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Barroso respalda a España, pero no asegura su presencia en Washington

P. de Las Heras

ECONOMÍA

04 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

España sigue sumando apoyos a su presencia en la cumbre que revisará el sistema financiero internacional, pero la invitación para viajar a Washington no termina de llegar. José Luis Rodríguez Zapatero defendió ayer que es preciso «ser prudentes para que los acontecimientos se produzcan de manera natural». Sin embargo, no aclaró cómo espera conseguir un hueco en la reunión a la que asistirá, el 14 y 15 de noviembre, todo el G-20. Tras un encuentro en la Moncloa, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, se desvinculó de la decisión. Como ya había hecho en otras ocasiones, se mostró partidario de la participación de España en el debate, pero aclaró que la cuestión no está en sus manos y avisó de que «la comisión no es la organizadora».? El Gobierno español lleva ya varios días con la mirada puesta en Europa y, sobre todo, en Francia. Después de que Estados Unidos se decantara como anfitrión de la cumbre por el formato G-20, la diplomacia española llamó a las puertas de la Casa Blanca e incluso logró que otros, como Brasil, intercedieran ante la Administración estadounidense por España. Pero a falta de respuesta satisfactoria, Rodríguez Zapatero pronto recordó que la idea de repensar el sistema financiero surgió en Europa y que fueron el presidente de turno de la Unión Europea, Nicolas Sarkozy, y Durão Barroso quienes plantearon la conveniencia de celebrar un encuentro mundial a George W. Bush en su reciente viaje trasatlántico. Aunque aseguró que «al final se va a encontrar una solución para España», el presidente de la comisión echó balones fuera. Y ahora toda la atención se dirige al Elíseo.

Con todo, nadie explica qué es lo que puede hacer el presidente galo. Su consejero especial, Henri Guaino, dio el domingo por buena una de las fórmulas con las que oficiosamente contaba el Ejecutivo español: que Francia ceda una de las dos sillas que le corresponden en el G-20, una por ser miembro de este directorio y otra por detentar la presidencia de turno de la UE. Pero Rodríguez Zapatero no dio a esta opción barniz de oferta firme. Incluso dio a entender que aún no hay nada atado al insistir en que el Gobierno «trabaja y seguirá trabajando» por estar en la cumbre y confía en que las «circunstancias singulares» de España «se abran camino». «Lo que no cabe -añadió en tono críptico-es estar de pie; en alguna silla tendré que estar».

La cuestión no es, según Rodríguez Zapatero o Durão Barroso, nada fácil. El presidente de la Comisión apuntó que son precisos muchos equilibrios diplomáticos porque, cuando se intenta hacer un cambio en esquemas preexistentes, como el del G-20, se abre la espita para que «otros» presionen.

Actitud antiespañola

Con este argumento, trató de desmontar la idea de que es Bush quien se opone a la participación de España en lo que Sarkozy ha decidido llamar la «refundación del capitalismo» por mera inquina personal contra el hombre que retiró de un plumazo las tropas de Irak. «No hay que ver aquí, necesariamente, una actitud antiespañola de los anfitriones», alegó.

El jefe del Ejecutivo ya había tratado de desbaratar una versión de los hechos que manejan los miembros de su propio gabinete (varios ministros han mostrado su malestar por lo que creen un desplante de Bush). Y para hacerlo, incluso consideró entendible que la administración estadounidense, «con la Unión Europea», recurriera a un formato que no incluye a la octava potencia económica por agilizar los trámites. «No hay intención de nadie para que España no esté», aseveró.

Lo cierto es que Bush también ha citado a al director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn; al presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick; al director del Foro para la Estabilidad Financiera, Mario Draghi, y al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon.

Cuando en los setenta se creó el G-8 con los países más desarrollados del mundo más Rusia no se contó con España porque no tenía suficiente peso económico. Y cuando en 1999 se formó el G-20 tampoco se le incluyó porque ya era algo más que un país emergente.

Durão Barroso recordó hoy que este directorio nació para dar respuesta a la crisis asiática y por lo tanto incluye a países que «tienen menor proyección económica que España», pero que entonces debían ser escuchados como «parte significativa del problema». A su juicio, España también debe ser escuchada ahora porque posee «una experiencia de gran interés».

El presidente de la Comisión Europea subrayó que Europa tiene que tener un papel importante en la solución a la crisis y añadió que «la Unión Europea necesita una España que ejerza su liderazgo», y valoró bien sus propuestas. Entre ellas, el documento para la reforma del sistema financiero que ya ha presentado para la reunión de líderes europeos convocada para el próximo viernes por Sarkozy con el objeto de pactar una iniciativa común de la UE ante la cumbre de Washington.