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Una playa paradisíaca en el corazón del Algarve

Begoña Íñiguez CORRESPONSAL EN LISBOA

AL SOL

Tres Irmaos es un pequeño paraíso que ofrece de una oferta hotelera de calidad a pie de playa

29 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Despertarse sin barullo, acompañados por el sonido de las olas y las aves, contemplando uno de los arenales del Algarve más bellos y menos conocido por los españoles es posible, a pesar de estar en temporada alta y a pocos kilómetros de poblaciones tan turísticas como Portimão y Lagos. El pequeño paraíso, de poco más de seis kilómetros de largo y sin edificios que tapen la magnífica vista, tiene un nombre: Tres Irmãos.

La excepcionalidad de esta playa no radica solo en su belleza natural, sino en los buenos accesos y en disponer de una oferta hotelera de calidad a pie de playa, lo que no es habitual en el Algarve, a diferencia de lo que ocurre en la costa española, italiana o griega. Además se pueden encontrar aceptables chiringuitos y restaurantes de playa, como Sol & Sombra, escondido entre las rocas, en los que comer a buen precio.

Lo más recomendable, para disfrutar al máximo de la belleza única de Tres Irmãos, desde el amanecer hasta la puesta de sol, es pasar unos días en alguno de los hoteles con acceso directo a la playa, como el Pestana Alvor Praia, uno de los tres primeros cinco estrellas que se construyeron en el Algarve, con medio siglo de vida y una clientela fiel, portuguesa e inglesa, de clase media alta, que no publicita su elección para seguir disfrutando de esa exclusividad y de la mejor vista, con música en directo mientras desayunan y la posibilidad de bajar a la playa en ascensor y tomar el sol en una cómoda tumbona.

Otra opción para pasar unos días en Tres Irmãos es alquilar un apartamento próximo o alojarse en un hotel de construcción más reciente, como el Pestana South Beach, de cuatro estrellas, también a pie de playa y con acceso directo a la misma, a través de la pasarela de madera que atraviesa todo el arenal. Está pensado para otro tipo de clientes más jóvenes, los denominados millennials. Por ello tiene una decoración alegre y rompedora, y cuenta con otros servicios como su bar y restaurante de playa, el Seadeck Fish, donde se puede comer bien, con un pie en la arena, a lo largo de todo el día.

Además, Alvor es uno de los pueblos marineros con más encanto del Algarve occidental, con sus blancas calles empinadas, que acaban en un pequeño muelle lleno de restaurantes típicos para saborear el pescado de la zona, con negocios más turísticos y una preciosa iglesia de estilo manuelino, en lo alto de la villa, desde la que contemplar una excelente vista.

En el muelle se pueden contratar viajes y excursiones para visitar las cercanas grutas y cuevas, a las que se accede por el mar. A diferencia de otros pueblos costeros lusos, que se han dejado invadir por la fiebre turística y han perdido su autenticidad, Alvor conserva su sabor de antaño a pesar de la gran animación que se vive en sus calles a cualquier hora del día.

En la parte alta hay tascas con encanto, como Morais, donde comer a buen precio una excelente cataplana, un guiso de pescado y marisco típico del Algarve, cocinado dentro del recipiente metálico que da nombre al plato, acompañado de vino de la región. Un plan irresistible para este verano.