La Voz de Galicia

Estos hermanos aplican el arte de la ficción a los patrones vitales que nos limitan: «Entre Jung, Caperucita y ''La isla de las tentaciones'' hay una conexión»

Yes

ana abelenda ana abelenda AUTORES DE «HISTORIOGRAMA»
Gabriel y Luis García de Oro analizan con relatos de ficción los patrones mentales y de conducta que más limitan nuestras decisiones.Gabriel y Luis García de Oro analizan con relatos de ficción los patrones mentales y de conducta que más limitan nuestras decisiones.

«Hamlet», «El día de la marmota», «El mago de Oz» y «Stranger Things» son ficciones en las que podemos reconocer el círculo vicioso, el miedo o el autoengaño que nos limitan. Luis y Gabriel García de Oro, expertos en técnicas narrativas, comparten el arte de contar historias para entender el argumento de la vida

08 Apr 2025. Actualizado a las 05:00 h.

Al proverbio «quienes cuentan las historias gobiernan el mundo» los hermanos expertos en storytelling (técnicas narrativas) Gabriel y Luis García de Oro le echan 12 historiogramas y un puñado de claves para cambiar el argumento que domina nuestras vidas sin que seamos conscientes. ¿Qué es un historiograma? «Una herramienta para desentrañar esas narrativas que nos condicionan. Se basa en la psiconarrativa, que estudia cómo influyen en nuestros inconsciente los cuentos e historias», explican estos hermanos que han crecido compartiendo la pasión por el arte de escuchar y de contar historias. «Todos, sin excepción, vivimos dentro de las historias que nos contamos a nosotros mismos y de las que nos cuentan sobre nosotros», advierten los García de Oro. Érase una vez... tu vida. ¿Y esa vida se parece más a El día de la marmota, ¡Qué bello es vivir! o Stranger Things?

 

—¿Somos lo que nos contamos? ¿Con esto tienen que ver los historiogramas que modelan el argumento de nuestras vidas?

Gabriel. Sí. Porque el ser humano es un ser narrativo. Entiende el mundo y se entiende a sí mismo en forma de narración. Hay ciertas historias que, dentro de esa narrativa y esa ficción, operan dentro de nosotros. Aquella persona que cae siempre en el mismo autoengaño, la que tiene siempre la misma ilusión..., todo eso se ve muy bien en los relatos de los libros y las películas. Si tú ves qué historia estás viviendo, esto te puede ayudar a avanzar. Por ejemplo, la de Cenicienta, si es que tienes que dejar millones de tareas hechas antes de ir al baile. Si eres consciente de qué historia te marca, en principio tienes menos miedo y puedes hacer algo por escapar de ahí. Esto es un historiograma, la herramienta que te ayuda a detectar cuál es la historia que te estás contando en este momento de tu vida y a cambiar el argumento.

 

—¿Por qué cambiar el argumento?

Gabriel. Porque argumento viene del latín arguere, que significa ‘ver el camino’. Cuando estás tan inmerso en la historia, no ves el camino que hay que seguir. Primero hay que ver ese camino que quieres seguir.

—Habláis de las historias que nos contamos. Pero muchas veces son otros los que nos cuentan qué debemos ser. Nuestra familia, los profesores, la pareja, los superiores, los compañeros. ¿Qué nos marca más, lo que nosotros mismos nos contamos o lo que esperan o nos imponen los demás?

Luis. Tanto Gabriel como yo tenemos hijos que están en los 12 años. Es un momento en que los relatos que te cuentas y que te cuentan sobre ti y sobre cómo funciona el mundo te afectan mucho, para bien y para mal. Nosotros estamos convencidos de que lo que nos contamos a nosotros tiene una influencia muy grande en nuestra vida, pero sin duda lo que te cuentas sobre ti se construye con lo que recibes del exterior. En clase siempre hablamos de las creencias. Todos necesitamos creer en algo. Las creencias nos dan una cierta seguridad, cierta tranquilidad, por más que haya algunas que nos vayan en contra, del tipo: «No te van a dar el trabajo porque eres demasiado joven». Ahí Gabriel y yo insistimos en que las palabras tienen el poder de describir la realidad, pero también de crearla. A los alumnos les decimos: «Imaginad que cada día que salís de casa, antes de ir a la escuela, vuestros padres os dicen: “Te va a ir muy mal, porque eres un desastre y no confiamos nada en ti”». Son solo palabras, pero que se van transformando poco a poco en un relato limitante.

 «Todo el que viva en el 2025 sufre el multitarea de Cenicienta»

—¿Cómo evitamos caer ahí?

Luis. Hay que coger lo que nos vaya bien y apartar y lanzar tan lejos como podamos lo que daña y nos perjudica para construir nuestro propio relato. Si empiezas a controlar tu relato, aprendes a apartar eso que no te ayuda.

Gabriel. Siempre podemos intervenir en esas creencias. Puedes decirte: «Es posible que mi edad no juegue a favor de que me den el trabajo, pero en cambio tengo estos otros recursos...». Es decir, intervienes lingüísticamente en esa idea.

