Navegaba Lewis Hamilton desde la pole , con solo el horizonte por delante y un McLaren que por fin respondía a las plegarias de la escudería británica. Parecía que Abu Dabi daba un respiro a la revolución del 2009. El Mundial podía cerrarse con un triunfo del anterior campeón. Pero la última carrera ni siquiera ofreció un pequeño giro final de guión. Hamilton sufrió problemas mecánicos. Traicionado por un freno trasero, dijo adiós en la vuelta 20. Y entonces tomaron la palabra los que han sido dueños del discurso de la presente temporada. Los Red Bull y los Brawn GP. Ganó Sebastian Vettel para alcanzar el subcampeonato. Mark Webber y Jenson Button acompañaron al alemán en el podio.
Al final, la última foto fue parecida a aquella primera de Australia, cuando Button, a lomos de un buen coche y lanzado con el cuestionado doble difusor trasero, inició la conquista del Mundial. En su particular carrera contra todo pronóstico fue de más a menos. Pero la inercia del arrollador impulso de la primera parte de la temporada le bastó para ser campeón a pesar de firmar una discreta segunda parte. Se le acercaron su compañero Rubens Barrichello y los chicos con las alas de Red Bull, el otro gran dominador de la temporada, sin difusor ni KERS, pero con aerodinámica. Sin embargo, ya era demasiado tarde. A Vettel, que llegó a convertirse en el gran rival de Button, lo traicionó su irregularidad. Quizás la presión de una oportunidad que llegó antes de lo esperado.
Una gris despedida
Fernando Alonso quería despedirse en serio de Renault después de una etapa de siete temporadas y dos títulos. Pero solo pudo mejorar un puesto con respecto a su posición de salida. Acabó decimocuarto.
El optimismo con el que el asturiano comenzó la temporada después de los test prometedores de Renault chocó contra la realidad de un campeonato vuelto del revés como un calcetín. Y ese nuevo orden, el español caminó por tierra de nadie. Mendigando puntos. Siempre lejos del podio. Aunque volvió a pisarlo en Singapur.
Alonso tendrá que resucitar al gran dragón rojo de la fórmula 1. Precisamente desembarca en la escudería italiana cuando esta vive sus horas más bajas. Ferrari sufrió en el 2009 su annus horribilis . Kimi Raikkonen, quizás saciado con el Mundial del 2007, llevó hasta el extremo su frialdad. Acabó duodécimo en Abu Dabi, entre Kovalainen y Nakajima. Solo conquistó una victoria, la de Spa. Ninguna pole . En este campeonato el cavallino corrió desbocado hacia la nada. A la indisimulada pasividad de Raikkonen, gélido incluso en su adiós, se unió el infortunio de Felipe Massa, que sufrió un grave accidente en Hungría y todavía no ha regresado a los circuitos. En el colmo del desacierto, Stefano Domenicale sentó en uno de los codiciados asientos de sus coches rojos a Luca Badoer, un veterano con cifras para olvidar en sus flirteos con la fórmula 1. Después tuvo que rectificar y pescar en Force India. Giancarlo Fisichella se convirtió en el segundo piloto de Ferrari. Abandonó Force India justo cuando este modesto equipo logró hollar el podio.
El 2009 fue un agujero negro que atrajo hacia el equipo italiano con su fuerza centrípeta al bicampeón, el revulsivo esperado. Curiosamente piloto y equipo se unen cuando sus sendas son más torcidas.
Jean Todt rechazó durante años este binomio. No quería a Alonso en Ferrari. El francés, la prolongación de Michael Schumacher en el muro italiano, es el nuevo presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y sucede al polémico y orgiástico Max Mosley. En este gran circo se sospecha que el cambio se realiza para que todo sigue igual. Todt era la opción continuista, el elegido por Mosley frente al otro candidato, Ari Vatanen.
Las intrigas palaciegas superaron en emoción e importancia a los adelantamientos. Se quedaron en la cuneta de este camino de escándalos y mentiras Ron Dennis y Flavio Briatore. Por fingir. Por intentar ordeñar puntos para McLaren y Renault en las cloacas de la F-1.
Jaime Alguersuari, el otro español que se asomó a este Mundial, no consiguió sumar ningún punto. En la última carrera tuvo problemas con el cambio. Cuando intentó solucionarlos se metió por equivocación en el box de Red bull en lugar de acudir al de Toro Rosso. Protagonizó así uno de los despistes del año.
Se marcha BMW y llega Campos
La fórmula 1 vive tiempos convulsos en todos los sentidos. Ese estado y la crisis económica favorecen los cambios. Ante el calor de la parrilla unos deciden despedirse y otros preparan su desembarco. En el box de BMW el humo de los puros no lograba disimular la amargura en las caras. La firma de automóviles se retira de la fórmula 1. Nick Heidfeld, que ayer fue quinto, se confesaba emocionado.
En la parrilla del 2010 desembarcará el equipo Campos, la primera escudería española en probar suerte en la F-1. Sus opciones, toda incógnita en un mundo al revés en el que ya pocos se atreven a hacer quinielas.