La cárcel, que es uno de los aspectos más vidriosos de la Administración Bush, cumple siete años con la promesa del presidente electo de EE.UU. de clausurarla
11 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Han pasado ya dos años desde que La Voz se introdujera en la controvertida cárcel de Guantánamo. En aquel entonces, la prisión más impopular del mundo ya había sustituido sus improvisadas celdas al aire libre por enormes edificios de cristal y metal, si bien ninguno de los prisioneros tenía aún el derecho a hablar con los periodistas. Una situación que continúa hoy, cuando se cumplen siete años de la llegada de los primeros «combatientes enemigos» a la base, pero que podría cambiar radicalmente si, tal y como prometió, Barack Obama se atreve a cerrar la prisión.
Constituye uno de los aspectos más espinosos de la herencia que le deja Bush, un legado que analizará en profundidad a partir de hoy La Voz en varias entregas. Y es que si hay una promesa que Obama ha sabido vender ha sido el cierre inmediato del penal. Pero ¿hasta qué punto es factible el cierre de Guantánamo sin comprometer buena parte del actual organigrama del poder?
Puntos legales
La respuesta a esta cuestión parece encontrarse sobre todo en dos puntos legales: por una parte determinar qué hacer con los 200 presos que en estos momentos permanecen recluidos en la isla cubana, y por otro lado saber si se debe juzgar o no a aquellos agentes que practicaron torturas durante los interrogatorios en la base. «Ante este tipo de dilemas deberíamos siempre mantenernos al lado de los soldados», trataba de atajar hace unos días la presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, Diane Fesinstein, quien considera que «una cosa es quien da la orden y otra, aquel que se ve obligado a ejecutarla».
Sin embargo, y según la mayoría de los expertos, lo cierto es que afirmaciones como la realizada el viernes por Obama, cuando defendió «el absoluto compromiso de EE.?UU. de respetar la Convención de Ginebra», resultan incompatibles con una amnistía general. Por si fuera poco, y enfrentado además a la tarea de convencer a los países europeos de que acojan a cientos de sospechosos, Obama contará apenas con seis días desde su investidura para tomar la primera decisión importante.
Más concretamente, el 26 de enero está previsto que comience el juicio contra el canadiense Omar Kahdr, bandera de decenas de asociaciones por los derechos humanos al ser encarcelado con tan solo 15 años. Así pues, todo está todavía por ver.