El Danny Boyle que está fijado en la mente de muchos es el de una película que tuvo tanta repercusión en su momento como Trainspotting. Pero este cineasta de heterogénea carrera cuenta en su haber con títulos tan dispares como La playa , Una historia diferente, 28 días después o Millones, donde ya daba muestras de lo que podía hacer con un relato infantil.
Con Slumdog Millionaire reafirma su gusto por lugares exóticos y se va a la India para brindarnos la historia de un niño criado en las calles que se convierte en héroe televisivo por un día, aprovechando de paso para esbozar un fresco del Bombay?/?Mumbay de los últimos años, con sus cambios políticos y la mafia de sus calles. Sin duda sus mejores momentos están en la primera parte, en la infancia del protagonista, un retrato tierno y colorista a la par que duro y sin concesiones (explotación infantil, miseria, violencia), con aires dickensianos y unos de los actores infantiles más creíbles de los últimos tiempos; así como en el interrogatorio, tortura policial incluida, al Jamal ya adulto, en paralelo a sus respuestas en el concurso ¿Quién quiere ser millonario? , uno de los más vistos del país, y del que contamos con versión propia en España.
Pero en medio de todo este aparente drama lo que predomina en realidad es un mensaje optimista, reforzado por su banda sonora, con el triunfo del amor por encima de todo en una historia con la estructura clásica de hermano bueno-hermano malo-chica, que cuenta con final feliz a pesar de todas las penurias intermedias.
Estrellas indias
Esta película que tampoco desdeña los aires bollywoodienses (el número de baile de los créditos finales, o el empleo de estrellas indias como Anil Kapoor, émulo de Carlos Sobera pero sin sus movimientos de cejas), ha conseguido destaparse como uno de los grandes éxitos de la temporada, colándose, merecidamente, en las entregas de premios de los últimos meses, incluida la carrera hacia los Oscar.