La Voz de Galicia

Víctor Küppers: «Eso de 'nunca tires la toalla' es una chorrada»

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Sandra Faginas

«Las personas alegres deberían cobrar más», asegura Küppers, uno de los conferenciantes más prestigiosos y más seguidos, que nos da las claves de la motivación en el trabajo. «A nadie lo admiran por su despacho sino por su manera de ser», indica

19 Jun 2023. Actualizado a las 18:34 h.

Superados los 50, Víctor Küppers (Eindhoven, Holanda, 1971) cree en el camino de la bondad porque solo teniendo compasión y ayudando a los demás todo cobra sentido. Por eso él, acostumbrado a dar conferencias a altos directivos y trabajadores, sabe lo difícil que resulta aplicarlo cuando compiten los egos. Küppers estudió Económicas, se doctoró en Humanidades, pero a los 28 años un accidente lo postró seis meses en la cama. Fue entonces cuando decidió ponerse a leer lo que le gustaba y su vida giró. «No todos encuentran la vocación fácilmente, pero en la vida hay también que dejarse llevar. Yo soy un hombre con suerte, tengo más de la que merezco», apunta. Eso, claro, hasta que hablamos del Barça.

—¿De qué suelen quejarse los empleados en las empresas?

—En este momento de pandemia, muchos se quejan de volver a trabajar presencialmente. Quieren teletrabajo. Muchas empresas han entendido que se puede confiar en la gente y que estén en su casa no significa que sean vagos. Las empresas que no hayan entrado en el teletrabajo, aunque sea de una manera híbrida, tres o dos días a la semana, están teniendo quejas. Tendrán que cambiar, porque las personas hemos descubierto la vida en familia y las pérdidas enormes de tiempo en los desplazamientos.

—¿Y los jefes de qué se quejan más?

—Con el teletrabajo, liderar a personas a distancia es mucho más complicado. Los jefes se quejan de lo difícil que es liderar a personas a distancia.

—Algunos defienden que un buen líder es aquel que no lo parece. ¿Estás de acuerdo?

—No. Un buen líder es el que no tiene que estar recordando constantemente que es el jefe. No es decirle a la gente lo que tiene que hacer, sino inspirar, movilizar, contagiar; como no te reconozcan, es muy difícil que puedas inspirar. A nadie lo admiran por su despacho sino por su calidad humana, por su manera de ser. La actitud de un equipo es el reflejo de un liderazgo.

—En los vestuarios de fútbol eso se nota. No te voy a hablar de tu Barça... Ahora tenéis a Xavi. ¿La gente cambia si tiene un nuevo entrenador?

—¡No, no, mejor no hablar del Barça! Pero lo que dices es cierto. No hay nada como tener ilusión. Necesitamos trabajar con ilusión y creer en el proyecto, Xavi la empezó generando, no sé si la mantendrá, pero las ganas son fundamentales. Hace unas semanas hubo un partido Celta-Barça y fue un ejemplo de motivación. Nosotros ganábamos 0-3, y luego el Celta se vino arriba y nosotros abajo. El líder tiene que no molestar y generar ilusión, compromiso. Las personas necesitan trabajar con propósito, es algo que la pandemia nos ha puesto en el camino. Queremos empresas más sostenibles, más humanas y más honestas.

—¿Antes la gente estaba más preocupada por el dinero y ahora más por el confort?

—Sí, nos hemos dado cuenta de aquellas cosas que nos importan y de las que no éramos tan conscientes: nuestros padres, nuestra familia, nuestros amigos. Eso se ha notado, por ejemplo, en empresas como Sanitas, que se ha preocupado mucho por la sonrisa externa, la dental, pero también de la interior. Eso lo tienen muy inculcado, que la gente trabaje a gusto, feliz, por eso para mí es una de las empresas más destacadas.

—Durante mucho tiempo «ser alegre» no se entendía como «profesional».

—Sí, de hecho cuando veías a alguien alegre trabajando decías: «Este es un vago». Y el mustio era un profesional como la copa de un pino. Afortunadamente, eso ha cambiado. Es de sentido común. Cuando hay buen ambiente, cuando hay alegría, se trabaja mucho más a gusto. Yo creo que la gente alegre debería cobrar más, no lo digo como un chiste; una persona alegre ayuda mucho. Ayuda a la productividad y a conseguir resultados mucho mejores. Yo estoy esperando que llegue una empresa que me diga que su valor fundamental es el sentido del humor. Queremos gente que tenga alegría, que venga a trabajar con ganas. Son cosas que menospreciamos y son importantísimas.

—¿Y por qué nos da tanto miedo fracasar si forma parte del aprendizaje?

—Porque todos tenemos ego. Pero es importante, porque una vez que fracasas, luego te das cuenta de que no es tan grave y aprendes de ello. Los dos principales miedos, según los psicólogos, son el rechazo y el fracaso.

—¿Cómo se puede revertir?