 

—Hay una frase muy común que dice: «¡Este qué bien se vende!». Hay gente que suele mostrar debilidades y carencias, que entra pidiendo disculpas o perdón. ¿Dónde está el punto medio entre saber venderse y ser honesto?

Luis. Un tema que abordamos en el libro es la falsa humildad. Igual de malo es pasarse, el «soy el mejor en todo, soy increíble»... Y mira, Trump lo hace y ha llegado a presidente de Estados Unidos. Vale, pero no es recomendable. Igual que no es recomendable quitarnos todos los méritos, que es algo que hacemos muchos. En Historiograma hablamos del síndrome del impostor, de esta gente que siente: «No soy bueno y me van a descubrir». A ver, si llevas 20 años trabajando y aún no te han descubierto no eres un impostor. Hay que resignificar los pensamientos. Y creo que cuando hablas de ti mismo hay que intentar ocultar en la medida de lo posible las cosas malas que tengamos y potenciar las buenas. Todos tenemos cosas malas, pero ya las descubrirán. No tenemos que decirlas de primeras.

Gabriel. Cuando hablas bien de ti no te estás vendiendo, estás haciéndote comprable.

Luis. Nosotros tenemos una empresa, fantástica, en la que hacemos talleres sobre storytelling, creatividad. Lo interesante es que esto resulte útil. Aunque somos los protagonistas de nuestra historia, a veces debemos asumir el rol de mentor. Con nuestros compañeros o en relaciones sociales, a veces cambio de personaje y soy un aliado, alguien que ayuda en la historia de otro.

 «Los relatos no solo están en lo que consideramos gran cultura, sino en productos tan populares como La isla de las tentaciones. Todo es una narrativa basada en las emociones humanas. Jung hablaba del autoengaño como un mecanismo de defensa del ego. Y en cierta manera es lo mismo que hacen los participantes de este programa...»

—¿Qué historiogramas veis vosotros más frecuentes hoy?, ¿hay diferencias marcadas por género, edad, cultura?

Gabriel. Aunque hay personajes masculinos y femeninos, todos los personajes de los cuentos hablan de nosotros. Los cuentos clásicos son universales, son para hombres y mujeres. En Caperucita, tú eres Caperucita, tú eres el lobo, tú la abuelita dulce, tú el cazador... Tú eres todo. No es que haya una perspectiva igualitaria, pero sí profundamente humana. Los arquetipos tienen unas connotaciones más femeninas o más masculinas, pero tú eres todo, todos los personajes, todas las partes.

Luis. Cenicienta y Caperucita son los relatos que más vemos. Cualquier persona que viva en el 2025 vive el multitarea de Cenicienta. Ese «tengo, tengo, tengo...». Y esa sensación de culpa de cuando no tienes tarea, que piensas: «¿Estaré haciendo algo mal?». Como Cenicienta, tienes una lista de tareas interminable; vas tachando, pero no dejas nunca de tachar. El cuento de Caperucita lo vemos mucho por el autoengaño. Eso de decirte: «Ya verás cómo al final me compensan y me suben el sueldo». No, no va a pasar. O con las relaciones... Sé que pasamos de hablar de Jung a hablar de La isla de las tentaciones. Todo está conectado. Esa gente que dice: «Ha cambiado, ya no es así». Si te engañó cinco veces, es muy probable que haya una sexta. Los relatos no solo están en lo que consideramos gran cultura, sino en productos tan populares como La isla de las tentaciones. Todo es una narrativa basada en las emociones humanas. Jung hablaba del autoengaño como un mecanismo de defensa del ego. Y en cierta manera es lo mismo que hacen los participantes de este programa, autoengañándose al pensar que su amor es lo bastante fuerte para soportar cualquier tentación.

Gabriel. Muchas veces no sabemos cómo avanzar. Muchas veces lo que rechazamos es ser los protagonistas, los luchadores principales, de nuestra historia. Quien pretenda ser el protagonista de su historia sin superar situaciones difíciles y delicadas mal va.

 

—Quizá más que miedo a luchar, nos puede el creer que no seremos capaces. Piensas: «Si mi madre no lo consiguió, ¿cómo voy a lograrlo yo?».

Gabriel. Hay una frase de Kafka que dice que en cada familia hay un héroe capaz de romper la historia familiar y sobreponerse a ella. En la familia siempre hay un artista que ha avanzado por otro camino.

 

—¿Cuáles son los primeros pasos para cambiar los moldes narrativos que condicionan nuestro modo de vivir?

Luis. Hay dos pasos muy importantes: ser sincero contigo mismo. Esto tiene relación con el historiograma del autoengaño: «Bueno, no estoy tan mal...». Si estás mal, estás mal. El primer paso es ser sincero con tu situación actual y también con la situación que nos gustaría tener. Ver dónde estamos y ver dónde nos gustaría estar, y a partir de ahí, construir el camino.

 


Comentar