Gordos es una de las mejores películas españolas de este año. Ya ha sido confirmada como candidata a representar a España en los Oscar y copará, junto a Los abrazos rotos, Retorno a Hansala , Celda 211 y Mapa de los sonidos de Tokio , todas las nominaciones de la próxima edición de los Goya. Viéndola, nos viene el recuerdo de Ángeles gordos , una comedia española rodada hace treinta años en Estados Unidos, el país de las personas de 150 kilos. En aquella olvidada película de Chumi Chúmez y Manuel Summers ya había muchas de las cosas que encontramos en Gordos : ninguna de las dos trata realmente del exceso de peso, ni de la deformación física, sino más bien de la desfiguración moral y de las cargas que el alma no puede sobrellevar.
Gordos
es una historia coral que gira en torno a cuatro personas que asisten a una terapia para adelgazar. También los personajes que rodean la vida íntima de cada uno de los protagonistas juegan un papel importante como catalizadores de las miserias propias y ajenas. Y aparte está la visión del terapeuta, tan contradictorio y perdido como sus pacientes; incapaz de ayudar más allá de su actitud interlocutora de confesor y de regalar una sabia consigna: «una cosa es intentar deshacerse de las culpas y otra cargárselas a los demás». Finalmente queda desnudo, con su cuerpo delgado, frente a los espejos múltiples que utiliza para sus terapias, mientras los cuatro gordos y sus familiares continúan, vestidos, sus caminos.
El trabajo de los actores resulta completamente sorprendente y conmovedor. Cinco o seis estarán en las nominaciones de los Goya. No solo por el esfuerzo físico de engordar o adelgazar docenas de kilos, sino, especialmente, por su ductilidad. Antonio de la Torre demuestra que es el mejor actor de su generación junto a Luis Tosar, con una relectura de su personaje sorprendente en registros. Pero también está Raúl Arévalo, como un Robert De Niro pre Taxi Driver , y Pilar Castro, o los desconocidos pero maravillosos Fernando Albizu, Leticia Herrero, María Morales o Marta Martín. Sin duda, nombres a retener en la memoria. Gordos es una película renoiriana, bergmaniana y alleniana. Su director, autor de la más que interesante Azuloscurocasinegro , entiende todas las razones del vacío, la desesperanza y el desamor; nada humano le es ajeno, aunque en la película, finalmente, pese más aquello otro de que el ser humano es un abismo y asusta asomarse a el. Porque Gordos no es una comedia agridulce como pretende vendérnosla la publicidad, es un drama brutal, apabullante y descarnado, eso sí, con momentos de humor vitriólico. Será refugio de melancólicos, abatidos, solitarios, desvelados? extraviados al fin.