Massa ganó gracias a una avería de Raikkonen, que fue segundo. Trulli completó el podio francés
23 jun 2008 . Actualizado a las 04:21 h.Dice Fernando Alonso que ha ganado calidad de vida desde que abandonó McLaren. Que en Renault inhala buen ambiente. Que se siente querido y respetado. Que es feliz. Hasta que llega el fin de semana de gran premio. Entonces, quizá el asturiano piense que a lo mejor vale la pena aguantar a un jefe injusto y un compañero mimado... si a cambio tienes un coche como Dios manda.
Además, el bicampeón español comienza a contagiarse de la mediocridad que le transmite su R28, del que ayer se descubrió que, para realizar el cuarto mejor tiempo del sábado (Alonso salió tercero por una sanción previa a Lewis) tuvo que ser el más descargado de la parrilla, y con diferencia. Si antaño ganaba media carrera en los primeros metros, esta temporada acostumbra a ceder terreno con el semáforo verde. Ayer fue uno de sus peores días. Con un doble volantazo intentó sacudirse a Trulli y a Kubica, que lo acabaron superando por ambos lados. Alonso alegó problemas de Software en su vehículo pero, no nos engañemos, de haberle ocurrido a Hamilton se le habría destripado.
Alonso pudo devolver el adelantamiento al polaco, con lo que rodó cuarto por detrás de Trulli. ¿Le taponaba el italiano de Toyota? La intención del asturiano era rodar tercero y que Trulli frenase a Kubica, su principal teórico enemigo por la tercera plaza. Pero este año las principales traba de Fernando son su impaciencia, la estrategia errática de Renault y su propio R28. Lejos de sentir a Trulli como un obstáculo que le impedía ir más rápido, Alonso no tardó en empezar a rodar más lento que su ex compañero. Por arriba, Raikkonen y Massa cumplían la tradición de Ferrari en Magny-Cours, marcar distancias imposibles con respecto al resto de la parrilla. Fue en Magny-Cours donde, en el 2004, Michael Schumacher improvisó una cuarta e innecesaria entrada a boxes pues tal era la ventaja que entonces sacaba a su perseguidor, Fernando Alonso.
Otra vez Heidfeld
Pero ayer las aspiraciones del asturiano eran más modestas. A las 16 vueltas tuvo que repostar y luego volvió a encontrarse con el alerón trasero de Heidfeld, un piloto que, pese a contar con uno de los mejores coches del mundial, se ha bloqueado ante el brillo de su compañero Kubica. Por detrás de Alonso aparecía Hamilton, quien acababa de cumplir una sanción de paso por boxes por adelantar de forma incorrecta a Vettel.
Las nubes cargadas sobre Magny-Cours, esas que Alonso deseaba que se contuvieran cuando salía tercero, debían ahora descargar con fuerza si querían aliarse con el español. El tráfico tras los repostajes relegaban a Fernando al séptimo puesto, pero la lluvia solo apareció de forma débil y en las últimas vueltas.
Por arriba, el dominio de Ferrari era tan contundente que Raikkonen pudo salvar la segunda plaza pese a sufrir un grave problema mecánico, el mismo que permitió a su compañero Massa hacerse con el triunfo de la prueba.
Trulli aguantaba las embestidas de Kovalainen por la tercer plaza y un poco más atrás, el doble campeón del mundo recibía uno de los golpes más duros de la temporada: en la última vuelta, cuando Alonso se topaba con un doblado, Nelsinho Piquet, ese imberbe compañero que solo había concluido dos carreras en la fórmula 1, superaba al líder de Renault.