Los granates, que contaron con innumerables ocasiones de gol, fueron muy superiores a los vascos
29 sep 2008 . Actualizado a las 11:23 h.El líder cayó en Pasarón. El Pontevedra demostró, por segunda vez consecutiva, que los favoritos del grupo le vienen que ni al pelo. Lo hizo ante la Ponferradina y ayer frente al Real Unión de Irún. El equipo de Rafa Sáez no le dio opciones y lucharon como titanes en busca de recuperar los tres puntos que no habían conseguido en Balaídos el miércoles frente al Celta B. Al final, el gol del internacional venezolano Jonay Hernández a los 13 minutos de juego sirvió para que los granates se mantengan invictos en su estadio.
Rafa Sáez sorprendió con la alineación. El entrenador granate colocó al defensa central Jorge Rodríguez en el centro del campo, al lado de Turiel, intercambiando las posiciones de Danilson, al que colocó de media punta, mientras que Gato se caía a la banda izquierda.
Le dio buen resultado. Iñaki Alonso había tratado de fijar las marcas sobre los hombres más peligrosos del Pontevedra y se olvidó de Jonay. Le dejó una autopista libre de peaje y el venezolano la aprovechó para abrir el marcador con la inestimable colaboración de la defensa y el guardameta vascos.
Incluso antes del gol, el Pontevedra desaprovechó un córner ejecutado por Gato que Jorge Rodríguez, en la boca de gol, se lió con el esférico en los pies sin conseguir el disparo.
Pronto del líder se convirtió en un equipo endeble, sin capacidad de reacción. La diana de Jonay le hizo mucho daño y el Pontevedra dominó a sus anchas. Daba la sensación de que Iñaki Alonso quería competir con las mismas armas que los granates y si fue así se equivocó.
La fortaleza de los vascos se basa en un fútbol directo, con balones largos y pretendió jugar de la misma forma que los gallegos: fútbol de toque y presión, mucha presión.
Fue una primera parte muy similar a la del encuentro contra la Ponferradina, aunque con la variante de que ayer el rival era el más regular de la competición y por tanto mejor equipo del grupo.
La segunda parte arrancó apática, sin mordiente, aunque el Real Unión se dio pronto cuenta de continuar por esos derroteros suponía perder el liderato, que ayer acabó en manos del Zamora.
Uno de los motores del Pontevedra fue el pequeño Gato. El delantero granate, habitual media punta, asumió bien su nueva posición en la banda izquierda. Se ofreció en muchas ocasiones a sus compañeros y en los momentos de presión de los vascos ayudó a aguantar el tipo. Lo peor de los gallegos fue su falta de puntería. Tuvieron innumerables ocasiones, pero llegaron al final sufriendo.
La más clara, en una contra en el minuto 22 de la segunda parte. Xavi Moré, que volvió a estar muy incisivo, pecó de individualismo. Quiso imitar a Villa. Después de superar al meta vasco Eduard Castro se encontró apenas ángulo y con Felipe Tigrao totalmente solo en el segundo palo se empachó de balón y se le fue fuera cuando el público ya cantaba gol.