Michenlo, influencer: «Miles de personas desayunan avena por mí»
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Con más de 300.000 seguidores, el gallego conocido como Michenlo es uno de los «influencers» más populares del país, en Instagram comparte su día a día y ahora nos cuenta lo que hay detrás, cómo es su trabajo o la presión de exponer su vida
08 Aug 2021. Actualizado a las 22:43 h.
Son líderes de opinión entre la juventud y marcan las tendencias a seguir en todos los ámbitos, Michael Chenlo (Cerneira, Valga, 1991) es uno de ellos. El influencer comenzó compartiendo en Instagram imágenes editadas por él y no ha parado de crecer hasta ahora. Su día ya empieza pegado al teléfono, compartiendo el desayuno con sus seguidores, que sienten el resultado de sus tortitas como una predicción de cómo será el día.
—He visto en tu Instagram que la tortita de hoy te salió bien, ¿será hoy un buen día?
—Sí, por supuesto. Esto empezó como una broma pero me estoy preocupando porque hay veces en las que, si sale mal, el día va fatal. Yo creo que ya es un efecto psicológico, si algo te va mal por la mañana, en seguida entra la mala leche y enfrentas el día con menos ganas.
—Acabas de llegar a Galicia, ¿qué tal volver de Madrid?
—Para mí venir a Galicia, aunque sigo trabajando desde aquí, es como tener unas mini vacaciones. Me sigo pasando los días editando, grabando, creando contenido, pero no es lo mismo. Para otros las vacaciones serán ir a un barco y disfrutar pero, para mí, estas son mis vacaciones reales, en las que estoy un poco más desconectado. Todos esos viajes que hago no dejan de ser trabajo. Doy gracias por ello pero al final estoy trabajando con marcas y no todo es disfrutar, tengo que grabar todo ese contenido, publicarlo... Llevo mucho tiempo sin tener vacaciones reales, solo hace unos años hice un pequeño detox de redes, durante unos días.
—Y de Madrid, ¿qué es lo que más te gusta?
—El jaleo social. Soy una persona muy extrovertida que no puede parar de hacer planes. Hay gente a mi alrededor que vive en Madrid y pagaría lo que fuera por poder vivir en Galicia. Yo no puedo hacer eso. Para mí Galicia, con el paso de los años, fue cobrando importancia y cuanto más tiempo pasaba fuera, más me gustaba. Cuando me fui, con 20 años, decía: «Yo no quiero estar en esta aldea, es aburridísimo, quiero ir a Madrid, a una ciudad grande». Pero eso fue porque llevaba toda la vida en este lugar y no lo valoraba. A día de hoy, el momento más increíble de todo el año es poder venir a casa el tiempo que sea. Esto es mucho más relax, me gusta para esos momentos de desconexión, para esas semanas en las que quiero recuperarme a nivel psicológico de todo el movimiento del año, pero no para vivir siempre.
—¿Cómo se siente tener esta nueva profesión de influencer? ¿Hay prejuicios?
—Esta es una profesión que lleva diez años bastante extendida, solo es nueva en comparación a otras que llevan siglos. Cada día las tecnologías evolucionan más y ahora hay profesiones mucho más nuevas que la de influencer como tal. Ser community manager es más novedoso y parece que es mucho más respetable que ser influecer porque no eres tú el que da la cara, no hay ese prejuicio de «postureo». Yo he trabajado en ello y tengo muchos amigos muy buenos. Ser community manager requiere el mismo esfuerzo que ser influencer, solo que no te afecta a nivel personal. Nadie critica tu vida, no expones tu privacidad, entonces, ¿por qué está más valorado? Es muy raro. Trabajamos las 24 horas, porque no desconectamos en ningún momento, estamos viendo las tendencias, creando contenido, interesándonos para que las personas que nos siguen no se aburran... ¿Por qué, con todo esto, no es tan respetado? Pues no lo sé, yo solo sabría decirte que al final he aprendido a vivir con ello, es una profesión con la que la gente dice: «Mira, está todo el día de viaje, en restaurantes, viviendo la vida». Pero claro, eso es lo que te enseño, no sabes todo lo que hay detrás porque yo no quiero que lo sepas. Considero que el contenido de estar viéndome a mí las horas que paso delante del ordenador editando no te interesa, para qué te lo voy a enseñar si te va a parecer aburrido. Yo tengo que publicar el contenido que me parezca entretenido, porque yo soy un canal de entretenimiento. Entonces, es una profesión vista de una forma diferente a lo que verdaderamente es y muy criticada, pero a mí me da igual.
—¿Sientes algún tipo de presión por exponer tanto tu vida personal?
—Después de muchos años he aprendido a convivir con esa exposición. He aprendido a llevar bien los momentos puntuales en los que sí hay realmente presión o críticas. Soy un ser humano y puedo hacer alguna tontería o cometer algún error, ahí es cuando paso los momentos más complicados. Incluso sin hacer nada tengo esos momentos porque esto es Internet y la gente puede inventarse cosas, hablar de ti... Hace unos meses, cuando lo dejé con mi ex pareja -la también influencer Marta Riumbau-, me llegaban mensajes de capturas de foros, de gente que se aburre muchísimo, en los que se decía que toda esa relación era una falsa, que nunca estuvimos juntos y decíamos que lo estábamos para vender en Internet y ganar seguidores. Y yo pensando: «Hostias cómo está la gente, madre mía, ¿qué se le puede pasar por la cabeza a alguien para hacer eso?». Al ser una relación pública se ha visto que ella estuvo en mi casa, con mis padres, mi abuela, incluso viviendo unos meses con ellos. La gente está fatal, dicen cosas que no tienen sentido y se piensan que esto es una película. Desde la más sincera honestidad, lo que comparto por Instagram es lo que hay. Es verdad que si tengo un día un poco más triste o los ánimos un poco más bajos, intento disimularlo un poco porque ese día toca. Otro día puedo mostrar que sí estoy fatal, porque también es algo que hay que normalizar, no pasa nada por estar mal. Pero lo único que puede estar un poco disfrazado es eso, hacer un cambio de humor para intentar animarme. Si te gusta el contenido, bien y si no, esto es totalmente libre, con un botón puedes no volver a verme más.
