Pese a los imponderables, Galicia no se podía quedar al margen de los primeros síntomas de apertura en la disciplina: «Las chavalas se están incorporando al remo. Hace un par de años se incorporó la trainerilla y este año parece que van a dar el salto a la trainera. Poco a poco porque es difícil, pero sea en batel, trainerilla o trainera lo importante es que las mujeres hagan deporte».
Cabo de Cruz es la formación que más remeras aporta (siete), seguida de Chapela con una menos y Samertolameu con cinco. La benjamina, Laura, tiene 18 años y la más veterana, Meri, alcanza la treintena. Ella, conjuntamente con Esmeralda, de Cabo de Cruz, marca el paso de una embarcación pionera. La que se ha encargado de penetrar en un mundo que hasta hace nada parecía un coto cerrado de hombres.
La iniciativa parece del todo precursora, pero no es la primera. Hace un par de años Cabo de Cruz pudo montar, recurriendo a diferentes categorías, una trainera que compitió en el País Vasco y ganó la bandera en disputa, «pero aquello solo fue una vez, después ya fue imposible repetir», comenta una de las supervivientes que ahora está enrolada en la nuevo proyecto. Con este precedente miran con recelo lo que pueda pasar en un futuro. Nadie se atreve a vaticinar estabilidad. Quizás porque a lo largo de la historia las mujeres han comenzado en el remo de niñas y cuando el tiempo las obligó a elegir se bajaron del bote. «Empezas, e logo por estudos ou outra cousa acábalo deixando». Ahora esperan proseguir.