crisis globales después, los hermanos Antelo Rivas todavía no saben cómo se van a resolver los nuevos horarios cuando se supere la pandemia, pero tienen muy claro que quieren dar primero. De beber, se entiende. «Serán los clientes los que decidan», comenta Carlos, que en los últimos meses ha tenido que adaptarse a la montaña rusa de horas límite que fijaban las autoridades y que han cambiado las costumbres de la gente. Cuando el cierre era obligado a media tarde, la primera hora se trasladó a la mañana y se hartaron de poner vermús. A medida que las medidas fueron aliviándose, los destilados empezaron a fluir después de la comida. Ahora, con la expectativa de poder abrir hasta las tres de la mañana, perciben que los cambios de costumbre de la clientela empiezan a consolidarse y las primeras copas caen con la luz del solsticio, entre las 20 y las 22 horas, invadiendo incluso un terreno que era más propio del picoteo o las cenas. En esta nueva etapa que empieza habrá más novedades, porque el Garoa seguirá sirviendo las copas y los cócteles en las mesas. Por tanto, se perderá el bullicio de la barra a cambio de un servicio más ordenado, que obliga necesariamente a consultar al personal al entrar. «Los fines de semana tendremos a dos personas en las puertas para sentar a la clientela y gestionar las esperas, que no siempre se comprenden», comenta Carlos Antelo, quien también destaca el esfuerzo que supone para el negocio renunciar al dinamismo en la barra para volcarse mesa a mesa, atendiendo a 45 personas en el interior y otras tantas en la terraza.
Jóvenes y no tan jóvenes
¿Quién ha dicho que la primera copa es solo para veinteañeros? Carmela y Manolo son la viva imagen de la felicidad y un buen ejemplo de que los destilados no son solo patrimonio de los jóvenes. Ellos tienen por costumbre tomarse un combinado a última hora de la tarde. Y el lugar es sagrado. En el Breadouro, por supuesto. Uno de los clásicos del verano vigués. Ahí es donde han encontrado el rincón perfecto para degustar este momento tan especial. No es de extrañar porque este local todoterreno se adapta a lo que el cliente demande. Además de ser un lugar excepcional para comer marisco y pescado con vistas a la ría, es ideal para reunirse una pandilla y tomar la primera copa. También resulta muy apetecible ir a la playa de O Baluarte y en cualquier momento de la tarde poder darle un respiro a la piel y tomarse un combinado en esa terraza que tiene mucho encanto y personalidad. Revives en un santiamén.
La amabilidad de José Pérez es firma de la casa que, junto con su hermana Marisa, ha tomado las riendas de este emblemático lugar que sus padres abrieron ni más ni menos que en 1975 y que se fue adaptando a las necesidades de los clientes. Por eso abren de forma ininterrumpida desde la mañana a la noche y en función de la hora que vayas el ambiente varía. «Por la tarde viene gente a tomarse los gintónics y se alarga todo hasta la noche con las cenas. Pero luego también después de cenar muchos se quedan de sobremesa o vienen también a tomarse las primeras copas. Les resulta un lugar muy agradable y tranquilo para disfrutar de la terraza, sobre todo, en los días de calor de primavera o verano», explica el dueño, que responde con énfasis sobre la amabilidad del trato: «¡Hombre, eso por supuesto!». Y confiesa que este año se nota que la gente tiene ganas de salir y estar en la calle: «Parece que va a ser un buen verano. Se nota que hay ganas y los días que ha hecho bueno hemos trabajado bien». Pues brindemos por ello.
Una plaza de referencia
Elegir el punto neurálgico del copeteo en A Coruña es tarea complicada. Sin embargo, la plaza de la Cormelana y su entorno tienen muchas papeletas para estar en lo más alto. «Todo el mundo dice que la plaza es ya un punto de encuentro», confiesa Aranta Garbison Gándara, dueña de El Dorado Cóctel&Bar. Este local cuenta con una amplia terraza y bastante variedad de cócteles, copas, cañas y hasta zumos naturales para los más pequeños. La afluencia en las mesas se nota desde la tarde, con picos a partir de las 20 horas, y se alarga toda la noche: «Ahora abrimos hasta la 1 de la madrugada. Pero hasta esa hora tienes gente sentada. La gente se queda hasta el último minuto», resalta Garbison.
Si de algo presume esta propietaria, es de la buena fama que tienen sus elaboraciones: «Cada vez sacamos más coctelería porque la gente nos ha ido conociendo con el paso del tiempo. Los que más éxito tienen son los daiquiris de mango, de fruta de la pasión, de frutas del bosque, de fresa... los mojitos les encanta a la gente porque además tengo un precio muy competitivo. Todo el mundo dice que es de lo mejor que ha probado. No encuentran esa mezcla de sabores que nosotros sí logramos».
UN CLÁSICO DE AROUSA
A la categoría de clásico no se llega por azar. Tampoco se compra, ni se traspasa. Para que un local se convierta en un clásico tienen que conjugarse y consolidarse una serie de factores que, por desgracia, cada vez son más infrecuentes en nuestra oferta hostelera. En Vilagarcía, La Bolsa es un clásico. Y no porque lleve dos décadas dando calor y color a la noche vilagarciana con el mismo equipo al frente. Que ya no es pequeña razón. La Bolsa es un clásico porque en este pequeño, pero coqueto local confluyen todos los elementos que consiguen que uno sienta esa amable y entrañable confortabilidad que muy pocos locales te consiguen ofrecer. Y ni siquiera hace falta ser un asiduo de La Bolsa o formar parte de la «familia» para percibirlo.
Ya antes de la pandemia Rafa Barreiro, alma y esencia de La Bolsa, había comenzado a redefinir, al menos en parte, la propuesta de su local, ampliando su horario al mediodía y al atardecer. Las nuevas circunstancias no han hecho sino consolidar esa propuesta, pero sin variar un ápice su esencia. La Bolsa sigue siendo ese lugar al que poder ir con la certeza de encontrar un ambiente acogedor, disfrutar de una copa de entre su selecta oferta de combinados y escuchar una selección musical apta para todos los oídos, pero siempre alejada de los cánones de la machacona comercialidad. Lo que ocurre es que ahora se va un poco antes. Lo cual también es de agradecer.
Cuenta La Bolsa además con la ventaja añadida de que se ubica en una calle peatonal en plena zona de tapeo, lo cual favorece el disfrute de su terraza sin apenas tener que desplazarse.
Y como tantas veces suele pasar en las casas de los amigos, y este local lo es para quienes hasta a él se acercan, en La Bolsa suele jugar, y mucho, el factor sorpresa. En cualquier momento los planes se tuercen y siempre es para mejor. Se multiplican los encuentros, se intuyen más amplias las sonrisas, alguien sugiere una canción y las conversaciones derivan en fantasías sin fin. Es lo que tienen los clásicos.