Las aeronaves no tripuladas son ya una herramienta clave para la agricultura de precisión en viñedos
11 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Las altas temperaturas del verano han provocado que este año la vendimia se haya adelantado un mes en muchas regiones españolas, provocando una mejora en la calidad pero una disminución en la producción. Con una meteorología tan cambiante, monitorizar y gestionar las cosechas de forma óptima es esencial para aumentar el rendimiento y lograr la sostenibilidad. Las bodegas lo saben y por eso aplican desde hace tiempo técnicas de agricultura de precisión en las que los drones juegan un papel fundamental.
La compañía francesa Parrot es uno de los líderes en este sector y desde el 2012 desarrolla drones, sensores, software y servicios específicos para la agricultura. La última herramienta lanzada para este cometido es el Disco-Pro, un ala delta volante -un robot con forma de avión- dotada de un potente motor y una batería de larga duración que puede cubrir 80 hectáreas a 120 metros de altura en un solo vuelo.
Con una estructura ligera de carbono y PPE (polipropileno expandido), la estabilidad del dron es gestionada por un ordenador integrado, que adapta la configuración del vuelo continuamente para evitar que se pare. Tras el ala están escondidos un sensor multiespectral con GPS, un sensor equipado con una cámara RGB (de 16 MP) y una memoria interna de 64 GB para almacenar las imágenes grabadas. Encima del ala hay un sensor de luminosidad que ajusta automáticamente la información recopilada.
Este sistema permite captar imágenes de los cultivos (con una resolución de 14,3 centímetros/píxeles), tanto en espectros visibles como invisibles.
En Galicia, hay bodegas como Martín Codax (Rías Baixas) que llevan cinco años experimentando con drones y sistemas de teledetección para mejorar la gestión del viñedo. Trabajan con Impek Drone, una firma con sede en Barro, cuyos sistemas no solo permiten comprobar la calidad de las diferentes clases de uva que crecen en pequeñas parcelas, sino que también ayudan a controlar y reducir el uso de fitosanitarios.
Una iniciativa similar ha sido emprendida por varias bodegas de la Ribeira Sacra dentro del proyecto Ecovine, coordinado por la Escuela Politécnica Superior Campus Terra, de la Universidad de Santiago (USC) y en colaboración con la Misión Biológica de Galicia. Ecovine, financiado a través del programa Conecta Pyme y que cuenta con un presupuesto de 749.000 euros, emplea también drones con sensores multiespectrales y térmicos, Con ellos se lleva a cabo un análisis exhaustivo de toda la superficie de viñedo para caracterizar su variabilidad espacial, el estado hídrico de las plantas, su desarrollo vegetativo y su correlación con la producción y la calidad de la uva.
Una de las claves de estos sistemas es la automatización de las misiones. Parrot dispone de Pix4Dcapture, una aplicación de planificación de vuelo que permite a los agricultores cartografiar fácilmente sus cosechas: solo tienen que elegir el terreno y el piloto automático dirige todo el vuelo, desde el despegue hasta el aterrizaje, analizando de manera autónoma hasta 80 hectáreas en solo 30 minutos.
Después, las imágenes tomadas se cargan una plataforma informática para que puedan ser procesadas y analizadas. En solo unas horas, el agricultor recibe un informe compuesto por mapas ortomosaicos y la división por zonas que permite obtener una vista precisa de la biomasa (densidad de la vegetación) y la salud relativa de los cultivos, ayudando a los profesionales a determinar qué áreas necesitan una atención específica. Y en el caso de la vendimia, cuándo es conveniente sacar la tijera.