La Voz de Galicia

Inútiles libros

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Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

13 Nov 2021. Actualizado a las 05:00 h.

Una cadena francesa de librerías ha bautizado una sección de sus almacenes con el excluyente título de «libro práctico», lo que convierte el resto de su oferta lectora en una acumulación ordenada de inutilidades para mentes dispuestas a perder el tiempo. La lista de «libroprácticos» más vendidos la encabezan Rallye, de Francisco Santos, dedicado a las carreras de coches; Cuaderno para un periné despierto y relajado [sic], «una guía muy fácil de comprender y de poner en práctica con viñetas e imágenes anatómicas» y Una hierba en el asfalto, dedicado, como el título sugiere, a las hierbas urbanas y con un resumen de venta de una contundencia aplastante: «Tienen tanta belleza que si se las mira de cerca todo lo demás poco importa». Los tres títulos que encabezan la lista de los libros prácticos más vendidos en la Fnac despistan sobre los criterios de adjudicación de la etiqueta, pero invitan desde ya a mirar con otros ojos clásicos y modernos excluidos del almanaque de lo útil. Más allá del rótulo de volúmenes útiles, el resto de los libros tienen de pronto aspecto de intrusos, con sus indicaciones clásicas, pero al parecer inútiles, de novela histórica, o de thriller o incluso de literatura universal.

Porque la pregunta de fondo, la duda que desata la etiqueta es para qué valen los libros, ese objeto que según la Unesco debe contener al menos 25 hojas y según The Guardian es un índice para medir la celebridad de un personaje en función del número de libros que de él se escriban (lo que convertiría a Jesucristo en la figura más popular del momento, todo un influencer, vamos).

Para qué valen los libros se lo acaba de preguntar el Ministerio de Cultura a los españoles, que en el último confinamiento llevaron los niveles de lectura a máximos históricos. A ellos les valieron para entretenerse, desconectar y relajarse, lo que convertiría los libros en un Prozac mental con menos contraindicaciones. Solo esos efectos, sin contar los más elevados intrínsecos al libro, serían suficientes para devolverle la practicidad arrebatada.

 


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