La suerte de Ángel: encontró en la basura su cupón, premiado con medio millón de euros
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No una, sino dos veces Ángel ha sido tocado por la varita de la suerte. El año pasado, un día 13, este mecánico fue agraciado con el cupón de la ONCE, aunque lo tiró; y en 1999 ganó unos 30.000 euros. No hay dos sin tres
21 Dec 2023. Actualizado a las 22:33 h.
A Ángel Leis Domínguez (Cee, 1965) no le tocó el gordo de la Navidad, pero fue agraciado con el premio máximo del cupón diario de la ONCE, que como él reconoce, es mucho mejor. Solo hay que ver las cifras. Se embolsó medio millón de euros, aunque luego Hacienda se llevó un buen pellizco, unos 100.000.
Sucedió el año pasado, en una jornada curiosa: el martes 13 de septiembre. La mala suerte estuvo presente, en cierto modo, y tanto, pues como el Español —apodo familiar por el que es conocido— relata, de no ser por su hija, nunca se habría enterado de que era un poco más afortunado. La historia no tiene desperdicio. Es de película.
Ángel está abonado a los juegos del azar desde hace más de treinta años. Además, con la misma dinámica: es el vendedor el que le lleva los billetes a su taller de coches. Curiosamente, en 1999, ya le tocaron 25 millones de pesetas con el cupón diario de la ONCE, pero eran un grupo de cinco, de modo que se repartieron unos 30.000 euros por cabeza (la deducción era inferior). También juega a la lotería nacional todo el año, y un poco más, en Navidad, aunque en estos casos, lo hace con los amigos y sus hijos, y siempre, de manera responsable.
A finales del 2022, a punto estuvo de perder el ingente botín. De hecho, por un momento lo hizo. Tiró el boleto a la basura. Menos mal que, como él cuenta, pasa más tiempo en su negocio que en casa.
«Eu mirei pola mañá o resultado do sorteo, pero vin que non tiña premio, e tireino ao lixo no taller. Ao mediodía, saltou a nova aos medios de que tocara en Cee. Estabamos comendo na casa, e a miña filla estaba cabreada. Dicía que era moita casualidade que tocara no municipio, coa mesma vendedora, e que eu non resultara premiado», empieza explicando, a lo que añade: «Foi grazas á súa intuición como me decatei de que era afortunado, porque non xogo un número fixo, de modo que non me lembro das cifras. Recuperou o cupón do lixo e comezou a berrar. Eu púxenme nervioso. Xamais pensei que eses gritos eran porque me tocara o cupón», recuerda ahora entre risas.
Las anécdotas se suceden una tras otra. Leis lleva trabajando en el oficio de mecánico desde que tiene 15 años. De hecho, la empresa que hoy dirige, Español Neumáticos, en Cee, es, en cierto modo, en la que empezó, pues cogió el traspaso ya en 1992 y luego se mudó a las nuevas naves. Su hija Tania lleva mano a mano con él ya un buen tiempo. Será la que tome el relevo, pues actualmente, ambos siguen poniéndose el mono a diario. De hecho, en la propia jornada del 13 de septiembre en la que el padre se convirtió en agraciado, no cerraron el taller. Eso sí, por la noche, llegó la fiesta. «Ese día fun coa muller cear unha mariscada», dice feliz.
SOLO FALTABA UNO
En su mente rondaba la idea de guardar el secreto en el entorno familiar, pero fue misión imposible. Para empezar, entre la vendedora que le expidió el cupón y él sobraron las palabras. La muradana Isabel González García ya dijo en su día que el premio estaba entre unas cinco personas. Conoce a la perfección a sus clientes. Sabía que había un grupo que comprobaban todos los billetes el fin de semana. Los fue visitando y solo le faltaba uno. «Vina entrar pola porta e díxenlle á miña filla que calara. Eu fíxeno tamén, pero xa a vendedora me soltou: ‘Mira, logo non tes outro billete para revisar’? E escapóuseme o sorriso. Fundímonos nun abrazo. Ela estaba moi contenta por dar o premio», narra.
Son momentos únicos, que solo unos pocos tienen la fortuna de vivir. En cambio, este ceense es un suertudo. Ya sabe lo que es esta inyección de dinero y de alegría por partida doble y aún no se rinde. «Non contaba con repetir premio, pero agora, non hai dúas sen tres. Sigo sendo fiel», espeta a carcajadas. Lo mueve la «ilusión», pero también, la «colaboración», apunta.
Pero la pregunta del millón es: ¿cómo se vive con un premio de 400.000 euros y otro de 30.000? Ángel la responde con total humildad: «Un pouco máis tranquilo, pero hai que ter cabeza, que os cartos logo se van». Esto último, lo sabe bien, pues como recuerda, desde muy joven ha sabido lo que es estar endeudado, siempre para mejorar: «Tiven que facer fronte ao traspaso e ás naves, merquei unha casa en Fisterra...». Así pues, con el último aguinaldo, optó por liquidar las letras, darse un capricho y compartirlo con la familia. Hace 24 años, todo el dinero ganado con el boleto lo invirtió en su empresa. Ahora, con una mayor cantidad, sí que pudo disfrutarlo más.
«Dáme vergoña dicilo porque sempre que toca a lotería, todo o mundo merca un coche. Parecemos pailáns [se ríe]», expresa. Pero él se dio el gusto de adquirir un Porsche. «Levaba cun BMW 23 anos. Xa tiña falta de cambiar, aínda que o conservo», añade. Qué menos, más aún, siendo mecánico, ¿no? Además, en verano, se fue de viaje a Málaga junto a su familia: «Nunca tiveramos a sorte de ir todos xuntos. Viñeron con nós os fillos, as súas parellas e os netos. Foi moi gratificante», comenta. Y por supuesto, le dio un pellizco del gordo a sus dos hijos, confiesa: «Iso sempre!».
A Leis aún le quedan unos años en el chollo. Ni por un momento pensó en dejarlo, afirma. Para él ya es su «casa» después de tantos años. Tiene fama de ser muy trabajador. Lo demuestra, además, con hechos. Al día siguiente de llevarse la sorpresa , el taller tampoco cerró. «O traballo seguiuse levando sempre», dice.
Estos premios siempre dejan mil y una historias. En el 2022, el número acertante del cupón diario resultó el 61965, y la serie fue la 035. El 14 de octubre del 1999, había sido el 24101, una cifra, esta última, que resultó «fea», y fue rechazada por muchos, según traslada. Fue así como llegó a sus manos.
En la lotería nacional sí juega un número fijo y por nada del mundo quiere que se lo cambien, solo por un detalle: «Agora xa o sei de memoria para cando o comprobo», cuenta como anécdota. Desde luego, le pone ganas. Y la suerte le sonríe.