Bush deja un país con un déficit previsto de 1,2 billones de dólares y una tasa de paro del 7,2% tras ocho años de potenciación del consumo y la rebaja de impuestos
13 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Cuando George W. Bush juró como presidente en enero del 2001, hace ocho años, el Gobierno federal tenía un superávit de 557.000 millones de dólares acumulados en los tres años anteriores, durante el mandato de Bill Clinton. El déficit anunciado para el 2009, el año en que el republicano deja la Casa Blanca, será de 1,2 billones de dólares. Eso se une a que el país está en recesión. Su economía no solo no crece sino que, como mínimo, en los próximos meses, decrecerá. Y esta no es la única mala noticia en los últimos días de la presidencia de Bush. El paro, que en el 2000 afectaba a un 4% de la población activa, llega ahora al 7,2%. Y se espera que durante los próximos meses crezca aún más. El mercado financiero está tambaleándose, como lo están el sector del automóvil o el inmobiliario. ¿Qué es lo que ha ocurrido en estos ocho años para llegar a este desastre?
La mayoría de los analistas creen que se han unido varios factores. Probablemente, los que más han influido han sido, por una parte, la falta de control de los mercados financieros y, por otra, una política económica basada casi exclusivamente en la potenciación del consumo.
Esa falta de control de los negocios financieros ha llevado a que un producto muy peligroso, las hipotecas subprime, que no son otra cosa que créditos inmobiliarios concedidos a personas con poca capacidad para devolverlos, inundaran a multitud de instituciones financieras y las pusieran en peligro. Cuando el problema estalló a finales del 2008, lo hizo en un EE.?UU. endeudado y ante unos ciudadanos más endeudados aún. Así que no hubo ninguna posibilidad de reacción.
Una de las claves
Mientras que históricamente la tasa de ahorro familiar era de una media del 7%, a partir del 2004 se situó por debajo del 1%. Es decir, en los últimos años los estadounidenses se han estado gastando todo lo que ganaban. Y esa es una de las claves de la era Bush. El Gobierno llamó a consumir como forma de mantener un crecimiento económico que a partir de marzo del 2001 entró en recesión. Esa crisis duró solo ocho meses, pero la jugada funcionó y se continuó con ella. Si los ciudadanos consumían, la economía crecía. Nadie pareció reparar en el endeudamiento del americano de a pie y en sus consecuencias en el futuro.
Al mismo tiempo, el país también se endeudaba. En el 2004 el déficit fiscal ya se situaba en los 412.000 millones de dólares. La mitad de ese déficit se atribuía al descenso en la producción económica y el resto a la unión de los gastos de las guerras y la seguridad nacional, la ampliación de los programas sanitarios y las reducciones de impuestos. Y esa es otra de las características de la política económica de la era Bush, las reducciones de impuestos aprobadas en el 2003. El presidente vendió estas rebajas como «estímulos al consumo», pero lo cierto es que los mayores beneficiados fueron los más ricos y las grandes compañías. En conjunto, las rebajas fiscales de Bush supondrán para las arcas del Estado dejar de ingresar unos 726.000 millones de dólares durante 10 años.