Así es cómo se asignan las estrellas de los hoteles: «El salto más difícil es pasar de cuatro a cinco»
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Aspectos como el tamaño de la cama, el tipo de ducha, los «amenities», que haya enchufes en las habitaciones o incluso flores naturales suman para calcular la puntuación que determina cuántas estrellas dar hasta llegar las cinco de máximo lujo que ostentan tan solo ocho establecimientos en Galicia
16 Sep 2024. Actualizado a las 05:00 h.
Cada año son noticia los restaurantes que ganan y pierden estrellas Michelin. Las de los hoteles son mucho menos públicas, pero sin duda resultan vitales cuando se trata de reservar alojamiento y suponen un auténtico filtro para iniciar la búsqueda. Ahora bien, ¿qué es lo que determina cuántas ostenta cada uno? En Galicia, son ocho los hoteles que lucen cinco, y la mitad están ubicados en Santiago. En concreto, son Eurostars Araguaney, NH Collection Santiago de Compostela, Palacio del Carmen y Parador Hostal dos Reis Católicos en la capital gallega; Gran Hotel Nagari y Pazo los Escudos & Hotel Resort en Vigo; NH Collection A Coruña Finisterre en A Coruña; y Eurostars Gran Hotel La Toja en O Grove. No son muchos alojamientos de lujo para una comunidad que cada año se hace más fuerte turísticamente. Pero conseguir unas instalaciones merecedoras de la máxima distinción no es fácil.
NORMATIVA E INSPECCIONES
La normativa al respecto, recogida en el DOG, estipula las categorías —una, dos, tres, cuatro y cinco estrellas— y especifica que cada una de ellas puede tener, además, la calificación de superior. El propio hotelero elige la categoría de su establecimiento, siempre y cuando cumpla las condiciones y requisitos mínimos del sistema de clasificación establecido en el decreto de la Xunta para la categoría deseada. Además, la Axencia de Turismo de Galicia podrá comprobar, en cualquier momento, la clasificación de los establecimientos para confirmar la veracidad de los datos indicados por el propietario en la autoevaluación previa que tiene que hacer de sus instalaciones, de la que deberá informar.
«Non se trata dunha regulación estanca, senón que desde Turismo de Galicia se realiza no marco do Plan anual de Inspección un control dos establecementos aloxativos clasificados. A clasificación realízase cunha declaración responsable que, unha vez recibida, é comprobada sobre o terreo por Turismo de Galicia para constatar que cumpre os requisitos para a consecución dunha determinada categoría. Ademais, se os hoteis fan melloras ou modificacións substanciais, teñen a obriga de notificalo cunha declaración responsable de modificacións substanciais que activa a visita de inspección para a súa comprobación. De feito, deuse o caso de mellora de clasificación tras estas melloras», indican desde la Axencia.
Lo que el hotelero tiene que evaluar y la Axencia comprobar es, al fin y al cabo, una suma de puntos en cada uno de los criterios que fija la Xunta. Estos se dividen en edificio/habitación, instalación/equipamiento, servicios, ocio, oferta, servicios/reunión, ambiente/energía. La puntuación final que derive de la suma de cada uno de estos criterios determinará la categoría máxima que se le puede conceder.
Entramos en materia. O, mejor dicho, en la habitación. La normativa especifica que la habitación doble de una estrella debe tener un mínimo de 10 metros cuadrados, la de dos estrellas, de 1,1 y la tres, de 12. Además, el cambio de la ropa de cama debe producirse una vez a la semana en los hoteles de una estrella y dos veces para los de dos y tres estrellas. Los baños, que también han de tener un tamaño mínimo, deberán estar equipados con lavabo, bañera o plato de ducha e inodoro. A mayores, con espejo y toma de corriente, toallero y repisa o mueble para los objetos de aseo y cambio de lencería dos veces por semana siempre.
Por su parte, los hoteles de cinco estrellas deberán estar instalados en edificios que, construidos con materiales de primera calidad, destaquen, además, por sus condiciones de lujo y confort tanto en el exterior como en el interior. Sus instalaciones, materiales, equipamientos y elementos decorativos «serán de excelente calidad y reunirán los perfeccionamientos más modernos de la técnica hotelera», indica el decreto de la Xunta.
