Su padre era ebanista y a él le vino así dada su profesión de fabricante de muebles. Llegó de Silleda con 17 años. Era 1955 y estaba todo por hacer. Se abrió camino hasta que prosperó. «Galicia cambió un montón, pero esto también», dice.
Brandariz sostiene que «lo único que empeoró aquí fueron los políticos, antes eran más serios.» Por eso piensa, escéptico, que queda mucho camino por recorrer: «Cuando llegué Brasil era el país del futuro y ahora lo sigue siendo». Se mete en política («Lula en Europa es un dios, pero entró en el poder por la izquierda y sale por la derecha») y reconoce que el tema de la violencia «va mejorando claramente».
Jesús no puede votar para elegir lo que quiere, simplemente porque en los papeles no es brasileño.