En el nombre de Gorka
Yes

01 Jul 2023. Actualizado a las 05:00 h.
El matrimonio igualitario acababa de ser aprobado y un compañero contó en la redacción la conversación que había mantenido esa mañana con su mujer después de leer una entrevista con Fernando Grande Marlaska en la que anunciaba que estaba casado con Gorka Arotz. La confusión resumía con una claridad encantadora el estado mental que en aquel momento, principios de los 2000, exhibía la mayor parte de la sociedad española, incapaz de suponer que todo un juez de la Audiencia Nacional podía estar casado con un señor. Era más fácil aceptar que Gorka era un nombre de mujer.
Desde aquella anécdota hasta hoy, el proceso de normalización del movimiento LGTBI+ ha sido una constante en una sociedad que ha mostrado su cara más tolerante. Es probable que los adolescentes de hoy vivan la asunción de su identidad sexual sin las desdichas que narran casi todos los que tuvieron que hacerlo hace unas décadas, historias de vergüenza, de ocultación y muchas veces de violencia. Durante años fueron desviados, invertidos, maricones, sarasas, nenazas, machorras, bolleras, travestis. Durante años, lo mejor era pasar desapercibidos. Durante años soportaron con una integridad pasmosa insultos y chistes, esos chistes de todos los machotes que recomendaban caminar pegados a una pared ante la sospecha de una presencia marica, seguro que los habéis escuchado.
De este mes del Orgullo LGTBI+ destaca su carácter festivo. Porque la comunidad ha hecho de la frivolidad una cuestión política. Es admirable esa forma ligera de andar por la vida que solo es ligera en apariencia y que se permiten quienes han visto lo profundo que puede ser el abismo. Hace unos meses, unos individuos muy valientes escribieron en la fachada de un bar de A Coruña «maricones fuera». Antes de que el Concello borrara la instrucción, un grupo de amigos se fotografió delante del mensaje con una ligera corrección: «Maricones dentro». Ese espíritu estará estos días en las celebraciones del orgullo, un sentido del humor que no puede ser más serio. Ni más diverso.