La FIA anunció ayer «drásticos ahorros» en las próximas temporadas de fórmula 1. Las dos palabras forman parte de un escueto comunicado emitido por la federación después de la reunión mantenida en Ginebra entre su presidente, Max Mosley, y los representantes de las escuderías del Mundial. En principio, estaba previsto que acudiesen todos los equipos, pero finalmente Mosley solo se reunió con Luca Cordero di Montezemolo, presidente de Ferrari y cabeza visible de la Asociación de Equipos de Fórmula 1, y John Howett, de Toyota. «La reunión en Ginebra produjo significativas reducciones de costes para el 2009 y el 2010», señalaron en un comunicado. «La Asociación de Equipos continuará trabajando en propuestas para la temporada 2010 y posteriores», añadía la declaración.
Pero la falta de concreción deja entrever que realmente se está muy lejos de acuerdos entre la FIA y las escuderías. En las últimas fechas, el órgano rector ha insistido en la implantación de un motor único para abaratar costes en una coyuntura de crisis mundial. Entre los argumentes está la reciente disolución de Super Aguri, agobiado por problemas económicos.
Pero las grandes escuderías no están por la labor de un propulsor único. Ferrari, Mercedes, BMW, Renault o Toyota perderían así su razón de ser en el deporte más caro del mundo. La amenaza de abandonar la FIA para montar un campeonato paralelo al oficial podría asomar de nuevo.