El bum de las Rías Altas, el nuevo atractivo turístico de Galicia: «Las playas son mejores y el agua está menos fría»
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El norte del norte está de moda. Subimos desde el litoral más top de A Coruña hasta el Caribe de A Mariña sin olvidar el Malibú de Valdoviño. Esta costa es un filón... y está en plena eclosión
31 Aug 2024. Actualizado a las 08:52 h.
Hay mucho verano más allá de Cangas, de Nigrán y hasta de Sanxenxo. Mucha costa en Galicia por vivir más allá de la da Morte. Y ya son muchos los autóctonos, pero también los turistas de otras comunidades y nacionalidades que se han dado cuenta de ello. Subimos al norte del norte. Las Rías Altas van camino de convertirse en el nuevo atractivo turístico de Galicia, pero también de un país cada vez más caliente que busca refugio climático en un destino tranquilo y con playas de postal. Cada vez son más los hoteles que abren sus puertas en esta parte del litoral, los locales y beach club que los salpican para que la foto sea obligada y el boca a boca de las redes haga su magia. Medios internacionales se han hecho eco ya de la belleza de un destino que, sin ninguna duda, está en plena eclosión. La brújula apunta hacia arriba y se detiene en una de las coordenadas más top de Galicia: A Coruña.
La ciudad se vende por sí sola, pero también su comarca. Que se lo digan a Oleiros, bañada en parte por las aguas de la ría de O Burgo, una de las millas de oro de su cinturón interurbano y también una de las concentraciones de playa más solicitadas. Santa Cristina, Bastiagueiro, Mera... A todas ellas les precede un atasco seguro para cruzar el puente de A Pasaxe en plena temporada estival, en parte porque ofrecen un mar de posibilidades, rodeadas de servicios, restauración y una oferta hotelera que no deja de aumentar.
Seguimos subiendo hacia Ferrolterra y nos topamos con el éxito arrollador de las rías de Betanzos y Ares. Los arenales de Miño, Perbes y A Madgalena (Cabanas) forman un tridente imbatible que hace que sus respectivas localidades se llenen en verano hasta la bandera, y no solo de coruñeses y ferrolanos en busca de sol. En cada una de las playas en las que nos detuvimos a lo largo de este ascenso al norte nos topamos con bañistas extranjeros de los más variados países. Sin ir más lejos, en la playa Grande de Miño escuchamos acento italiano. Juan y su pareja, que posan en la imagen que ilustra esta página mientras pasean a primera hora de la mañana por el arenal —que alcanza casi el kilómetro y medio de longitud—, residen en Vicenza (entre Venecia y Verona).
Él es coruñés, ella italiana. Ambos se encontraban veraneando en Galicia, pero en ninguna localización de las Rías Baixas. Tampoco de la Ribeira Sacra. Miño fue la localidad elegida por esta pareja que tan solo unos días después volvería a poner rumbo a Italia. «Yo veraneo en Miño desde que nací, y vengo todos los veranos tres o cuatro semanas», explica él, que cuenta que conocen prácticamente toda la costa gallega, pero que indudablemente se quedan con la norte: «Venimos a la playa Grande de Miño porque nos encanta pasear por ella. También me gustan otras, como Doniños (Ferrol), pero la ventaja que tiene esta es que no tiene olas, así que estoy tranquilo cuando se baña nuestra hija». Si tiene que elegir, lo tiene claro. «A mí las playas de las Rías Altas me parecen mejores, me gustan más, y el agua está menos fría que en las Rías Baixas… aunque hay menos días de sol», reconoce.
Desde Miño nos adentramos en la costa ferrolana. Allí nos recibe uno de sus arenales más apacibles y solicitados. A Magdalena tiene entre sus grandes atractivos su frondoso pinar y varias opciones para comer en la arena, entre las que destaca el único chiringuito gallego que se coló en la mismísima lista Forbes, Los Pinares. Situada en el municipio de Cabanas, la proximidad de esta playa con la villa medieval de Pontedeume la convierte todavía más en el blanco turístico perfecto. Dejamos atrás Ares, otra de las localidades costeras más turísticas de Ferrolterra, y Mugardos, el destino de cine en el que Almodóvar encontró los exteriores ideales para Julieta e inmortalizó Redes para la historia, y alcanzamos los tres puntales del turismo de playa de la capital ferrolana: los arenales de Doniños, Esmelle y O Vilar (Cobas).
¿MALIBÚ O VALDOVIÑO?
Pero hay que seguir navegando por las Rías Altas rumbo al norte para encontrarse con la auténtica California gallega. Valdoviño se convierte en verano en una de las dianas turísticas preferidas de la zona. Los visitantes llegan allí en busca de un destino tranquilo, sin masificar, de olas y playas espectaculares. Uno sabe que ha llegado al Malibú de Ferrolterra en cuanto se encuentra con las imponentes palmeras de la playa de A Frouxeira, donde desemboca la laguna del mismo nombre y a la que acompaña la leyenda popular de sus aguas curativas. También una puesta de sol espectacular. En este arenal que National Geographic incluyó este año entre los 14 mejores de Galicia nos encontramos a Zoe, una alemana que lleva año y medio afincada en Ourense. Concretamente, en Verín. Es copiloto en la Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales (Brif) de Laza, y aterrizó en Valdoviño para conocer algo de la costa gallega durante unos días libres junto a su madre, que vino a visitarla.
