Ana Belén, la mujer que conquistó a la España del inicio de la democracia y a la generación Z
Yes
La primera musa del destape es hoy un puente entre generaciones que este año vuelve a los escenarios. Hará parada en A Coruña el 23 de noviembre
09 Jan 2025. Actualizado a las 13:25 h.
Hay iconos que, como la energía, ni se crean ni se destruyen. Solo se transforman. En esta España polarizada son pocas las celebridades que consiguen la magia. Titulares altisonantes afirmaban hace unas semanas que se había ido nuestra «última gran estrella». Marisa Paredes moría a los 78 años dejando un legado intachable, avalado por sus dotes interpretativas, su elegancia innata y un compromiso político cada vez menos común en el mundo del celuloide. Por suerte, aún nos quedan Penélope, Maura, Lennie y Molina para rato. Aunque la sombra que deja la protagonista de La flor de mi secreto es alargada, hay una mujer guarecida en el madrileño barrio de Chamberí que es su más digna heredera: María del Pilar Cuesta.
Da cuenta de cómo guarda con celo su vida personal que pocos sean capaces de ponerle rostro a esta identidad. Que Pepa Flores es Marisol sencillamente es historia de España, como que María García prefirió, en una carambola del destino, apodarse Bárbara Rey. Sin embargo, María del Pilar escogió ser Ana Belén. Y este nombre compuesto le bastó para ser conocida en cada rincón del país.
Con 73 años vuelve a los escenarios para contentar al público con sus grandes éxitos y recordarle al mundo que no hay edad alguna para seguir generando hits. Hará escala en Galicia, con un recital en A Coruña el 23 de noviembre y, para abrir boca, acaba de felicitarnos la Navidad cantando España, camisa blanca a capela de la mano del Museo del Prado. Las redes sociales ardieron en elogios.
Ana Belén es de esas artistas que pueden hacer convivir en el mismo patio de butacas a varias generaciones, que se habrán acercado a su persona y personaje de formas bien diferentes. Su larguísima trayectoria hace que cada grupo de edad conozca una de sus facetas, a cada cual más exitosa.
Los que peinan muchas canas recuerdan sus comienzos a mediados de los sesenta. Como Marisol y Rocío Dúrcal, fue una niña prodigio que grabó sus primeras canciones a los 13 años, y que, como mandaba la época, se convirtió en musa del destape. Ana Belén fue la primera que enseñó un pecho en aquellos oscuros años del franquismo que, ya en 1974, empezaban a tornarse gris marengo. La madrileña protagonizó el primer desnudo —no integral, este llegaría con María José Cantudo— en El amor del capitán Brando. La escena la vieron más de dos millones de españoles y convirtió a Ana Belén en un mito erótico diferente a lo que muchos esperaban.
Pero Ana Belén era imposible de encasillar. Por un lado, porque su bagaje en el teatro había dado muestras evidentes de una solvencia sobre las tablas que le garantizaba una prolífica trayectoria profesional; por otro, su matrimonio con Víctor Manuel y su cercanía a la gauche divine la situaron en un plano intelectual e incluso moral muy alejado de ese lugar chabacano y promiscuo al que la sociedad misógina mandaba a ciertas actrices.
No siempre su posicionamiento político le ha salido a Ana Belén rentable de cara a la galería. Militante del Partido Comunista cuando nació la democracia —durante años se la conoció como «la sonrisa del PCE—, ha cambiado de sentir ideológico sin alejarse de la izquierda, llegando a formar parte de la Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ) en el 2008; o lo que es lo mismo: al conocido como el club de la ceja.
De este grupo formaron parte algunos de sus grandes amigos, esos con los que siempre ha compartido escenarios y barras de bar. Miguel Ríos, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, y su pareja, Víctor Manuel. Con ellos ha cantado algunas de las canciones que la han convertido en leyenda, y a varios de estos cantautores les debe temas célebres que llevan años siendo parte indispensable de la banda sonora de un país con luces y sombras.
Hay letras de espíritu lorquiano que hoy se cantan en bodas como si fueran el Aserejé. Ahí están Derroche, Contamíname o El hombre del piano. Y temas que sus autores ya no ofrecen en conciertos —a veces, simplemente, porque se han retirado de la música—, cogen en su melosa pero torrencial voz nuevos matices. La puerta de Alcalá, Mediterráneo o Peces de ciudad son algunas de las canciones que esperan encontrar sus fieles en sus conciertos. También esas versiones de clásicos italianos que tan bien le quedan a su distinguido timbre de voz. Y ojo, su último gran éxito, con el que se ganó el aplauso del público más joven en un momento complicado para ganar adeptos: Agapimú.
Esta canción, de la artista italiana Mia Martini, la popularizó Ana Belén hace ya unos cuantos lustros, pero adquirió nuevos matices cuando los muy kitsch Ojete Calor hicieron su propia versión durante el confinamiento. Carlos Areces y Aníbal Gómez viralizaron el tema, convirtiéndose para los Z en su particular Resistiré. Con más de seis millones de reproducciones en YouTube, Ana Belén se sumó al espectáculo en un videoclip grabado a distancia que hizo de puente entre generaciones. La artista se convertía en la viva imagen de un término que, precisamente, inventó este dúo: una mocatriz.
El acrónimo de «modelo, cantante y actriz», esa «chica 360» de Paquita Salas, le va a Ana Belén como anillo al dedo. Protagonista de peliculones como La pasión turca o La criatura, tras estar cuatro veces nominada al Goya por fin se le reconoció su labor cinematográfica con el premio de honor de la Academia en la edición del 2017; y, mientras tanto, nunca ha dejado de hacer música. También le ha dado tiempo a labrarse un nombre en el mundo de la moda, no tanto como maniquí, sino como musa de los mejores diseñadores.
Sybilla y Jesús del Pozo han convertido a la madrileña en un icono de estilo único sin estridencias que permite soñar con la alta costura a mujeres de todas las edades. Para el recuerdo queda el vestido azul eléctrico de Tot-Hom —el de la imagen central— que lució en la gala de los Goya del 2015, y el rojo de inspiración reina Letizia, creado por Juan Vidal, con el que se plantó en esta misma ceremonia en el 2011. Porque Ana Belén, siempre considerada una de las mujeres más atractivas de España, ha apostado siempre por una belleza libre de complejos y ataduras sociales. Ni oculta su edad ni pretende convertirse en alguien que no es, quizás porque ya ha sido todas las mujeres que ha querido.