La Voz de Galicia

Paloma, 41 años: «Me he retocado nariz, pecho, arrugas y labios... ¡casi como la Patiño!»

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NOELIA SILVOSA

Esta ferrolana es uno de los rostros del bum que vive la cirugía estética en Galicia, donde la pandemia no hizo más que aumentar la demanda de un sector con lista de espera. Ella celebra su cumpleaños con su mejor versión

13 Jun 2022. Actualizado a las 14:18 h.

«Con el famoso bótox, quedé de película. Parece que tengo 20 [se ríe]. Estoy bromeando, pero la verdad es que nadie me echa 41 ni de broma», dice Paloma Fernández Castiñeira haciendo gala de su sentido del humor. Esta ferrolana sopla las velas este 11 de junio y luce mejor que nunca. Nariz, pecho, arrugas faciales y labios son las zonas que se ha retocado por el momento. Como para tantísimas personas que copan las listas de espera de las clínicas estéticas gallegas, para Paloma la pandemia fue el momento de lanzarse. Hasta el 2020 nunca se había tocado nada. A partir de ahí, cogió carrerilla. «El confinamiento y las medidas de prevención anticovid, ayudaron a ocultar más las intervenciones. La mascarilla me vino que no veas para disimular la operación de nariz, lo llevé todo tapadito», indica.

Ese primer retoque estético la llevó directamente al quirófano. Fue una rinoseptumplastia, que va más allá de una rinoplastia simple porque, como explica ella, «no solo mejoré la estética de la nariz, sino que aproveché para corregir la desviación que padecía, de ahí ese nombre. En mi caso se abordaron ambas cosas, porque tenía ciertas dificultades para respirar». En realidad, Paloma llevaba pensando en esta operación desde que era una niña. Por motivos familiares no la pudo llevar a cabo antes —sus padres enfermaron y fallecieron en el 2014, por lo que sus prioridades durante años fueron otras—, así que la dejó aparcada. Así fue hasta el 26 de mayo del 2020. Ese día tuvo lugar por fin la intervención, que iría seguida de un pequeño retoque el 12 de noviembre de ese año.

 

«EL MIEDO ERA MÍNIMO»

Aunque siempre da miedo pasar por el bisturí, el deseo de mejorar su aspecto era superior a todo. «La palabra quirófano impone un poco, pero yo tenía tantas ganas de cambiar mi nariz que el miedo era mínimo. Yo soy una persona que me intereso por mi bienestar y por lo importante que es mostrar una imagen cuidada y elegante», señala. Paloma no se dedica a nada relacionado con la imagen, «lo que pasa es que he nacido excesivamente presumida», dice entre risas. A pesar de las dificultades, confirma que pasar por esa primera experiencia valió la pena. Mejoró no solo su apariencia, sostiene, sino también su autoestima y la confianza en sí misma. Se quedó más que satisfecha con el resultado, y eso la impulsó a mejorar más aspectos de su físico.

«Después de malas experiencias y relaciones tóxicas, mi estado civil es ingobernable»

A continuación, más o menos al año de dicha intervención de nariz, llegaron de la mano el segundo y el tercer tratamiento. «Corregí los primeros signos de la edad: las odiadas arrugas. A la vez, me hice el relleno de labios para reparar, rejuvenecer y, sobre todo, lograr una armonización facial». El bótox fue su aliado para esos primeros pliegues del rostro, con una serie de pinchazos que se dirigieron a la frente, las sienes y las patas de gallo.

«Este procedimiento me lo suelen hacer cada dos años, es que me gusta estar perfecta», añade. Para el relleno de labios, explica, le inyectaron ácido hialurónico. «Yo creo que hasta polvos mágicos me echó la doctora», bromea de nuevo. Se refiere al equipo de los doctores Juan Luis Morán Montepeque y María Encina Sánchez Lagarejo. Siempre se pone en sus manos en la clínica coruñesa Decorps, que recomienda a todo el mundo.

«Y por último, me hice una mamoplastia, el 17 de diciembre del 2021. Como puedes ver, soy doña retoques.... ¡casi como la Patiño!», dice de nuevo entre risas Paloma, que sentía que necesitaba aumentar y remodelar sus pechos. «Me cogió en invierno, y aproveché para operarme. Tenía hipoplasia, que es el pecho más pequeño de lo habitual. Pero soy muy menuda, tampoco iba a ponerme lo de Yola Berrocal. Además, tenía una pequeña asimetría, y ya aproveché para ambas cosas», relata.

¿Qué le dice la gente que se la encuentra ahora por la calle, con todos los retoques a punto y una pandemia después? «¿Y si te digo que no me vieron la cara? Todavía sigo con la mascarilla como si fuese obligatoria. Pero lo que sí es verdad es que cuando vamos a comer fuera o en la peluquería o en la farmacia, por ejemplo, que les enseño de vez en cuando para que vean la evolución, les rechifla», asegura. El miedo es selectivo. Muchos tendrían más temor a operarse de algo que a contagiarse de covid. «Sí, justo, y yo a la inversa. Las ganas de cambiar podían más que el miedo al quirófano», asegura.

 

VIENTRE Y GLÚTEOS

Por un momento, valoró someterse a una intervención más. Finalmente la descartó y, hoy por hoy, no tiene ningún otro retoque en mente. «Me planteé eliminar vientre marcando la cintura, y resaltar glúteos. Pero me dijeron que la cirugía no deja plano el vientre por completo, que para eso hay que hacer sesiones de gimnasio y abdominales, y que la de glúteos solo la recomiendan cuando una persona no tiene prácticamente nada», explica la ferrolana, que valora enormemente esta información por parte de su clínica, «porque son sinceros y no miran solo el maletín… Así que de momento no hago nada más, a esperar a que se caiga el pecho para levantarlo, y poco más», bromea.

A pesar de haberse sometido a varios retoques y operaciones, Paloma advierte de los riesgos que tiene el dejarse llevar únicamente por las imágenes y las ganas de cambiar. «Ven a Rocío Flores y allá van, aunque luego les pase como a Sara [Gómez, la paciente que perdió la vida tras someterse a una lipoescultura en Cartagena]. Yo soy partidaria de hacer lo que hace falta, pero hacer por hacer no. Se trata de reparar el problema, no de ser Miss Mundo, y sobre todo de no jugarse la vida en el intento. Hay que dejar de imitar a las influencers y ser uno mismo», señala ella, que añade: «Me gustaría dejar claro que estoy a favor de la cirugía estética, pero siempre que se haga con cabeza y en una clínica con registro sanitario».

Tomadas estas precauciones, es partidaria de dar un paso adelante. Paloma está encantada con sus intervenciones, al igual que los que la quieren. Aunque no tiene pareja —«después de malas experiencias y relaciones tóxicas, mi estado civil es ingobernable»— hasta su abuela Nina, de 92 años, con quien convive, la avala ahora, pasado el temor lógico inicial. «Lo hace por verme bien y, sobre todo, porque esté contenta conmigo misma», indica. Y de eso se trata.


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