Monterroso y los 120 de Mali
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14 Sep 2024. Actualizado a las 12:34 h.
Si una tiene sintonizadas según qué emisoras de radio o según qué estaciones de televisión acabará convencida de que España se enfrenta a la Gran Invasión. Ayudan mucho mensajes como aquel del mes de agosto distribuido por el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, que coincidió con un grupo de personas en un ferri cuando regresaba de Ibiza a la Península. Conviene recordar lo que este dirigente del Partido Popular escribió: «Han embarcado a unos diez hombres marroquíes, todos con una bolsa de una entidad social, de entre 25 y 40 años, todos con teléfono, casi todos con gafas de sol, aspecto saludable, alguno incluso con un cuerpo de gym y haciéndose fotos con el signo de la victoria. Cuando lleguen a Barcelona se repartirán por las ciudades del entorno, entre ellas, supongo que Badalona. Lo que ocurra después, con casi toda seguridad, la mayoría lo sabemos. Esto acabará como Francia antes que después. Al tiempo».
Estamos ya en septiembre y ese grupo de hombres a los que Albiol retrató con la sutileza marca de la casa podrían ser algunos de los que hace unos días llegaban al concello lucense de Monterroso. En realidad, llegaron muchos más, 120 en concreto, no de Marruecos, sino de Mali. En el conjunto del municipio viven unas 3.500 personas con lo que si siguiésemos la lógica de Albiol, lo que él pronosticaba que iba a ocurrir «con casi toda seguridad», fuese esto lo que fuese, en Monterroso iba a ser más evidente.
Pero sospecho que lo que está pasando no tiene mucho que ver con la predicción del alcalde catalán. Los 120 inmigrantes llegaron y lo primero que se encontraron fue un comunicado del club de fútbol de la localidad, presidido por Balbino Martínez. La entidad deportiva se puso a disposición del Concello y de la oenegé Rescate Internacional para facilitar la integración de este grupo de migrantes, convencidos de que el fútbol actúa como pegamento y vínculo entre personas de orígenes y lenguas diferentes. La iniciativa funcionó de manera emocionante y provocó una corriente de solidaridad en el pueblo y en la comunidad digital que el club utilizó para difundir su propuesta.
Lo último que hemos visto es una foliada de bienvenida organizada por los vecinos en la que galegos y africanos bailan juntos en una de esas imágenes que se podrían proyectar en el ferri de Ibiza a Barcelona para que a todos los señores Albiol se les caiga un poco la cara de vergüenza.