Veinticinco años del asesinato de un cormelán en el País Vasco

CARBALLO

El 26 de febrero de 1985, ETA mató a Ángel Facal junto a un bar de Pasajes, donde sus padres se habían establecido

03 feb 2010 . Actualizado a las 12:30 h.

El 26 de febrero de 1985, a las 20.00 horas, Ángel Facal Soto, al que familiares y amigos conocían como Gelín, se comía un bocadillo frente al bar Náutico, situado en la avenida de Euskadi del barrio de Trintxerpe (Pasajes-Guipúzcoa), en el que había nacido y crecido. Una moto Vespa con dos ocupantes se le acercó. Uno de ellos se apeó, y sin sacarse el casco, se le acercó a Ángel y le disparó un tiro en la cabeza a escasos centímetros de distancia. Murió en el acto. Dentro de unos días, se cumplirán 25 años.

Acababa de esa manera tan absurda la vida de un hombre de 42 años, soltero, hijo de padre y madre de Corme que emigraron al País Vasco, con cuatro hermanos, empleado un buen tiempo en la empresa familiar, Remolcadores Canosa, y quien en los últimos años había empezado a caminar a la deriva por culpa de la droga, a las que había llegado muy tarde para lo que era habitual en aquellos años ochenta.

La droga fue, precisamente, el argumento que los asesinos esgrimieron para matarlo, pero se equivocaron. Lo acusaron de traficante y no lo era, y hasta de confidente, y tampoco lo era. Tampoco estaba amenazado, ni tenía antecedentes. «Solo era un pobre hombre», recordaba ayer su hermana Carmen desde el País Vasco a propósito de la desgracia de su enfermedad adictiva. Lo escogieron a él como pudieron haber elegido a otro, aunque en su caso tal vez ayudó el hecho de que tenía por costumbre comerse el bocadillo a menudo en el mismo sitio y a la misma hora.

Sensible y abierto

De su hermano, asegura que era muy «niñero» (se portaba muy buen con los chavales, especialmente con un sobrino suyo, hijo de Carmen), sensible, buena persona, «de actitud abierta, positiva», y muy hippy , algo que se acredita por su vestimenta en diversas fotografías.

La asesina fue ETA. La mano ejecutora, Idoia López Riaño, apodada la Tigresa , detenida en Francia en 1994, acusada entonces de otros 22 asesinatos. En el momento del crimen, formaba parte del llamado comando Oker, según recordaba en La Voz, no hace mucho, el periodista José María Calleja, quien además conocía a la familia.

Ángel fue abatido en un año especialmente sangriento, en el que ETA asesinó a más de treinta personas, uno de los peores de su historia, en los que la banda terrorista suma ya más de 850 víctimas mortales. Tal vez por eso, su muerte no tuvo mucho eco. O lo tuvo, pero se apagó pronto, por ejemplo con el siguiente atentado, que apenas tardó una semana: el 7 de marzo, el entonces jefe de la Ertzaintza. De hecho, la muerte de Facal se produjo una semana después de otra acción criminal, el atentado que le costó la vida en Madrid a un alto cargo del Banco Central. Así de duros eran aquellos años de plomo. «Sí se habló en su día, pero las circunstancias de entonces no eran como las de hoy en día. Ahora, la gente se pone más en contra», explica la hermana, recordando aquellos silencios de la sociedad vasca que hace ya mucho que no lo son. Las cosas, por suerte, han cambiado mucho en el País Vasco.

Ángel, como sus hermanos, se había educado en un barrio marinero, el popular de Trintxerpe, y en una casa en la que el gallego era la lengua habitual de sus padres, y los recuerdos y evocaciones a Corme, constantes. De vez en cuando, también los viajes. La Costa da Morte siempre estuvo presente en su familia. No solo por el origen, sino por el círculo de amistades: los Facal no fueron, ni de lejos, los únicos emigrantes de la localidad a la localidad guipuzcoana. Muchos vivían cerca y mantenían los lazos de vecindad y amistad. Aun ocurre hoy, aunque menos. Una matriarca de casi 103 años, Teresa Santos, es casi la imagen icónica de la emigración cormelana. A veces, Carmen Facal pasea con ella por Trintxerpe, o la acompaña un rato.