Cuando una aldea es el mejor hotel

TANIA TABOADA

AL SOL

Daniel R. Portela

En zonas como O Courel o Sarreaus funcionan estos complejos turísticos

05 ago 2017 . Actualizado a las 17:58 h.

Mientras Pedro e Isabel, de Sevilla, disfrutan con sus dos hijos en la piscina, un grupo de amigos de Alicante echa una partida y charla en el local social. A la vez, un matrimonio madrileño acude a refrescarse al río, una familia de Logroño descansa en el apartamento y una pareja de Zaragoza llega a las instalaciones. Es la tónica diaria que se vive en la aldea do Mazo, ubicada en un valle de O Courel. Estaba en ruinas, pero en 2008 fue comprada por un particular con la intención de recuperar su esencia. En 2009 empezó a rehabilitarla y en 2012 la inauguró.

Suso Fernández, un vecino de Antas de Ulla (Lugo) y que se dedicaba a la compra y venta y rehabilitación de casas rurales, es el encargado de esta iniciativa. Le propusieron reconstruir la aldea y convertirla en un complejo hostelero. Acabó aceptando. «Cando cheguei aquí non se vía nada debido ao seu estado de deterioro. Gustoume o espazo e a idea. Malia as súas dificultades decidín arriscarme. Merquei unha primeira casa sen ningunha pretensión pero despois adquirín o resto», explica el gerente de la aldea do Mazo.

Este complejo, que hoy atrae a huéspedes de toda España, fue antaño una aldea dedicada a la industria del hierro. Contaba con un mazo en el río que discurre por la zona -el denominado Pequeno-. Las tres viviendas en las que residían nuestros antepasados y los anexos que utilizaban para sus trabajos, son hoy reclamo turístico.

La distribución de la aldea está dotada de doce apartamentos y tres locales públicos. «Es de gente valiente y de un acierto tremendo darle fuerza a un lugar que se había perdido», opina Carlos de la Concepción, un sacerdote de Logroño que estos días disfruta con una familia de su ciudad de la tranquilidad de la aldea. «En Alicante tenemos calor y playa pero nosotros buscamos el cambio de clima y estos paisajes», indica Ángeles Ruiz, una alicantina que combate el calor en el local social y calma la sed con un refresco.

En dos hectáreas de terreno, 1.174 metros cuadrados fueron construidos. De estos, más de 1.500 se dedicaron a viviendas existentes y edificios auxiliares, como piscina, local social y una cueva para eventos. Los nombres de apartamentos se corresponden a la denominación de tierras, fincas y propiedades que rodean la aldea. «Nos encontramos con un paisaje magnífico, unos propietarios fantásticos que hasta nos recomiendan rutas de senderismo y con unas viviendas perfectamente rehabilitadas», afirma Amparo Lalinde, vecina de La Rioja. Todos los días se levanta a las ocho de la mañana para descubrir, junto a su familia, el gran desconocido Courel.

«Queríamos descargar la actividad cotidiana y nos encontramos con un trato familiar que es lo que buscábamos. Venimos un grupo numeroso de familia y nos encontramos con que estamos en familia», manifiesta Rafael Gálvez, vecino de Alicante. Es la primera vez que se hospeda en una aldea rural. 

En Ourense

A 58 kilómetros de Ourense capital, en el municipio de Sarreaus y en pleno nacimiento del Río Limia, se asienta Couso Galán. Una aldea convertida en complejo hotelero en el año 2008 y cuyo proyecto recayó en manos de un matrimonio riojano. «Mis padres tenían una finca en Benavente y un amigo de la zona invitó a mi padre a ver la aldea para reconstruirla. Le propuso ser socio inversor del proyecto. Mi padre se enamoró de la zona, aceptó la propuesta y cuando se iba a inaugurar el complejo, el que sería el principal gerente, falleció en un accidente de moto. Fueron mis padres los que cogieron las riendas», explica Iovanna, hija del matrimonio y que actualmente regenta la aldea.

PABLO ARAUJO

Este complejo hotelero, comprado en el año 2000, permanece abierto de marzo a octubre y está formado por once edificaciones. De estas, una está convertida en un salón para celebrar eventos, otra en cafetería y una tercera en restaurante público. «El local está pensado para la celebración de eventos. Muchas parejas celebran aquí su boda y los invitados más cercanos se quedan en la aldea. En total tenemos 21 habitaciones», indica Iovanna, que tiene todo el mes de agosto completo.

Una alternativa turística en auge y muy demandada por residentes en grandes ciudades

No son aldeas íntegras reconstruidas como complejos hoteleros pero son extensas fincas de zonas rurales en la que se rehabilitaron viviendas y edificaciones anexas en ruinas. Es el caso del complejo rural A Torre, en Laxe, o de la aldea rural Porto Martiño, en A Lama; alternativas turísticas en auge y muy demandadas por residentes en España y en el extranjero.

El proyecto turístico de A Torre de Laxe nació en 2005, cuando Carmen Pose, actual gerente, puso el ojo en una finca situada en lo alto de un valle. Se encuentra a tres kilómetros del mar y cuenta con vistas únicas a la ría de Laxe y Corme. Decidió arriesgarse y compró una de las viviendas, propiedad de un portugués. Poco a poco fue adquiriendo las edificaciones anexas hasta inaugurar en 2010 su ilusionante proyecto.

Se trata de un complejo formado por un hotel rústico de tres estrellas, dos casas y un apartamento, anteriormente una cabaña. En total hay 14 habitaciones dobles con nombres como Rosa dos Ventos, Arco da Vella, Orballo, Néboa o Xiada. «Agora mesmo está todo completo por valencianos, vascos, madrileños, franceses e alemáns», explica Carmen Pose, que calificó el mes de julio como fantástico y augura un buen agosto y septiembre.

Los turistas que aquí se encuentran están impresionados con el paisaje y las vistas. «Solo ver el verde ya nos refresca», comentan unos huéspedes que se muestran encantados con la meteorología de la zona. 

En A Lama

En el municipio pontevedrés de A Lama se encuentra la aldea de Porto Martiño. En su finca se asientan dos casas conocidas como Solaina y Penalba. Las viviendas se alquilan íntegramente y ofrecen alojamiento desde dos a doce huéspedes.

Su propietaria decidió recuperar esta zona deshabitada y ponerla a disposición de todos aquellos que optan por disfrutar y descansar en un entorno natural agradable.

Desde la aldea de Porto Martiño se pueden contemplar vistas panorámicas hacia la Carballeira de Xesta (espacio protegido en la Serra do Suído) y del valle del río Oitavén.