La Voz de Galicia

Marina, tres veces premio a la Excelencia Académica: «En Eslovaquia y en Polonia descubrí otra forma de aprender más útil»

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Ana Abelenda
Marina ante el instituto en el que estudió el bachillerato, el Eusebio da Guarda, de A Coruña.

Hizo dos Erasmus en plena pandemia. Con 21 años, esta coruñesa que rozó el 14 en la selectividad domina cuatro idiomas, aprende un quinto, y ha terminado quinto de Derecho y ADE en Polonia con sobresaliente. «Mi objetivo es sacar las oposiciones de la Unión Europea en primavera», revela

07 May 2023. Actualizado a las 09:53 h.

Lee desde los 3 años, gracias a su abuelo, adora a Cortázar y escribe poesía «pero solo como forma de terapia». Chica de sobresaliente de aquí a Polonia, Marina Lage (A Coruña, 17 de noviembre del 2000) tiene una sólida arquitectura en la cabeza, varias inteligencias (de las que ella destaca la lógico-matemática y la lingüística), pensamiento crítico y alas en los pies. Los viajes y los idiomas son dos de las grandes aficiones de esta estudiante de Derecho y ADE que, como buena extrovertida, se carga de energía con la vida social. Ni las amistades ni el valor que da al disfrute le impidieron acariciar el 10 en el bachillerato. Marina sacó la selectividad con 13,01 sobre 14 y ha sido tres veces Premio a la Excelencia Académica en su carrera en Galicia, al lograr el mejor expediente del curso tres veces. Este verano, ha vuelto de su segundo Erasmus. Y repetiría la experiencia una vez más.

 

«Tenía ganas de irme de Erasmus. El año pasado estuve en Bratislava y este me fui a Wroclaw (Polonia)», cuenta. Tras el estallido de la pandemia del covid, Bratislava fue un curso excepcional para Marina, «muy diferente por todas las restricciones por el covid». Esas medidas hicieron que no pisase la facultad en todo el curso. «Fue el año siguiente a la cuarentena. Había toque de queda, los bares estaban cerrados y se podían hacer muy pocas cosas. Pensé: ‘Voy a irme de Erasmus y no voy a poder hacer nada’», confiesa. Pero en la residencia de estudiantes en la que se alojó en ese primer Erasmus, donde había mayoría de españoles, la amistad se hizo fuerte y poco a poco se fueron haciendo cosas. «En Erasmus siempre se hace piña», subraya.

 

UN CURSO EN ESADE

Marina se fue a Eslovaquia el segundo cuatrimestre del curso 2020-21. «Todas las semanas te hacían test gratuitos de antígenos. Gracias a eso, podíamos viajar sin problema. Y el hecho de tener clases online también favorecía los viajes. Lo único malo de ese Erasmus fue que me tuve que volver a España hacia la mitad porque esquiando me rompí los ligamentos. Allí me dijeron que me tenía que operar y volví. Pero la Seguridad Social pasó un poco de mí, volví en abril y me dieron cita para noviembre. No podía andar, así que fui a rehabilitación por la privada. Y al cabo de un mes, volví a Bratislava a acabar el Erasmus». Recuperada de la lesión, concluyó el curso. Con lluvia de dieces. «Bueno —matiza—, allí la puntuación no es numérica, sino con letras. Todo A». ¿Lo mejor de la experiencia? «Dos cosas, una en el ámbito de los estudios y otra en el personal. Conocí gente guay e hice un par de buenos amigos, que ahora considero de mi círculo estrecho. Para mí, esto es lo mejor, además de viajar y conocer sitios. Y, a nivel de estudios, me gustó ver cómo se enseña allí. Me fui las dos veces en el segundo cuatrimestre. Yo aquí estaba desencantada con ADE. Empecé la carrera por ADE y, al final, Derecho me encantó y ADE, tal y como se enseña aquí, no». ¿Por qué? «Es teórico e inútil, y poco actualizado. Contabilidad y estadística las hacemos en papel y Excel no se toca hasta quinto. Allí es otra forma de aprender más útil, más actualizada, práctica», comenta. En los Erasmus cambió por completo su visión de la materia, comenta esta estudiante que habla español, gallego, inglés, alemán, italiano y está volcada ahora en aprender francés.

Ese gusto para los idiomas es, como los viajes, una herencia de su madre, ejemplo y fuente de inspiración para ella desde niña, y que acaba de mudarse a trabajar a San Cibrao, de Ourense, tras aprobar las oposiciones de bibliotecaria. «A medida que he ido creciendo, he ido valorando cada vez más el hecho de poder comunicarme en varias lenguas. El hecho de ser capaz de pensar en otras lenguas te da perspectivas diferentes», aprecia.

En Polonia —donde gastaba, calcula, 180 euros mensuales por una habitación y unos 100 o 150 en alimentación al mes—, probó la experiencia de compartir piso, que consiguió por un grupo de WhatsApp de Erasmus contactando con dos chicas de Huelva. No faltaron «las escapadas». Jordania fue uno de los viajes más especiales de la estancia en Polonia para esta experta en conseguir «chollos» buscando en Skyscanner, Airbnb y Trivago.

Este verano hizo en Esade, en Barcelona, el curso MUA Summer Talent Camp, al que invitaron a 24 alumnos con buen expediente académico, entre los que se contó Marina. En el curso trabajaron sobre un par de casos de derecho tributario y a ella le tocó llevar el de una actriz que demandó a Interviú por publicar unas fotos en toples. «La experiencia en Esade fue maravillosa, porque ahí ves lo que puede ser tu futuro profesional, cómo trasladar a la práctica los conocimientos teóricos», considera.

Marina se tomará lo que resta de verano para desconectar. Pero no detendrá el paso, el motor de su aventura. Hará con su madre un viaje a Chicago que tiene pendiente desde hace ya dos años. En septiembre podría hacer prácticas en un prestigioso bufete de abogados y empezará el último curso de carrera, en A Coruña, con el gran reto de preparar dos trabajos de fin de grado (TFG) para febrero. «Si me da tiempo a esto, mi objetivo es sacar las oposiciones de la Unión Europea en primavera», revela. Ya tiene fichado un máster en derecho europeo en Brujas. A ver quién la para...


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