Los emigrantes de la Costa da Morte siguen dando que hablar en Suiza, y para bien. Numerosos representantes, sobre todo de la primera y la segunda generación, han logrado situarse en buenos puestos en muy diversos campos.
Desde la cormelana que es la presidenta del Parlamento de Ginebra, a la cercedense estudiante de Medicina que optó a ser Miss Suiza, pasando por el futbolista carballés Seoane, que jugó en la primera división, y siguiendo por multitud de empresarios, algunos profesores universitarios, funcionarios de consulados, o máximos responsables de las asociaciones de emigrantes, entre otros.
La tercera generación también empieza a despuntar. Ya lo hace, y de manera destacada, Iván Queijo, un chaval de 13 años que, a principios del verano, se proclamó campeón de Suiza de squash en la categoría de menores de esa edad (sub 13), y en el puesto vigésimo en el ránking europeo.
Iván es hijo de un carballés, José Antonio Queijo Golán, que a su vez es hijo de dos cercedenses que emigraron a Suiza, al cantón de Zúrich, a finales de los años 60, y allí siguen. José Antonio, que tiene 35 años, ya nació en el país helvético, lo mismo que Iván, fruto de su matrimonio con una ciudadana suiza. Aun así, Iván se identifica plenamente con el origen paterno. «Non sei se incluso falará mellor o galego que o castelán, e ademais encántalle a terra dos avós», que visita con cierta frecuencia.
Fuengirola
Este pasado fin de semana estuvo en España, pero lejos de Galicia. Se desplazó hasta Fuengirola con su padre, ya que en el municipio malagueño se celebraba la Copa de España sub 11, sub 15 y sub 19. Iván, en este caso, ya ha podido competir, por primera vez, en la categoría de sub 15. Puede hacerlo en España sin problemas por su nacionalidad española. Le fue regular (quedó en el décimo puesto), pero muy bien teniendo en cuenta que llegó a esta competición sin entrenador y sin ayuda técnica, casi a pelo, además de toda la molestia del largo viaje que tuvo que hacer, casi sin tiempo.
Iván empezó a jugar el squash, un deporte de raqueta, que se juega en interior con pelota de goma, muy técnico y exigente, hace unos cuatro años. Con un mayor grado de preparación y ya con competiciones profesionales, hace dos. Entrena a diario. Tras las ocho horas que pasa en la escuela, las cuatro siguientes las echa en la cancha preparándose a conciencia. Y así, seis días por semana.
El padre explicaba ayer sus peripecias mientras Iván estaba, precisamente, entrenando. Al comentario de que tal vez sería mejor otro deporte, como el fútbol, porque sin duda es más rentable económicamente cuando se destaca, José Antonio responde que el dinero es lo de menos, que lo que importa es la pasión y la ilusión que se le pone a las cosas, y asegura que su vástago tiene mucho de ambas con el squash.