El PP celebrará a partir del 20 de junio su congreso más trascendente desde que en 1990 Manuel Fraga cediera a José María Aznar el liderazgo del partido. Desde aquella fecha, Aznar fue indiscutido a pesar de sufrir dos derrotas consecutivas (1989 y 1993) sin que hubiera discrepancia alguna. Rajoy no ha tenido ese margen y su segunda derrota ha desatado una disputa abierta en el PP. Esta situación se debe a que la militancia apenas cuenta en el partido.
A dos meses del congreso, casi todos los dirigentes, incluidos los que apoyan a Rajoy, se permiten opinar sobre lo que debe hacerse en el PP. Pero lo cierto es que el congreso de junio puede estar decidido a partir de mañana, cuando se elija a los compromisarios para esa convención. De hecho, está prácticamente decidido desde el viernes, día en el que finalizó el plazo para inscribirse como candidato a compromisario.
La razón es que pese a que la ley de partidos establezca que «todos los miembros del partido tendrán derecho a ser electores y elegibles para los cargos del mismo» la realidad en España, y especialmente en el PP, es que la militancia apenas es tenida en cuenta y que la dirección dificulta la participación de las bases y la presentación de candidaturas alternativas.
Prácticamente la única función de los más de 700.000 militantes del PP será la elección de 2.540 compromisarios de los 3.025 que tendrán voto en el congreso. El resto, 485, son los miembros de la Junta Directiva Nacional, controlada por el aparato, que son compromisarios natos. Pero incluso esa elección está muy controlada desde Génova.
¿Cómo se elige a los compromisarios del PP? La ley de partidos establece que «el órgano supremo estará constituido por la asamblea general del conjunto de sus miembros, que podrán actuar directamente o por medio de compromisarios», sin especificar cómo deben ser designados estos últimos dentro de cada partido.
En el caso del PP, el aparato aprovecha eso para controlar el proceso. Según los estatutos del PP, los compromisarios se elegirán «mediante lista abierta» en cada circunscripción local, comarcal o provincial. Es decir, si mañana un pueblo elige ocho compromisarios, los ocho que más votos saquen de una única lista con todos los aspirantes serán designados. En el PSOE, por ejemplo, se presentan listas cerradas y si hay más de una la minoría que obtenga al menos el 20% de votos tendrá una representación proporcional a estos. Aunque la lista abierta parezca más democrática, lo cierto es que salen elegidos los que cuentan con más votos, que suelen ser los apoyados por el aparato. En el PSOE, y también en IU, se garantiza que las minorías tengan una representación proporcional.
En el PP los candidatos oficialistas son los que casi siempre salen elegidos. Es por eso por lo que barones como Camps en Valencia o Valcárcel en Murcia se permiten garantizar a Rajoy de antemano el apoyo de los compromisarios de su comunidad pese a que en teoría la militancia puede elegir libremente a quien quiera.