Hamilton se pasea en un gran premio enloquecido que hunde a Ferrari

DEPORTES

Alonso, con un monoplaza especialmente devaluado, concluye en Albert Park en una meritoria cuarta posición

17 mar 2008 . Actualizado a las 02:16 h.

La grandeza de la fórmula 1 crece cuanto más inesperados son sus resultados. Eso ocurre cuando el campeón concluye a pie la carrera y el humilde copa los flashes en el reparto de laureles. También cuando los pilotos pasan del tercero al último puesto en lo que se tarda en leer estas líneas, o cuando el que no aspiraba a puntuar se queda al borde del podio. La FIA la ha hecho buena robando el control de tracción. No es ironía. Ha sido una gran idea gracias a la cual el 2008 será un espectáculo. Nada en el estreno del Mundial en Australia ha defraudado. Bueno, nada salvo el R28 de Fernando Alonso, ese trasto que el español supo atracar en el cuarto puesto de una clasificación de la que se cayeron quince pilotos.

Mientras Ferrari naufragaba, Lewis Hamilton se limitó a no cometer errores, esos con los que cerró la temporada en Shanghái y Sao Paulo y que le habían costado un título mundial. Exprimió la pole y puso cemento de por medio con respecto a Robert Kubica. Los BMW han mejorado en la calificación, pero no en carrera. Por detrás, Alonso subía un par de puestos, pero era Kimi Raikkonen quien regateaba la marabunta pasando del decimoquinto puesto al octavo, donde se topó con el infranqueable Rubens Barrichello.

La primera curva se cobró cinco monoplazas, el de Fisichella (Force India) con un vuelo rasante sobre varios cascos. Alonso, muy cargado desde el principio, rodó por detrás de David Coulthard. Echó de menos los tiempos en los que el escocés le hubiera durado una vuelta por delante, pero el 2008 pondrá a prueba la paciencia y la resignación del asturiano, que ayer escaló puestos a medida que sus predecesores eran víctimas de accidentes o averías.

Raikkonen (recordemos, salía del fondo de la parrilla) llegó a rodar tercero, pero un nuevo coche de seguridad en pista le pilló con la reserva encendida y su entrada a repostar le devolvió a los últimos puestos, una situación que también vivió Fernando Alonso. Pero el Ferrari, a diferencia del R28, tenía capacidad para remontar. En uno de esos intentos sobre el McLaren de Kovalainen, el vigente campeón del mundo trazó recta una curva y perdió todas sus opciones de triunfo, aunque volvió a situarse poco después detrás de su compatriota, perjudicado también por un safety car .

A diez vueltas del final y, cuando Kimi intentaba superar al McLaren, Alonso dio un hachazo aprovechando la lentitud de ambos y se situó en quinto, gracias a que por delante las cunetas seguían devorando coches.

Con Raikkonen fuera, Alonso era emparedado entre Sebastien Bourdais y la amenaza de Kovalainen. El Toro Rosso también era una exigencia imposible para el R28, pero el debutante francés tuvo la mala suerte de romper el motor en su estreno. Alonso ya era cuarto. El McLaren le achuchó hasta rebasarlo en una curva donde el español fue víctima de un bache. El quinto puesto no era malo, pero habría estado mejor una pequeña venganza sobre Ron Dennis. Y ésta llegó. Kovalainen tocó el botón que limitaba la velocidad y Fernando lo rebasó en la recta.

Por delante, Hamilton rodaba a mil años luz, seguido por Heidfeld y Rosberg. Algo bueno tuvo tanto coche de seguridad en pista. Evitó que el inglés doblase a casi todos, incluido a su compañero del 2007.