Pero la catalogación como hotel de una, dos, tres, cuatro o cinco estrellas depende del resultado de la suma general de todos los criterios estipulados en la normativa para ello. La puntuación mínima son 135 puntos para acceder a la categoría de 1 estrella, 236 para dos estrellas, 355 para tres estrellas, 471 para cuatro estrellas y 673 puntos para cinco. Si se desea alcanzar la categoría de superior, las puntuaciones mínimas ascienden. Los aspectos que puntúan para esa suma general son numerosísimos. La limpieza y la higiene es uno de ellos: «Limpieza y una oferta higiénicamente perfecta son las condiciones básicas en cada categoría». Que la habitación disponga de terraza o jardín propio es otro, pero también la ubicación del hotel es clave. Si está situado en un espacio declarado conjunto histórico, en un inmueble de valor arquitectónico, o que esté inventariado y/o catalogado. También cuenta la zona, es decir, que se localice en un inmueble declarado bien de interés cultural o que esté situado en el centro urbano, en primera línea vacacional en un radio de 500 metros de la costa, o en un espacio natural protegido.
El tamaño de la habitación y del baño, que haya suites y habitaciones familiares y que el 80 % tengan bañera y ducha separadas suma en un listado larguísimo de ítems que incluyen, entre otros, que haya un mínimo proporcional de instalaciones adaptadas y que las estancias cuenten con iluminación natural y ventilación al exterior, así como importa la confortabilidad y el espacio de la recepción y las áreas comunes, donde puntúa que haya plantas o flores naturales, al igual que cambiadores para bebés con contenedor para pañales. El número de plazas de aparcamiento y los ascensores protagonizan otro de los apartados.
TODO PUNTÚA
La amplitud de la ducha o la bañera, las dimensiones del baño y que disponga o no de bidé computan junto al hidromasaje o los amenities. El enchufe junto al espejo o que haya uno adicional junto a la mesa es otro de los elementos de la habitación, donde cuenta el tamaño de la cama —la individual no ha de bajar de 1,90 metros de ancho y la doble de 1,35—, el grosor del colchón e incluso la cafetera. Aporta también que haya algo para escribir junto al bloc de notas, el aislamiento del ruido, la calefacción y el aire acondicionado, la conectividad y las opciones de televisión. Además, se tiene en cuenta si la cocina de un hotel tiene capacidad e instalaciones suficientes como para cocinar simultáneamente para, como mínimo, el 40 % de las plazas de comedor. Se valora también la capacidad de este, la duración del horario para comer, la oferta, que haya platos representativos de la gastronomía gallega y menús especiales, así como los idiomas que domina el personal. Que acompañen al cliente a la habitación al llegar, que ofrezcan servicio de toalla de piscina o playa, que dispongan de gimnasio y acceso a actividades organizadas, así como las instalaciones de spa y el tamaño y la tipología de las piscinas añaden valor en una clasificación que también contempla que haya actividades infantiles, servicio de canguros bajo petición, calientabiberones y el funcionamiento sostenible de las propias instalaciones. En los detalles, dicen, está la diferencia.
Lo confirma el director del Hotel NH Collection A Coruña Finisterre, Agustín Collazos. «Llevamos más de 20 años siendo un hotel de cinco estrellas, con los cambios de normativa incluidos». El hotelero asegura que la Axencia Galega de Turismo comprueba si el hotel merece la clasificación solicitada. «Ellos vienen motu proprio a hacer la inspección y el seguimiento. Tenemos inspecciones turísticas con frecuencia», señala Collazos, también presidente de la Asociación Empresarial de Hospedaxe da Coruña (Hospeco), que añade que la normativa es «muy exigente». «De hecho, en su momento requerimos a los funcionarios de la Axencia, que amablemente nos ayudaron a calcular bien cada categoría». Asegura, además, que da igual cómo se evalúe el hotelero: «La Axencia te va a llevar a las estrellas que tengas, aunque te hayas calificado por encima o por debajo».
El director del único cinco estrellas de A Coruña mantiene que el salto de categoría más difícil es, sin duda, el de 4 a 5, «porque tiene muchos hándicaps. El tamaño de las habitaciones es algo que no se puede mejorar con facilidad. De hecho, nosotros tenemos setenta y pico habitaciones menos que cuando éramos cuatro estrellas, y la mitad son ahora suites y junior suites. También ofrecemos un servicio 24 horas, que no lo tiene todo el mundo». Lograr la máxima categoría, apunta Collazos, no es fácil. «Estamos muy orgullosos de ello. Recibimos la última inspección durante la pandemia, y comprobamos que nuestra puntuación estaba incluso por encima de lo que se pedía. Tienes que cumplir con las medidas de las habitaciones y muchos ítems adicionales, como el número de piscinas y las áreas deportivas de nuestras instalaciones, que son muy complicadas de obtener» —se refiere a las que comparte con el club Metropolitan La Solana, de las que disfrutan tanto los huéspedes como los socios del club—. Las cinco estrellas son un lujo al alcance de muy pocos hoteles en Galicia.