Decía Helenio Herrera que la mayoría de los equipos españoles bajan en su rendimiento un cincuenta por ciento cuando juegan fuera de su campo. Lo recordamos ayer, siguiendo por la tele el Espanyol-Deportivo (2-0) donde, refiriéndonos al equipo coruñés, le encaja aquella frase de que «cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia». El Dépor que vieron ayer en Barcelona nada tiene que ver, ni con el color de sus camisetas ni tampoco con ese otro equipo que sumó más de 30 puntos en la primera vuelta. Ayer dio la impresión de salir sin gasolina en el depósito, y muy pocas ideas en la cabeza para plantar batalla ante un rival que, con esta victoria, encontró un reposo para sí mismo y también para sus seguidores que no lo veían ganar en casa desde hace mucho tiempo. El partido de Cornellá, y refiriéndonos al Deportivo, es para olvidar. Tampoco pueden tirar bombas los del Espanyol porque hasta la hora de juego no estaba marcada la suerte definitiva. Antes, cualquier lance imprevisto podía convertir la derrota en un empate. Resultó imposible.