Roberto Leal se sabe «en lo alto de la montaña rusa» gracias al éxito de Pasapalabra y El desafío, pero espanta el «mareo» de las curvas con una naturalidad pasmosa. Que sí, que está en la cresta de la ola, pero cuando se baja sigue siendo el «tipo normal» de programas que solo veía su madre.
—Me habían dicho que iba a ser imposible hablar con usted.
—Es que ahora mismo estoy como un loco entre el plató y mi productora. Llevo dos meses sin parar, hago Pasapalabra tres o cuatro veces por semana y el resto, un programa de entrevistas para Telemadrid. No me aburro.
—Para eso es el presentador de moda. ¿Le pesa?
—Pues mira, me pesa. Llevo ya 21 años en la tele y al final he pasado por muchas etapas en mi vida: desde programas que solo veía mi madre hasta programas que son los más vistos de España.
—Pues entonces de la etiqueta de yerno perfecto ya ni hablamos...
—Esa etiqueta me viene bien, aunque eso te lo tendrían que decir mi suegra y sobre todo mis exsuegras [risas].
—¿Qué me dirían?
—Mi suegra te diría que soy muy familiar y currante. Vaya, una persona normal. Me hace gracia lo del yerno perfecto porque significa que llegas al corazón de la gentel.
—¿Ha tenido que decir ‘Pasapalabra’ a muchas cosas?
—Pues sí, sobre todo en momentos en los que a veces tienes que tirar del corazón y otros, de la cabeza. Esta es una profesión muy dura y muy larga, y he tenido que decirlo muchas veces.
—Pasó palabra a seguir descargando sacos de cemento con su padre...
—Uy, aquello sí que era currar; pero me quedan muchas cosas, sobre todo la responsabilidad por lo que estás haciendo. Eso sí, era malísimo como albañil y él me lo hizo ver. Me dijo: «Mejor, estudia».