La Voz de Galicia

Amanda Pinos necesita ayuda para estudiar: «Hace siete años me olvidé de cómo se tocaba el trombón y tuve que empezar de cero»

Yes

Loreto Silvoso

Tras superar una afección neurológica, esta joven trombonista ha sido aceptada en tres universidades estadounidenses de enorme prestigio para hacer un máster y lanzar su carrera internacional. Pero necesita apoyo para costearlo

16 Jul 2024. Actualizado a las 22:13 h.

Amanda Pinos (Ponferradina del 97, afincada en A Coruña) es trombonista. La conoceréis por tocar de solista con la Orquesta Sinfónica de Galicia o por colaborar con la banda Combo Viramundo, en la que Xoel López es el vocalista y guitarrista. Hace siete años tuvo una lesión importante que le obligó a volver a iniciar su carrera profesional desde cero. De la noche a la mañana, descubrió que no podía seguir practicando su pasión. Al principio, se le cayó el mundo encima. «Fue como una pesadilla. No me podía creer lo que me estaba pasando. Estuve con mareos durante meses porque lo somaticé muchísimo. Una angustia bastante grande». Por entonces estaba en plena carrera, en el segundo curso del Grado Superior, y le costaba entrar en el conservatorio. Su sueño de dedicarse profesionalmente a la música se vino abajo de repente. Tiempo después llegó la hora de recomponerse y, tras un largo período de esfuerzo, empeño personal y superación de adversidades varias, al fin ha conseguido recuperar su virtuosismo con el instrumento e incluso mejorar su técnica respecto a la etapa anterior. Y eso que le decían que no podría volver a tocar.

«En el 2017 experimenté una lesión que me impidió tocar, prácticamente de un día para otro, y lo dejé. No era capaz de hacer una sola nota. Es muy difícil entender lo que ocurrió. Yo llevaba 12 años tocando el trombón. Sabía de sobra cómo funcionaba, pero de un día para otro, pongo el trombón en la boca y no suena. Las notas me salían como si fuera mi segundo día de aprender a tocar». Como si se le hubiese olvidado todo. «Sabía cómo tenía que hacerlo pero no podía hacerlo. Mis labios no respondían».

A partir de ese momento, Amanda inició un periplo de médico en médico en busca de un diagnóstico certero. Distonía focal primaria de tarea especifica fue el veredicto. Había tratamiento, pero no todas las personas afectadas por ese trastorno habían conseguido recuperarse. El resto de su carrera musical pendía de un hilo. «También me hablaron de un desorden de la motricidad. La verdad es que me dieron varios diagnósticos en distintos sitios», recuerda. Pero ella nunca perdió la esperanza.

Paralelamente, inició el camino de la rehabilitación. «Fue un proceso muy tedioso. Tuve que lidiar con muchos enfrentamientos, internos y externos, porque quise tirar la toalla en numerosas ocasiones. Al final, trabajando mucho y con la ayuda de distintas personas, pude lograrlo. Me llevó cinco años recuperarme. En este camino conocí gente que apostaba cero por mi curación. A esto se añade que no hay investigación suficiente sobre esta lesión en el campo de los músicos profesionales».

Ahora Amanda tiene otro reto ingente por delante, pero quien ha aprendido a luchar no está dispuesto a perder ninguna batalla. Acaba de ser admitida en tres universidades de gran prestigio para estudiar un Máster de Trombón en los Estados Unidos. «Hice las pruebas en Boston, Chicago y Nueva York, compitiendo con candidatos de todo el mundo, y me han seleccionado en las tres. Además, no solo me han dado una plaza sino que me han galardonado con unos premios que suponen una rebaja bastante considerable de la matrícula. Aun así, dadas las diferencias económicas entre Estados Unidos y España, no es asequible para mí. No lo podría asumir si no fuera por el apoyo que estoy recibiendo a través de la campaña de micromecenazgo que he iniciado en gofundme». Por eso Amanda quiere hacer un llamamiento a todos aquellos que se sientan conectados con su historia, ya que precisa de mucha más ayuda económica que la conseguida hasta el momento. Cierto es que solo han pasado dos semanas desde que lanzó el crowdfunding por internet.

«Dada mi situación, de las tres ciudades solo puedo acceder a la más asequible, que es Chicago. También es la escuela que con más dinero me apoya y en la que menos elevada es la matrícula. Aun así, sumados los gastos que el centro estima que voy a tener, son unos 56.000 dólares por los dos cursos que dura el máster. Esa es la ayuda que realmente necesito. Con el apoyo de mi familia y amigos puedo asumir una parte de todo esto, pero no es ni mucho menos suficiente», aclara la trombonista. Claro que analizó con calma otras posibilidades, como pedir un crédito bancario o solicitar otras becas, pero por su dificultad en el acceso tampoco podían ser la solución.

«Situación desesperada»

«Es una situación desesperada», confiesa. «Esta oportunidad es tocar el cielo en lo que se refiere a mi formación. La pedagogía de estas universidades es la excelencia y yo no podría aspirar a nada mejor a día de hoy. ¿Cómo voy a rechazar este camino que se me abre en una de estas tres universidades? Han confluido tantos factores bonitos y tan especiales que cuestiono bastante que pueda volver a ocurrir en algún otro momento de mi vida».

Amanda sabe perfectamente que es un tren que no puede dejar escapar. Tiene que subirse sí o sí. Rendirse es la última opción. «Siento que se lo debo a todos los que me han ayudado a llegar hasta aquí; empezando por mis profesores, que han estado minuto tras minuto conmigo, dedicándome su tiempo, incluso más del que deberían». Después de todo lo que le ha costado llegar tan lejos, la vida le enseñó a valorar mucho más cada paso que va consiguiendo. «Tuve la suerte de superar por completo la lesión. Estoy totalmente recuperada e incluso toco mejor que antes. De hecho, ha sido un aprendizaje y, en cierto modo, un golpe de suerte. Gracias a lo que me ha pasado, pude cambiar mi visión de la vida, apreciar más las cosas y enfocar las situaciones de otra manera. También he aprendido cómo diseñar mi estudio y cómo cuidarme a nivel profesional». Considera que su distonía tonal le llegó por múltiples factores: «Vino por una sobrecarga de estudio, por gestionar esa temporada con mucha ansiedad y por una presión que me ponía yo sola. Quizá, también, tuve un aprendizaje no del todo adecuado. No tenía la técnica más sana del planeta, digamos. Se juntaron varias razones», afirma. Ahora la técnica es la correcta y el enfoque mental es el adecuado. Con la práctica de un instrumento, la gestión emocional es clave. «Pasamos muchas horas nosotras solas con nuestros estudios en nuestras aulas, repitiendo los mismos patrones. A nivel físico y mental es duro». Ojalá consiga hacer realidad su sueño de cursar ese máster de trombón en EE.??UU. Se lo merece.


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