«Habíamos hecho toda la costa de Portugal hacia el norte, hoy vinimos aquí y mañana ya volvemos a Ourense», indica la turista, que destaca lo cuidado que está el entorno: «Esto es espectacular, y encima está todo muy limpio. Además, puedes ver a los surferos en el mar cogiendo las olas», dice. Y es que estamos en la capital gallega del surf. No en vano el otro gran arenal de esta California del norte, la playa de Pantín, da nombre al campeonato que reúne cada año a los mejores surfistas del mundo y que se está celebrando este fin de semana.
¿Pero cómo eligió una alemana afincada en Verín las Rías Altas y no otro destino de playa más popular para iniciarse en el litoral gallego? «En la base hay un comandante que es de aquí, y me recomendó venir. Me sorprendió ya no solo el paisaje, sino también los sitios que hay para tomarse algo con estas vistas increíbles», asegura Zoe, que el día anterior se acercó a conocer la playa de Doniños, pero puesta en el compromiso de escoger, se queda con Valdoviño, «porque tiene mucha vida». Prueba de ello es que precisamente lo cuenta sobre los columpios de Tótem, uno de los locales de moda en primerísima línea de playa al más puro estilo Ibiza.
Dejamos atrás Cedeira, Cariño y Ortigueira para llegar al verdadero norte del norte: la punta de Estaca de Bares, el punto más septentrional de Galicia, donde se sumerge la lengua de tierra sobre el mar para entrelazar las aguas del océano Atlántico con las del mar Cantábrico. Son muchos los que se acercan, cada vez más, a disfrutar de este choque entre aguas. También de las Rías Altas. Lo confirma Joaquín Rubal, el presidente de la Asociación Profesional de Guías de Turismo de Galicia (APIT), que afirma que el tren turístico que las recorre es el más demandado, con diferencia. Habla del Tren de los Faros, una de las 14 rutas ferroviarias impulsadas por Turismo de Galicia y Renfe. «Es el que más funciona. El único que tiene seis salidas, y el de mayor demanda. Los hay que hacen Rías Baixas, Ribeira Sacra, pazos y jardines... Pero el número uno, sin duda, y el único en el que es dificilísimo conseguir plaza, es el tren Ferrol-Viveiro, el de las Rías Altas. Está todo vendido desde junio», asegura.
El cabo Ortegal, Estaca de Bares, San Andrés de Teixido o el banco de Loiba son algunas de sus paradas. «Y ahora también está el geoparque de cabo Ortegal, que es geoparque mundial de la Unesco desde el año pasado, también los acantilados de Vixía de Herbeira... El paisaje es muy espectacular, con la ría de O Barqueiro, Viveiro, O Vicedo... y también resulta muy desconocido», apuntala Rubal.
EL CARIBE DE LUGO
Llegamos así a la Mariña lucense, la otra mitad de un bum que ha explotado incluso al otro lado del océano. Tanto es así que este año ha sido finalista de otras de las selecciones de National Geographic, esta vez la que elige los mejores destinos de playa de España, junto con la Costa Brava, Fuerteventura y la costa verde asturiana en un certamen que ganó Menorca y que destacó al Caribe de Lugo por sus playas sin masificar, sus paisajes naturales, la mundialmente conocida playa de As Catedrais y la senda de O Fuciño do Porco entre acantilados y al pie del Cantábrico como sus grandes reclamos, junto con los festivales y fiestas populares, sin olvidar su gastronomía, en la que prima un principio: del mar a la mesa. La misma publicación internacional, en su vertiente de viajes, destacó la playa de Xilloi, en O Vicedo, y desde la que se puede ver el puerto de Bares, como una de las mejores de España.
Lo del Caribe de Lugo cobra todo el sentido cuando se visitan los arenales de esta zona de aguas turquesas. Todavía más al llegar a su «playa de porcelana», conocida por su arena blanquísima, propia de una postal dominicana. O Caolín se denomina así porque su arena tiene altas cantidades de restos del material de caolín, que se emplea para crear la cerámica, de ahí ese color níveo. En esta cala de apenas 200 metros de extensión, de aguas mansas y cristalinas con temperaturas algo más altas de lo habitual por estas latitudes —las de la costa lucense son las aguas más «calientes» de Galicia—, encontramos a Sofía y a Estrella dorándose al sol. Como ellas, cada vez más gente se anima a pisar uno de los arenales más paradisíacos de Galicia.
Ese furor que ya se empieza a apreciar por la Mariña lucense se traduce no solo en el eco mediático, sino también en el tejido económico de la zona, con nuevas ofertas hoteleras que apuestan por un turismo relajado a pie de playa. El Hotel A Ladela, que abrió hace solo un año con vistas a la playa de Area Grande, en San Román, es uno de los esos ejemplos.
Foz aguarda un poco más adelante como el otro gran destino de playa de la costa lucense. En las caras de felicidad de la familia numerosa que posa en la playa de Llas —de Moldavia se mudaron a vivir a Mondoñedo, y se nota que conocen la zona, porque se refugian en este arenal para huir de la masificación de A Rapadoira— se atisba perfectamente lo que significa pasar un buen verano. Un verano que no puede terminar por el Caribe lucense sin pisar Ribadeo y la playa de As Catedrais, que no precisa de la más mínima presentación.
El paraíso, ya lo adelantamos, está al norte del norte.