—Primero, si puedes evitarlo, evítalo, y para eso no te puedes tirar a la piscina cuando no hay agua. Hay una frase que se dice mucho: «Si quieres, puedes»; y otra es: «Nunca tires la toalla» o «nunca renuncies a tus sueños...». Esas frases son peligrosísimas porque son una chorrada, no son verdad. Yo, si quiero jugar en el Barça y tengo 50 años, no puedo. A veces hay que tirar la toalla y reconocer que no estamos preparados para todo. Mucha gente fracasa porque ha cogido un reto que le va muy grande. Y segundo, no todo está en nuestras manos. Si pones todos los medios y fracasas, es todo lo que te puedes exigir. «He hecho todo lo posible, pero he suspendido el examen», entonces tienes que estar tranquilo. Entender que no todo son éxitos ni todo es posible es parte de la vida.

—En los grandes líderes, estoy pensando en Pablo Isla, que acaba de anunciar que dejará Inditex, se valora mucho la serenidad.

—Es muy importante la serenidad, pero también la humildad. Yo he coincidido con Isla tres minutos en una ocasión y lo que me parece es que es una persona humilde. Hay que tener serenidad, porque si yo soy Xavi, entro en el vestuario y los liquido a todos, ja, ja. Pero hay que saber controlarse para en los momentos buenos no dejarte llevar por la euforia, y en los malos, no dejarte llevar por las emociones más primitivas. No se puede ser un Boris Johnson.

—No podemos decidir con el corazón, dices también.

—Claro, por eso somos humanos. Hay gente que te dice: «Lo que te diga el corazón», y esa es otra frase peligrosísima. Igual que es malo ser solo racional, tampoco podemos recurrir a los instintos primarios. Nos mataríamos.

—Tú lo explicas muy bien con el tema de la vocación. Sobre todo por los adolescentes cuando enfocan sus estudios.

—Ahora se ha puesto de moda buscar el propósito y nos obsesiona demasiado. No sé si has visto la película Soul, la última de Pixar, en la que el protagonista no puede volver a la Tierra hasta que no encuentra su misión. No hay que obsesionarse con eso, igual que con la vocación. Hay algunos elementos que te pueden ayudar a buscarla: te tiene que apasionar, lo tienes que hacer bien, te tienes que ganar la vida con ello, tienes que ayudar con eso a los demás... Encontrar la vocación no es fácil, pero mientras no la encuentras, hay que dejarse llevar. No todo está en nuestras manos, la vida te va llevando. Y si tú vas descartando aquello que no te gusta, al final puede que encuentres la vocación.

—¿La bondad es el camino?

—A mí el libro que más me ha influido es el de la madre Teresa y su mensaje es «la bondad, la compasión, el altruismo». Y cuando te vas haciendo mayor te das cuenta de que eso es lo único que vale la pena: intentar ser la mejor persona que puedes ser, ayudar y hacer la vida más agradable a los demás. De hecho, mis conferencias van más por aquí.

—No se trata de vivir «happy», pero tú dices que es cuestión de actitud.

—La psicología positiva dice que el ratio es 3/1. Por cada emoción negativa que tenemos (que es imposible no tenerlas), somos capaces de crear tres positivas. Y eso lo podemos conseguir porque es un hábito. Se trata de repetir, repetir y repetir. Es como el control z, control v, a fuerza de hacerlo y obligarte se convierte en tu manera de ser.

—Por eso lo que importa es tu forma de ser, por lo que te van a recordar.

—Claro. Por eso lo importante es mejorar tu forma de ser, hay que ser buena persona.

—¿Y cuando te tratan mal, cómo haces para no tratar igual?

—Hay una palabra que es la empatía, pero hace unos años descubrí la palabra compasión, que no es llorar por alguien. En psicología, es empatía y además querer lo mejor para esa persona. Yo antes cuando veía a alguien enfadado en una de mis conferencias pensaba: «Qué idiota, este tío me está amargando». Ahora a fuerza de trabajar, pienso: «Pobre señor, a lo mejor está sufriendo». Es más fácil comprender al otro que no sentirte atacado.

—«Soñar está muy bien, pero hacer es mucho mejor», recomiendas.

—Sí, la acción es lo importante, porque si no, todo son buenas intenciones, hay mucha gente que no tiene fuerza de voluntad. Le gustaría..., desearía..., pero no hace nada.

—¿Hay que acercarse a la gente con luz?

—Sí, pero de todas formas la gente que no tiene luz es la que necesita más ayuda. No me gusta nada esa expresión de «esta persona es tóxica». Me da mucha rabia. Para cada persona la vida es un mundo y para muchos es una losa. La gente que sufre tanto lo transmite en su carácter, los que van fundidos son los que más ayuda necesitan: los tristes.

—Pero una cosa es la gente triste y otra la ruin. ¿Qué hacemos?

—A esos sí hay que aislarlos, pero a veces se usa tóxico como sinónimo de pesimistas o tristes. Y eso no.


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