—El color azul es tu signo de identidad, ¿por qué elegiste ese color?
—Yo estudié cine y ya sabía que me gustaba mucho todo el tema de edición. Estando aún en Galicia había subido algunos vídeos a YouTube que triunfaron, unos lipdub con mis amigos cuando teníamos unos 17 o 18 años. Eran una primera versión de los actuales «canta con Michenlo». Yo ya sabía que me gustaba eso, era muy entretenido. Cuando entré en el mundo del cine, hice prácticas en productoras muy importantes, en películas muy conocidas. Entonces me di cuenta de que había que trabajar muchas horas diarias, con todo tu esfuerzo, para que todo el mérito se lo llevase el director (ríe).Yo como tengo ese punto de egocentrismo, que todo el mundo debe tener, decidí empezar a hacer mis cosas, lo que me gustaba a mí, pero en Instagram. Empecé a hacer estas fotos con mucha edición, contenido un poco diferente a lo que había. Y a Instagram le gustó. Empecé a diseñar una personalidad estética propia en mi feed y es ahí donde comienza el tema del azul. Elegí este color porque soy sinestésico y el azul me huele muy bien. Por ejemplo, con el color naranja me pasa lo contrario, me huele fatal. Es algo que a nivel sensorial me pasa desde pequeño.
—En tu Instagram enseñas productos de todo tipo, ¿hay algo que hayas sacado y notaste que muchísima gente se estaba comprando por ti?
—Pues te parecerá una broma pero cuando empecé con lo de las tortitas yo estaba empezando una dieta y eso suele dar bastante pereza. Comencé a grabarme haciéndolas porque iba a ser mi día a día y era una forma de hacerlo acompañado de mis seguidores y no solo. Lo que más me sorprendió es que estaba haciendo unas tortitas de huevo con avena que, dicho así, a nadie le apetecen. Pues no te puedes imaginar cuánta gente a día de hoy desayuna tortitas con avena. Además, esto es real porque yo le pedí un enlace de seguimiento al proveedor para ver qué pasaba y hay miles de personas que compran avena para hacerse las tortitas. Me parece alucinante. En ningún momento de mi vida me imaginé que yo iba a ser una de las personas de España que más avena vendiera. De verdad que no tiene ningún sentido. Pero estoy muy contento porque estoy vendiéndole a la gente algo que es súper sano, desayunar avena molida es de las cosas más sanas que hay, cualquier nutricionista te lo va a recomendar. Así que para estas cosas también puede servir un influencer, para saber cómo alimentarse bien.
—Seguro que recibes muchos mensajes al día e incluso tendrás seguidores que te paran por la calle...
—Por la calle últimamente me pasa que, literalmente, reclaman más a mi perro Olim que a mí. Es increíble. Me paran y me piden una foto y yo, pensando que es conmigo, digo: «Claro, faltaría más» y me dicen: «¿Nos la sacas?». Te digo que este perro tiene algo que atrapa y a la gente la tiene enamorada. Ahora mismo él es el influencer y yo su community manager. Hace seis años, cuando comencé, nos seguía gente mucho más joven, entonces el fenómeno fandom era mayor. Venía gente a esperarnos a sitios, era espectacular. A día de hoy, yo voy por Madrid y me pueden parar, saludar o me piden una foto. Sobre todo saludar porque, a medida que crecen, las personas tienen más vergüenza con estas cosas. Un niño no tiene reparo a nada pero a una persona mayor le cuesta más pedir una foto. Y eso lo vas viendo. Cuando nosotros empezamos y nos seguían niños o chavales de 15 o 16 años, era increíble, fenómeno fandom de verdad. Algo que solo había vivido con mi madre, a pequeña escala, cuando ella estuvo en la TVG. Yo no entendía nada. Un día fui al cine y publiqué que estaba allí, cuando salí habían como cincuenta personas esperando para sacar una foto y eso solo le pasaba a cantantes o actores. Era la primera vez que se vivía eso en un mundo que no fuera el artístico.
—¿Recuerdas alguna buena anécdota con seguidores?
—Hace unos siete años, una niña se me acercó un día y me dijo: «Yo soy tu fan número uno, te conocía cuando subiste las primeras fotos y no tenías seguidores». Yo no me lo creía, pero fui a ver esas fotos y tenía comentarios de ella. Esa chica, desde entonces, estuvo acompañándome durante toda esta historia. A día de hoy forma parte de mi grupo de amigos, tiene mi número, sabe donde vivo y siempre ha sido súper respetuosa. Más que una anécdota, me parece una una historia muy bonita. En Internet también puedes conocer a personas increíbles.
—Comentas que estudiaste cine, ¿qué película te gustaría haber hecho?
—Me gustaría haber sido el editor de Memento, porque me parece una pasada de obra de arte a nivel de edición, me gustan las historias enrevesadas, las distopías... O haber dirigido alguna de Wes Anderson, Gran Hotel Budapest, por ejemplo.