Este fenómeno no genera en la comarca problemas que hagan preciso elaborar reglamentos concretos
07 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.El área barbanzana no es ajena a la práctica del botellón pero, a diferencia de lo que ocurre en las grandes ciudades, la reunión de grupos en las calles para beber no genera problemas de convivencia y las policías locales no tienen constancia de actos de vandalismo que puedan asociarse de manera específica a este hábito. Los ayuntamientos carecen de normas específicas para luchar contra esta moda en auge, pero, hasta el momento, tampoco se han producido situaciones que hagan necesaria la elaboración de ordenanzas concretas.
Para controlar los desmanes de esta modalidad de ocio nocturno, los gobiernos municipales optan por la aplicación de las ordenanzas de ruidos y limpieza viaria.
Aunque a día de hoy el botellón no causa en la zona alteraciones de la vida ciudadana, como las que sí se registran en otros lugares, esto no significa que se trate de una práctica inocua. Las madrugadas de los sábados, jornada fuerte de quienes prefieren montarse la juerga por su cuenta, en las centralitas de las policías se reciben llamadas telefónicas de irritados ciudadanos a los que la música a todo volumen que sale de los altavoces de algún vehículo les impide descansar. En ese momento, la patrulla se pone en marcha hacia el lugar y disuelve al grupo, que invariablemente volverá a juntarse, u obliga a sus integrantes a apagar el equipo.
Sin embargo, diversos agentes señalaron que las denuncias son menores que las procedentes de las zonas de marcha, aunque también es cierto que buena parte de los botellones que se realizan en el área barbanzana se sitúan en las inmediaciones de las áreas en las que se concentran los pubs.
Identificación
La proliferación de residuos, bolsas, envases y vasos, es otro de los elementos asociados al botellón. Para evitar que los parques, playas y calles acaben convertidos en un vertedero, la policía local identifica, anotando su carné de identidad, a uno de los integrantes de cada pandilla. Éste debe encargarse de que los desperdicios acaben en la papelera porque, de lo contrario, será quien deba asumir la responsabilidad ante las fuerzas del orden.
Se trata de una norma no escrita que se aplica en toda la comarca y que según los agentes funciona, porque los distintos grupos suelen cumplirla. De hecho, quienes practican el botellón en Barbanza insisten en que dejan las cosas en las papeleras y reconocen que si la policía sabe que cumplen las normas no les ponen obstáculos para que se reúnan, lo que, dicen, beneficia a unos y a otros.
Ni siquiera el botellón ha motivado que los ayuntamientos se vean forzados a reforzar los servicios de limpieza.